El presupuesto de Venezuela para el año 2025, según declaraciones oficiales, es de 22.661 millones de dólares. Comparativamente, el patrimonio de Elon Musk, CEO de distintas empresas tecnológicas de alcance global, se estima en 433.000 millones de dólares. Esto nos da una idea, aproximada, del poder que tiene ese solo hombre. Poder económico y desde el 20 de enero también poder político. Dado que a partir de esa fecha el reconocido empresario es un actor político, sus palabras y gestos tendrán que ser valorados políticamente. De hecho, su eventual nombramiento como integrante del gabinete de Donald Trump lo convierte en un servidor público, en un funcionario.
De sus ideas políticas poco se conoce, quizá su diagnóstico de Asperger tenga que ver con sus limitaciones para expresarse con claridad en un campo distinto al de construir máquinas superespecializadas. Lo cierto es que ese autodenominado “Iron Man”, tan solo la semana pasada, eufórico, hizo un saludo interpretado por algunos especialistas como nazi. Ha afirmado que frecuentemente piensa en el Imperio Romano y, además de respaldar financieramente a Donald Trump y su agenda racista y antiinmigrantes, también está respaldando a los ultraderechistas alemanes de la AfD.
¿Es un nazi?, quizá no, tan solo puede ser un idiota con mucho dinero, pero a mí entender un nazi es un idiota con poder y en ese caso, pues, ya está bastante cerca. Por sus frutos lo conoceréis, así que serán sus actos los que terminarán por definir al personaje. Lo cierto es que ese perfil de Musk no es nuevo, en Venezuela, por ejemplo, ya hay una serie de personajes, desprovistos afortunadamente del carisma y la locuacidad de “Iron Man”, pero con su misma creencia arraigada de que la política debe ser dirigida bajo el principio de “un dólar, un voto” son los que aúpan, por sus intereses crematísticos, el desconocimiento de la voluntad popular expresada el 28 de julio.
Son los que aplauden el “modelo chino”, los que aplauden la ola privatizadora ejecutada por Nicolás Maduro, los que compran medios de comunicación “privados” que se pliegan a la línea editorial del régimen, los que hablan de “pasar la página” por el “bien de la economía” y hacen la vista gorda frente a la crisis humanitaria compleja y la violación sistemática de derechos humanos. Esos mini-Musk ya tienen dinero y ya tienen poder en Venezuela, así que al menos aquí la definición sí está completa. La respuesta a todos ellos debe ser clara, la democracia funciona bajo el criterio de “una persona, un voto” y no está en venta.
jcclozada@gmail.com / @rockypolitica
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