“Recuperamos Bolivia”, anunció Samper, elegido presidente de Colombia en 1994 con el dinero del Cartel de Cali. Lo dijo la semana anterior durante una reunión del Grupo de Puebla, y enfatizó: “Esperamos ganar las elecciones en Ecuador”. Rafael Correa, también miembro del mencionado grupo, fue elegido presidente de Ecuador en 2007, con aportes del narcocartel de las FARC.
Un candidato y el ELN
El próximo domingo, el Ecuador elegirá un presidente y 137 parlamentarios y Andrés Arauz, candidato de la Izquierda socialista, buscará convencer al 40% de votantes indecisos con la emocional apelación de “Unión por la esperanza”. Este candidato de Correa espera ganar en la primera vuelta y para ello cuenta con el apoyo y el dinero del narcocartel del ELN, como reveló hace poco una revista colombiana.
De ganar Arauz, un joven “progre”, se teme que revitalizaría el aparato logístico-político-militar que Correa facilitó a las FARC en Ecuador y que sería aprovechado por el ELN para expandir sus negocios e influencias en el andén Pacífico binacional por donde sale más de 70% de la cocaína colombiana. Las consecuencias para la región serían dramáticas, como que el narcotráfico, la minería ilegal, el crimen organizado transnacional, aumentaría su participación en el poder político en Latinoamérica.
Falacias de los banqueros, dice desde Bélgica Correa, condenado a 8 años por corrupción, pero en 586 kilómetros de frontera terrestre colombo-ecuatoriana y 200 millas de marítima, una rápida relación de las organizaciones criminales que allí delinquen muestra lo complicado del escenario: ELN, disidencias FARC, FARC marquetalianos, Bloque Alfonso Cano, Frentes Comuneros del Sur y Cordillera sur, Oliver Sinisterra, Franco Benavidez, Urías Rondón, Clan del golfo, Autodefensas gaitanistas, Contadores, Sinaloa, la Constru y otras más. Diferentes organismos oficiales y ONG, registran más de 20 grupos armados ilegales, con influencia en la zona limítrofe. Desde el territorio venezolano, el ELN, señalado financiador de la dupla Arauz-Rabascall (fórmula vicepresidencial), ha venido conquistando espacios y sometiendo corazones a lo largo de las fronteras de la región. Ahora hace presencia en Loreto, Perú y ni qué decir de sus actividades en Sucumbíos, Carchi y Esmeraldas, Ecuador.
Además de las narcorredes colombo-ecuatorianas compuestas por grupos armados, políticos corruptos, empresarios oportunistas, militares infiltrados e indígenas, Ecuador, con la tercera deuda más grande de América Latina con China, después de Venezuela y Brasil, vería seriamente comprometidas su estabilidad y su soberanía.
Peligro regional
En la región, la izquierda a los narcos les ofrece “abrazos, no balazos”, como anunció López Obrador en su posesión, pasando por alto algo que hemos aprendido y es que detrás del dinero narco, siempre llega la violencia narco. AMLO tuvo que arrepentirse y retroceder en su pía política. Y si Carondelet es liviano y aquiescente con el ELN, por compartir su ideología socialista y en pago a sus aportes de campaña, es previsible un desborde incontrolable de esa narcoviolencia, disfrazada de revolución antiimperialista y defensa de los pobres, con teología de la liberación incluida. Cuba jugaría de nuevo un papel preponderante en Ecuador y los norteamericanos se alejarían de restablecer el control sobre el arco de las Galápagos, abierto por los narcos gracias a la expulsión de los gringos de la base de Manta.
Resucitar la inútil Unasur, renovar la falacia del “buen vivir” y seguir las instrucciones de Correa desde Bélgica, es decir, las del Foro de Sao Paulo, del Grupo de Puebla y de Miraflores, son la perspectiva de un gobierno de Arauz. Y no se necesita ser muy perspicaz para entender que la tenaza Caracas-Quito ayudará a desestabilizar a Colombia con miras a las elecciones de 2022, con el aliento soterrado de Cuba y las sonrisas de Pekín y Moscú. Así lo advirtió el presidente Moreno, en las últimas horas.
A lo anterior, se agrega el “nuevo camino” de Biden hacia la región, una bilateralidad “buenista” estilo Obama hacia Cuba y Venezuela y que ya dio sus primeros pasos al aliviar algunas presiones portuarias sobre la dictadura madurista, también en las últimas horas. Y Santos, naturalmente, saltó a pedirle a Biden que borre a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo. Esa política de Washington y un eventual triunfo electoral de Arauz, afectarán a toda la región, pues lo que avanza es una izquierda, medrando ahora con el rótulo de centro, financiada por el narcotráfico, la minería ilegal y la corrupción. Este domingo Ecuador puede ser el próximo país en caer en estos “vientos progresistas”, como los llama el ex presidente Samper.