A la medianoche del domingo 28 de julio Elvis Amoroso, presidente del organismo electoral de Venezuela, informó los “resultados” de la elección presidencial, según tendencia “contundente y definitiva” (?) del 80% de las actas: N. Maduro 5.150.092 votos (51,4%), E. González: 4.445.978 (44,2%). No leyó el funcionario (militante del chavismo desde la primera hora, encargado de tareas “duras”) las cifras discriminadas por entidades que sustentaran el anuncio ¡No importaba! Se las habían dictado desde Miraflores cuando concluyó allí la reunión de los usurpadores. Pero, dejaba en evidencia ante el país y el mundo la derrota de su candidato y su movimiento.
El 28 de julio estaba marcado en el calendario chavista como “día del fraude”, o de la infamia (sino del comandante?). Sus dirigentes sabían que no ganarían las elecciones convocadas a deshora y que no podrían modificar los resultados. De creer que tenían alguna posibilidad de lograrlo, habrían adoptado otro comportamiento en los últimos meses. Conscientes del inmenso rechazo popular, jugaron al fraude: modificaron la composición del organismo electoral, negaron el voto a cerca de 5,5 millones de electores (los nuevos votantes y los residentes en el exterior), se apoderaron de los partidos de oposición y sus símbolos, “inhabilitaron” ilegalmente a la candidata designada por millones en primarias democráticas, persiguieron y encarcelaron a los miembros de su equipo y – no debe olvidarse! – atentaron contra su vida (curiosamente, con método similar al utilizado contra calificado luchador democrático en Cuba) ¿Podía esperarse que proclamaran el triunfo del sustituto designado por MCM?
Casi todos los regímenes de “socialismo real”, en Europa o el Tercer Mundo, fueron impuestos mediante golpes de fuerza. Desde el bolchevique en Rusia (disolución de la Asamblea Constituyente en 1918) hasta los cercanos de Cuba y Nicaragua (cuyos líderes prometieron inicialmente instalar sistemas democráticos). Las modalidades son muy diversas. En Venezuela, bajo engaño, se transformó una democracia en problemas en una dictadura apoyada en las armas. Hugo Chávez negó en 1998 que su movimiento pretendiera seguir el modelo cubano (y no incluyó el término “socialismo” en la constitución de 1999). Sin embargo, poco después advertía que su revolución “era pacífica, pero armada»; y en 2009 apeló al fraude para perpetuar su mandato. Nicolás Maduro nunca ha ganado una elección; y el domingo 4 de febrero pasado afirmó: “vamos a ganar por las buenas o por las malas”. Su segundo (Diosdado Cabello) ha repetido que en ninguna forma entregarán el poder.
La campaña emprendida por María Corina Machado – precedida por tiempo de reflexión y preparación – figura entre las acciones políticas más exitosas llevadas a cabo en nuestra historia contemporánea. Puede comparársela con la adelantada por los fundadores del país moderno y democrático. Como entonces fue necesario sembrar ideas y fijar tácticas y estrategias adecuadas. Su empeño en utilizar los mecanismos electorales, sin caer en la tentación de la aventura, y en rechazar cualquier acuerdo con quienes controlan el poder, recuerda la voluntad de Rómulo Betancourt que desde temprano (1932) clarificó métodos y objetivos a sus compañeros de generación (recogidos en varios textos). La campaña de ahora no terminó en fracaso el 28/7. Logró objetivos esenciales. En primer término, la adhesión a la democracia de las clases populares de todo el país: Edmundo González consiguió la más alta votación (alrededor del 70%, casi como R. Gallegos en 1947) en todos los estados.
El movimiento encabezado por María Corina Machado consiguió otros dos propósitos, fundamentales para asegurar la trascendencia del triunfo. De una parte, reveló a los miembros de las fuerzas armadas la ilegitimidad del mandato de Nicolás Maduro. Soldados y generales (como otros agentes públicos) recibieron órdenes para impedir o perturbar la actividad de los dirigentes opositores. Se les hizo cómplices de delito. Pero, luego, fueron testigos privilegiados del triunfo arrollador de Edmundo González. Estuvieron en cada mesa, trasladaron las actas, participaron en los escrutinios. Por otro lado, el entusiasmo despertado en la población por la líder del movimiento, que congregó las mayores multitudes de nuestra historia política, no pasó desapercibido para la comunidad internacional. Sin acceso a los medios de comunicación, controlados por organismos oficiales, utilizó mecanismos alternativos para comunicarse con sus partidarios y para acceder a la opinión pública mundial. Mostró la realidad del país y desmitificó al chavismo.
La campaña de María Corina Machado fue un combate por la libertad y contra el fraude. A partir de su nominación – por 2.253.825 votos (92,35%) en las primarias de la PUD (22.10.2023) – intensificó sus actividades. El régimen pretendió desconocer esos resultados. El Tribunal Supremo de Justicia (30.10.23) “suspendió” sus efectos. Pero, aquella nominación popular se convirtió en un acto político mayor: el inicio del proceso de restauración democrática. En la oposición, MCM apareció como candidata de la unidad y jefe indiscutible: aclamada por los militantes de todos los grupos, se impuso a los comandos partidistas. Y en el país, como la única alternativa ante el chavismo. En las giras comenzó a congregar verdaderas multitudes. Su negativa a negociar con el régimen (como no fuera sobre las condiciones de una transición), le atrajo la adhesión de quienes se sentían defraudados por las promesas de los viejos y los nuevos políticos.
Contra lo acordado en Barbados, el CNE se negó a admitir la candidatura de María Corina Machado. Alegó que se encontraba inhabilitada por decisión (de 13.7.2015) de la Contraloría de la República (organismo incompetente en la materia). Luego (sin ofrecer explicación alguna) impidió la inscripción de Corina Yaris, escogida para sustituirla. El organismo electoral se atrevió, incluso, a sugerir algunos nombres que la Plataforma Unitaria podía postular. Sin embargo, la líder se mantuvo firme: se debía adoptar la vía electoral “hasta el final”, con una fórmula no impuesta por el régimen (y tampoco vinculada a las antiguas estructuras partidistas). Finalmente, las fuerzas democráticas pudieron inscribir la de Edmundo González Urrutia, un diplomático y académico, quien aceptó la responsabilidad (21.4). Durante todo aquel tiempo (octubre 2023-abril 2024), los seguidores de MCM montaron la maquinaria electoral en estados y municipios, mientras “Vente Venezuela” se convertía en el primer partido nacional.
Definida la candidatura unitaria de la oposición, MCM (quien había demostrado su determinación ante el gobierno y los grupos de oposición) cumplió una serie de giras por todo el país: Yaracuy (11-12.4), Sur de Aragua (13.4), Altos Mirandinos (18.4), Biscucuy, Ospino, Turén (26.4), Tucacas, Cumarebo, Coro (1-2.5), Dabajuro, Costa Oriental, Maracaibo (4-6.5), Sabana de Mendoza, Betijoque, Valera, Trujillo (8-9.5), Achaguas, San Juan de Payara, San Fernando (23.5), Puerto Páez, Puerto Ayacucho (24.5), Carora, El Tocuyo, Quíbor, Barquisimeto (28-30.5), Guatire, Barlovento (31.5), Anaco, El Tigre, Ciudad Bolívar (5.6), Ciudad Guayana, Upata, El Callao (6-7.6), Margarita (12-14.6), Valle de la Pascua, El Sombrero, San Juan de los Morros (19-20.6), Tinaco, San Carlos, Tinaquillo (21-22.6), Mucuchíes, Mérida, Tovar, El Vigía (25-27.6), La Fría, Colón, San Cristóbal (28-29.6). Deben agregarse cientos de puntos intermedios. Es de señalar que agentes del poder trataron infructuosamente de impedir el paso de la caravana en cada recorrido.
La campaña oficial mostró la resolución de los venezolanos de vivir en democracia: millones salieron a carreteras, calles y plazas en apoyo a María Corina Machado y Edmundo González. El contacto con el pueblo garantizó el triunfo y el compromiso de defenderlo. Luego de marcha en Caracas (4.7) y asamblea en La Victoria (7.7), tomó impulso en Barinas, lugar de partida no por azar: feudo familiar del “caudillo”, eligió (venciendo el fraude) un gobernador de oposición en 2022. Un cartel callejero lo explicaba: “Si Barinas pudo, Venezuela puede”. A aquella manifestación siguieron otras: Barcelona-Puerto La Cruz (10.7), Valencia (13.7), Guanare (18.7), Maturín (20.7), Maracaibo (23.7) y Caracas (25.7). La dictadura trató de impedirlas, revelando sus temores. Tenía evidencias de su derrota: N. Maduro debió renunciar a asistir a varios eventos (como los de Maracay y San Juan de los Morros) o a comprobar la desafección popular (en Barcelona y Valencia).
Calcularon mal los conjurados. Pensaron que el país aceptaría el fraude (como en ocasiones anteriores). Pero, esta vez era descarada (el usurpador no ganó en ninguna entidad o ciudad importante y apenas en pocos municipios). Además, se tiene las pruebas para demostrarlo. Según actas de 24.243 mesas (80,35% del total), Edmundo González obtuvo 7.086.955 votos (67,23%) contra 3.206.164 (30,41%) de N. Maduro y 248.865 (2,36%) de otros candidatos. No podía esperarse resultado distinto: el pueblo sufre los efectos de la gravísima crisis económica y social causada por la gestión chavista, que ha provocado el éxodo de casi 8 millones de personas.
@JesusRondonN