La elección del presidente norteamericano desde el pasado siglo siempre ha tenido impacto mundial, observándose en esta oportunidad una condición particular, al ser la contienda mas cerrada al no conocerse a inicios de la jornada este martes 05 de noviembre un claro favorito como futuro huésped de la Casa Blanca.
Es tan reñido el resultado que el diario The Washington Post del 05/11/2024 tituló a cuatro columnas “A historic race, down to the wire” (Una competencia histórica, hasta el final), enunciado que creo evoca a los venezolanos su significado. En el caso de Estados Unidos representa el ejercicio de una democracia que decide hasta el último día con un sistema electoral transparente, entre tanto, en el caso de Venezuela representa la convocatoria a luchar hasta las ultimas consecuencias para concretar el respeto al voto ciudadano ante un régimen dictatorial que ha encarcelado a más de 2.000 opositores por protestar.
Aun cuando se han presentado 6 candidatos pertenecientes unos y otros, al Partido Verde, Socialismo y Liberación, Independientes, los verdaderos contrincantes son la candidata del Partido Demócrata, Kamala Harris, y el candidato republicano, Donald Trump, electos por convenciones internas donde se presentaron más de una decena de aspirantes.
Es indudable que a la par de mantenerse Estados Unidos como la primera potencia mundial, registrando en este año niveles envidiables de crecimiento del PIB de 2,8%, lo que demuestra la buena salud de la economía norteamericana, su sistema democrático denota libremente la confrontación de ideas de los candidatos al Poder Ejecutivo y al Poder Legislativo, ya que se elegirá al mismo tiempo a los representantes o diputados al Congreso, a la Cámara del Senado, algunas gobernaciones.
En esta oportunidad la contienda traza dos líneas divisorias como jamás se había conocido en la historia política del país norteño, al presenciarse un choque de trenes, en primer lugar el del candidato republicano, quien en la práctica descalifica a la globalización al imponer unilateralmente aranceles que afectarán al comercio global, ve en la inmigración un peligro para la sociedad al proponer la deportación de millones de indocumentados a sus países de origen, limita in extremis el derecho al aborto, la suspensión del apoyo a Ucrania por sus simpatías con el presidente ruso, todo en función de un programa de gobierno que coloca como interés fundamental el “Make América Great Again”, consigna que identifica a su movimiento MAGA.
Por otra parte, la propuesta de la candidata demócrata que propone reestablecer el derecho al aborto, sostener el apoyo a Ucrania contra la agresión del dictador ruso Putin, establecer un marco regulatorio migratorio que formalice su presencia en el país, fortalecer los lazos establecidos por Estados Unidos en el marco de la globalización con el T-MEX (Estados Unidos, México y Canadá) y la UE, mantener el rol de guardián universal en la OTAN y el fortalecimiento de la clase media y los sindicatos.
Por lo visto son dos opciones diametralmente opuestas, entre las cuales los electores deberán definir el nuevo curso de la gestión presidencial y la gestión legislativa para los próximos 4 años hasta 2028, resaltando que en esa votación los latinos tienen una participación de más de 26 millones de electores, registrando a los venezolanos en número de 120.000 con el derecho a voto.
Independientemente de quién gane, el resultado tendrá su impacto en Venezuela, gobierno sancionado tanto por republicanos como por demócratas, quienes ven cómo durante el siglo XXI se ha instaurado una satrapía que arrebatado a sus ciudadanos el derecho a un país libre y democrático. Condición acentuada con el resultado del pasado 28 de julio, cuando las democracias del mundo presenciaron el asalto a unos comicios donde fuera derrotado Nicolas Maduro y electo un nuevo presidente en la persona de Edmundo González Urrutia.