Serán muy progresistas, marxistas-leninistas, y todo lo que a ellos se les cante se les ‘mándele’, pero de la brujería no los libera nadie. Y, es que el progresismo al final va a ser «pobrecismo», oscurantismo y atraso.
Fidel Castro viajó a África, allá se cambió el traje militar de comandante por el de babalao, se vistió de blanco de la cabeza a los pies, y recogió su ‘prenda’ cargadísima de infortunios; también allá le informaron de que tenía que ofrecerles sacrificios a Changó, el dios de la guerra, pero que debían ser sacrificios humanos. Entonces decidió mandar a jóvenes cubanos a morir en una guerra que nada tenía que ver con Cuba ni con los cubanos. De Angola regresaron miles de esos jóvenes, el 7 de diciembre de 1989 fueron expuestos en huesos y cenizas, en polvo anónimo, dentro de cajitas indignas. Nadie les ha revuelto su dignidad.
Las ceremonias de brujería de Fidel Castro empezaron cuando siendo niño enfermó de gravedad y sus vecinos haitianos le salvaron la vida, tomándolo bajo su protección; más tarde lo montaron a un tren y fue enviado a La Habana acompañado del haitiano.
Después, ya alzado en la Sierra Maestra, conoció a Celia Sánchez Manduley, la «orquídea de la Revolución», también muy metida en los rituales de la santería y lo yoruba; murió relativamente joven, de un cáncer fulminante. Se había dicho que tanto ella, como amante de Fidel, y su entorno, habían decidido desenterrar a José Martí, y que los huesos del más grande de todos los cubanos se hallaban a buen (o en mal) recaudo en poder del tirano, junto a su ‘prenda’ africana ignominiosa.
De un cáncer fulminante también falleció en La Habana el comandante y líder venezolano Hugo Chávez, cuyo envolvente ritual brujero lo convirtió en caballo de Changó. O sea que, si Fidel Castro era hijo de Changó y Changó él mismo, al ser Chávez caballo de Changó, ¿a lomo de quién cabalgaba Castro? De su esclavo ideológico Hugo Chávez Frías.
A Hugo Chávez se le ocurrió desenterrar los huesos de Simón Bolívar, se dijo en su momento que para ritualizarlos en el estilo castrista que le había encomendado su mentor en La Habana. Desde aquel despropósito su caída no paró hasta su muerte.
Mientras observo la toma de mandato de la que ahora quiere que le llamen «presidenta con a» (no como es correcto, presidente, porque nadie dice «la estudianta», ¿verdad que no?) caigo en cuenta de que el ritual brujero no podía faltar; y ahí entonces habrán visto a una judía asquenazí cuyo segundo apellido es Pardo –Claudia Sheinbaum Pardo–, o sea, español, metiéndole en la misma costura al atraso ancestral que ellos quieren ver de manera populista como algo potenciador y positivo. Pobre México. Empezó la era del churre y la costra.
También Pedro Sánchez desenterró a Francisco Franco, y desde entonces ha ido en picada con sus múltiples humillaciones a nivel internacional, lo que luego se desquita contra España, porque no me dirán ustedes que desenterrar a un «dictador» para lamerle las botas a otros que de presuntos no tienen nada, no es como para sentirse vejado en tres reencarnaciones sucesivas, a eso habría que añadir las investigaciones e imputaciones contra la Famiglia. Tanto da el cántaro a la fuente, que cada día se parece más a Franco, pero al esqueleto que él mismo ordenó exhumar.
México ha iniciado su descenso al infierno, los mexicanos también estaban prevenidos. Pero a los cubanos nadie nos oye. En verdad, me entristece y mucho. Al mismo tiempo, que les aproveche, híjole.
Artículo publicado en el diario El Debate de España