Esta semana el rector interino de nuestra Universidad Simón Bolívar protagonizó otro de los bochornosos espectáculos a los que tiene acostumbrados desde su arribo como autoridad a la comunidad académica, universitaria, nacional. Con su inmanente prepotencia dejó hablando solos, dando la espalda, a los estudiantes a los que desprecia, quienes frente al rectorado exponían sus demandas. La principal de ellas: Elecciones ya.

Luce una rebeldía producto de ser guapo y apoyado muy aparentemente, recordemos que le otorgó el Doctorado Honoris Causa a un escritor distanciado de quienes manejan actualmente el poder de la República, de lo que de ella queda. Pero su rebeldía choca contra toda la comunidad USB que repudia hasta la náusea sus acciones, también las del Consejo Directivo que preside. Su desafío permanente a todo, a todos, profundiza la inmensa crisis institucional que padece la universidad.

No es el primer episodio. Recordamos el absurdo abandono de las autoridades interinas en medio de un acto de graduación al que regresaron horas después, donde resultó penalizada, aunque muy levemente, la oradora punzante. Inolvidables los desaciertos en la persecución de tres profesores, dos damas entre ellos, para luego pasar por la detención del proceso generada desde la Comisión de Apelaciones que lo abatió dándole la razón a los apelantes. Después de ello la institución se da cuenta de que cometió un error al acosar durante más de un año a los profesores, porque no son personal ordinario.  A los líderes estudiantiles los sometieron a cocción para firmar un histórico documento. Todo esto mientras la universidad se despelleja, sin suficientes profesores en áreas vitales y no vitales, sin posibilidad de ingresar más estudiantes. Con los servicios como el transporte -fundamental en la distante USB- a menos de medio pelo. Lo que ha hecho de la nuestra una universidad más deshabitada pospandemia. La destrucción física no ha parado. Muy a pesar del nada trasparente -por decir lo menos- Plan Universidad Bella. ¿Será el causante de que se roben ahora computadores de al menos tres carros? ¿O lo será el hecho de que la cerca hasta Hoyo de la Puerta tiene más de un año caída y nos pone literalmente en la calle?

Ante el dantesco panorama insisten en perseguir al personal administrativo y obrero. También al académico -ni hablar en la sede del litoral. La exigencia es la de una absurda, imposible, presencialidad. A veces hay agua, a veces hay electricidad, a veces hay internet, a veces deja de funcionar hasta el correo institucional general por días.

Pues bien, surgidas las rápidas elecciones en la UCV, que la semana próxima elegirá seguramente a Víctor Rago como su rector -ojalá los compañeros ucevistas descubran a tiempo el entramado hegemónico que quieren imponer, incluyendo a la USB y se inclinen por la fórmula más conveniente para la universidad venezolana- nos coaligamos los profesores, estudiantes, egresados y algunos trabajadores para presentar un proyecto ante el Consejo Directivo, emulando el que finalmente aceptaron aplicar en la UCV. Hace más de un mes se lo presentamos al interino y al secretario -única autoridad electa que nos queda- para que fuera discutido y aprobado tan inmediatamente como ocurrió en nuestra hermana universidad. Pues solo con recibirlo se apreciaba ya el desdén. «Déjenlo ahí». Indicando el escritorio de la secretaria. La negativa es lo único que ha prosperado.

Por eso, apelamos a la conciencia nacional. Es preciso salir de este yugo de autoridades interinas e impuestas. En la Universidad Simón Bolívar queremos elegir también a nuestras autoridades;  si nos equivocamos, cosa que no va a ocurrir, habrá chance de cobrarles con votos los errores. Pero ante la insoportable situación solo queda la apelación a la opinión pública, la protesta, el reclamo permanente que hacen y seguirán haciendo más crispado el día a día en nuestra institución, otrora muestra de calidad académica, de excelencia educativa. Elecciones ya en la USB. ¿Me explico?


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