Las elecciones del pasado domingo en la región española de Andalucía dieron como resultado un aplastante triunfo del actual presidente de la Junta, Juanma Moreno, quien logró la mayoría propia con 43,13% de los votos, lo que implica contar con 58 diputados, para gobernar en solitario, sin la necesidad de contar con la participación de VOX (13,46%, que sumó 2 a los que había obtenido en 2018 y se convirtió en tercera fuerza andaluza, al igual que a nivel nacional.
La izquierda de Adelante Andalucía y los «podemitas» sufrieron una derrota notoria, perdiendo 10 de los 12 diputados que tenían y quedando sólo con 5 la formación morada del comunista Pablo Iglesias.
La otrora fuerza pujante de Ciudadanos, una curiosa facción política que viene ejerciendo el suicidio voluntario, desapareció del parlamento andaluz al perder los 21 diputados que poseía, y sus votantes seguramente se corrieron al PP para darle a este el triunfo holgado que obtuvo.
El Partido Socialista de Pedro Sánchez, si bien continúa siendo la segunda fuerza en la región del sur, perdió 3 legisladores y quedó en 30.
Tras la abrumadora derrota sufrida en Madrid, donde la ascendente y cercana Isabel Díaz-Ayuso aplastó al PSOE y sacó de la escena política a Iglesias, y la reciente elección en Castilla-León, donde triunfó el PP que cogobierna con Vox, lo acontecido en Andalucía, donde existe el mayor índice de desocupación y sufre la inmigración ilegal, nos habla que hoy los votos se inclinan a una alternativa a Sánchez, siendo que el socialismo gobernó Andalucía durante 36 años. Y, luego, además que Vox surgiera de la nada hace 4 años con 12 diputados, permitiendo al PP que fuera gobierno y rompiendo la hegemonía del PSOE.
Moreno tiene un reto que es, con el poder que le da la mayoría absoluta, el de desmontar las políticas del socialismo y sus aliados, que fueron cimentando durante tantos años en el poder. Asimismo, en clave nacional, no debe perder de vista que Vox seguirá creciendo, en mayor o menor medida, según región y circunstancia, siendo una pieza fundamental para que en las generales sea posible un acuerdo entre ambas fuerzas de la derecha para acceder al gobierno de España.
En el PP, hoy fuerza mayoritaria de la oposición, recae la responsabilidad de no confundir políticamente adversarios con enemigos, error que cometió Pablo Casado y le costó la salida de la jefatura del partido.
Diaz-Ayuso ha dado muestras de que sí lo tiene claro, algo que es más difuso en otros dirigentes de los populares. La vuelta al bipartidismo PSOE- PP que pueden añorar algunos es algo más que improbable. Para sacar a Sánchez de la Moncloa, guste o no a propios y ajenos, será indispensable un acuerdo de investidura en las próximas elecciones generales entre PP, Vox y otras fuerzas menores para lograr la mayoría a expensas del «sanchismo», los separatistas, la izquierda y los «filoetarras».
En la noche del domingo los discursos de Santiago Abascal y la candidata de Vox en Andalucía, Macarena Olona, fueron claros al sostener que la derrota del socialismo y sus socios era un bien superior para celebrar. En buen castellano, el mensaje al PP, a pesar de ser adversarios y tener diferencias, estaba en el aire. Es de esperar que el Partido Popular y su dirigencia comparta esta sintonía y esté a la altura del desafío por venir.
Artículo publicado en el diario argentino Gaceta Mercantil
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