Elvis Amoroso, presidente del CNE

Por equipo editorial 

Luego de mantener la incertidumbre y aplicar en su contexto una hegemonía institucional donde el partido oficialista controla el Consejo Nacional Electoral como apéndice de Miraflores, finalmente el régimen con tal «institución» anunció que las elecciones presidenciales se llevarán a cabo el día del natalicio de Hugo Chávez, es decir, el 28 de julio.

Ante tal contexto, no solo de burla política sino de evidente ventajismo electoral, la oposición que encabeza María Corina Machado en la llamada Plataforma Unitaria no tiene más que unos días para tomar una acertada decisión que permita destrabar el juego político ante su también ilegal «inhabilitación».

Por ello, no está fácil alcanzar una praxis de unidad que garantice enfrentarse ante quienes, a pesar de que han destruido a una nación y tienen un enorme rechazo en la población, insisten en mantenerse en el poder, aunque sus resultados de pobreza, hambre, miseria y emigración sean lo único que pueden mostrar ante el país y América Latina.

Si en efecto el régimen se mantuviera en el poder por todas las trampas posibles, y nuevamente el país quedara burlado en sus contextos por irrumpir en un nuevo poder por la vía democrática, no habrá forma ni manera de que Venezuela reencuentre la senda del bienestar y el progreso, máxime cuando Donald Trump apunta retorno hacia la presidencia de Estados Unidos.

Si tal realidad política el madurismo no la comprende y todos sus derivados piensan que «ahora sí» volverá el progreso al país, luego de más de una década de destrucción económica, no solamente estarán envueltos entre un conjunto de estólidos, porque será evidente que la jauría bolonia habrá perdido cualquier mínima sindéresis.

Con el madurismo en el poder, el adoctrinamiento de las escuelas, liceos y universidades llegará al paroxismo. Ya no solo se tratará de ver destruida toda la infraestructura educativa, porque se magnificará el asesinato de la educación en todos sus órdenes, tanto en lo moral como en lo profesional, y por supuesto, lo humano.

Nos queda una última oportunidad para sacar a los responsables de la destrucción histórica. Si eso no es posible, solo el destierro seguirá marcando las páginas contemporáneas de Venezuela.


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