La estupidez, la mediocridad de espíritu, la falta de escrúpulos y la maldad suelen ir de la mano, retroalimentándose. Su voluntarioso cretinismo produce tragedias, tanto como los más depravados psicópatas.
El aprendiz de dictador Castillo Terrones y el aspirante a Lenin huanca Cerrón son buenos ejemplos de esta máxima. El primero se aventó a un golpe de Estado sin ningún planeamiento. No solo demostró ausencia de escrúpulos, pelotudeces burguesas según ellos, sino también la más elemental planificación y medición de fuerzas. No lo detuvo ni el cálculo frío ni tampoco las consideraciones éticas.
El mentor ideológico del fallido régimen, enamorado de su imagen como un Lenin al mando de una incontenible revolución andina, pecó y sigue pecando de lo mismo. Obsesionado por una asamblea constituyente que nadie desea, forzó una prematura confrontación de fuerzas.
Ahora, enfrentado a su predecible fracaso y cercado por diversos procesos por corrupción, eleva la apuesta, convirtiéndose, desvergonzadamente, en colaborador de Evo Morales en su pretensión de desmembrar el sur del Perú y sumarlo a una Gran Bolivia.
La salida al mar que Bolivia perdió en la Guerra del Pacífico estaba algo alejada y separada de su centro vital altiplánico, su expansión sobre el sur del Perú tendría mayor coherencia geográfica. Escribir sobre estas cosas en pleno siglo XXI parece anacrónico, pero, desgraciadamente, no lo es y nunca lo será.
La lógica de Morales está guiada, además, por el fortalecimiento de las economías ilegales del narcotráfico, minería ilegal de oro, tala ilegal y el tráfico de mujeres y niños. Una Bolivia expandida sobre la base de estas mafias, firmemente establecida en el centro de América del Sur, conectada con una Colombia petrista y aliada de la Venezuela chavista. Una pesadilla geopolítica.
La megalómana pretensión de Morales no pasará, como tampoco el empeño artero de Cerrón de sumarse a ella, aunque ello no necesariamente impida una nueva escalada de violencia, locura y sangre antes de su fracaso. Quizás esto sea inevitable si queremos poner fin a estas traicioneras conspiraciones.
Por lo pronto, se empiezan acumular los elementos del delito de Traición a la Patria, que, según el artículo 325 del Código Penal, es aquel que busca “(…) someter a la república, en todo o parte, a una dominación extranjera, o hacer independiente una parte de la misma (…)”.
La estupidez de Morales y Cerrón, así como su maldad, los convence de partir violentamente al Perú en dos. La maldad los lleva a no escatimar en las muertes que sea necesario para ello.
Logrado su malsano propósito, sueñan en convertirse en un Estado sustentado en economías ilegales, inmune a las presiones extranjeras, protegido por los Putines y Xi JImpines en sus luchas hegemónicas contra Washington. Las técnicas represivas, subcontratadas a Cuba y América Latina convertida en una gigantesca Corea del Norte con esteroides.
Nos tocará a los peruanos, luego de 200 años, ratificar la Independencia que se selló en Ayacucho, la primera vez del Imperio Español, la segunda vez, de la malvada alianza del comunismo internacional y las mafias del narco tráfico.
¡Manos a la obra peruanos, hay mucho por hacer!
Artículo publicado en el diario El Reporte de Perú
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