Espero que la Semana Santa haya sido de utilidad para nuestras vidas. Sin detenernos a enumerar los males del tiempo presente, estamos convencidos de que podemos superarlos. La solución está en cada uno de nosotros. Como entes sociales que somos, todo lo que realicemos tendrá efecto inmediato en la sociedad a la cual pertenecemos. En el fondo, sabemos de qué se trata.
Quienes crean que han estado en el camino correcto siendo consecuentes con sus acciones a lo que consideran el “deber ser”, tienen que continuar tratando de hacerlo mejor cada día. Pero, quienes crean que han estado por caminos equivocados, que el interés circunstancial o las ambiciones desmedidas los empujan por caminos contrarios a la ética necesaria, tienen ahora la oportunidad de rectificar y acercarse a los valores y principios que nos enseñaron desde el principio de la existencia.
A todos los efectos, la vida de Jesús es una lección magistral para nosotros. Claridad, coraje, humildad, sacrificio y entrega total al servicio de sus semejantes aunque no compartieran su misma razón de ser.
Todos los pueblos que integran los países iberoamericanos estamos azotados por problemas bastante similares. A los males tradicionales ahora se suman amenazas muy graves. Me refiero al papel que en el continente y el mundo están desempeñando las estructuras del crimen organizado. Las del narcotráfico y el terrorismo actuando juntas o por separado. Para el día de hoy, ni las grandes potencias del planeta escapan a las reales amenazas y acciones de estos factores. El factor corrupción se hace presente en todas partes. No vacilo en pensar que es una de las consecuencias primarias de lo que estamos padeciendo. ¿Podemos evitarlo?, no lo sé, pero lo que sí sé es que tenemos la obligación de intentarlo.
Por todo esto y mucho más, repito que tenemos la obligación de luchar sin descanso para que las nuevas generaciones no tengan que padecer de los males señalados y sientan la alegría de existir caminando siempre hacia un mundo mejor.
La personalidad maravillosa de Cristo brota de su relación y actitud con los demás. La armonía. Entrega, dulzura y comprensión al prójimo de sus facultades, la fuerza de su carácter, la grandeza de su corazón, la rectitud de su conducta son factores básicos para afrontar los retos presentes y futuros que se nos presentarán.
Seguimos muy de cerca el día a día de Colombia. Está en peligro. Somos una misma nación aunque contenida en dos repúblicas diferentes, pero unidas por la misma historia, el idioma, la religión, la cultura. Lo que allá suceda tendrá consecuencias directas sobre nosotros. Y viceversa. Los factores auténticamente democráticos de ambos países tienen la obligación de luchar juntos por sus principios y valores.
Vale recordar una frase del poeta bengalí R. Tagore: “Si nadie responde tu llamada, camina solo, camina solo”.
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