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Elogio de la locura por el retardo procesal moral y omisión de razonamientos lógicos-filosóficos

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Sucesivas veces, quienes me escuchan o leen reprochan que exprese pensamientos lapidarios, distintos, insumisos, iconoclastas, ateos, macerados por la Edad Adusta o irreverentes. Conforme lo expresan con gestos u omisiones de respuestas por escrito, sea para refutarme, ignorar mis enunciaciones o coincidir conmigo, no parecieran procesar la cognición. Pero, con frecuencia, igual dudo que el salvaje no entienda qué asuntos divulgo, ni, sin parar, por cuáles causas lo hago. Nada tiene de erudito que exponga y condene la crueldad fortuita que se ha institucionalizado y distinguido en Terraco.

Mi pensamiento jamás declinará a favor de enmascarar la inoperatividad de conceptos morales e insensibles doctrinas de los enemigos de la quiescencia, virtud, humanismo. Individuos que ejercen su derecho a expresar ideas con estridente voz, y a quienes se les confieren inmerecidas atribuciones para decidir.

La mayoría de los seres que he tenido la obligación de tratar triste y cortésmente [virtud a mis principios] no oculta  sentir placer comportándose animalesco. Se sabe malvada originaria, peligrosa para el otro, mezquina, egoísta, confabuladora, devota de la extorsión y secuestro, ponzoñosa. Conspirara, ejercita cada día su habilidades de traga gentes.

De dos formas miro el tropel: como sociedad adrede corrompida y colectivismo violento. Se impulsa cruel y empuja proseguir su faena oprobiosa a generaciones de relevo. Pero, la complejidad de la coexistencia le impide alcanzar sus propósitos con la precisión de un quirurgo. Se sabe mortal y sus atrocidades tendrán instantes clínicos. A cada crápula aguarda un recinto frío o escatófago.

Quienes me escuchan o leen muestran tribulación cuando narro con sorna sucesos en redor enfrentándolos con figuras literarias. Satirizo la Solemnidad del Estado Sodomita y sus atrevimientos de prepotentes. Parodio el santuario de una representación popular vomitiva y espuria. No soy ideólogo de la atrofia, disfuncionalidad de la justicia confiscada por inicios, atropello, ultraje o perversión de la verdad para ocultarla e inaugurarla virtuosa en ceremoniales de «estupicacas». Nuestra derrota ante una írrita autoridad con nombre y  procedencia torcidos por la intimidación militar es reversible mediante el caos.

Ciudadanos del mundo: sin la potestad conferida por algún dios, individuos soberanos, república o ley, exonero lo demoníaco de cualquier reproche porque nada dañino procede del que la luz lleva. Que todos los procesados por crímenes contra pueblos sean extraditados hacia sus patrias, donde fiscales no les califiquen delitos ni sean sometidos a infames y penales procesos. En Paradisíaco no habrá encausamientos jurídicos. La moral es un concepto transitorio para reprochar la maldad representada en el tráfico de dopamina, aborto, vandalismo, genocidio, corrupción, et.

No hay un Padre Supremo nuestro en ningún cielo, ni hombres con atribuciones divinas para santificar en su nombre en Terraco u otro lugar del Universo. Nunca se hará la volición de quien no es, y, por ello, no perdonará pecadores por haber [presuntamente] cometido canibalismo para supervivir. Alabada no sea entidades supremas de santuarios ominosos, que la Humanidad despenalice el asesinato de criaturas molestosas en vientre materno, que suelten a traficantes de drogas, armas, proxenetas y desaparezcan tribunales, magistrados, organizaciones de parladores en situación de ebriedad, evangelistas que demonizaron mientras cometían delitos sexuales y desfalcos.  Somos peones, alfiles, caballos, torres, reinas y reyes en un grandioso tablero de ajedrez donde «Habemus Papam» y «Alá es Grande». Con altavoces y en disociadas redes se anuncien azotes, amputaciones, degüellos, atentados terroristas.

@jurescritor  

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