OPINIÓN

¡El voto madurista!

por Marcos Hernández López Marcos Hernández López

El pasado 21N quedó revelado ante el país y el mundo que los votantes en Venezuela experimentan una parálisis por el cambio de paradigma sociopolítico y una desmotivación conectada a la desesperanza que los lleva a negarse a participar en los procesos electorales. Es significativo apuntar que existen otros factores psicoemocionales que inciden en el momento de votar. La campaña electoral comenzó y terminó en medio de una general apatía en un país que transita una interminable crisis económica, política y social. Más de 21 millones de ciudadanos estaban convocados a las mesas de votación que se habían habilitados en 14.000 centros educativos a lo largo y ancho de todo Venezuela. Al menos 70.244 candidatos de 37 partidos nacionales competían por 3.082 mandatos, según el Consejo Nacional Electoral. Acudieron a las urnas electorales, según el organismo electoral, 8.050.000, lo que revela una decadencia en el capital político electoral de la revolución en comparación con los comicios del 6 de diciembre de 2020, que en un contexto elecciones parlamentaria obtuvo 4.321.975; ahora pasa el 21N en el contexto de los comicios regionales y municipales a 3.722.656, El GPP / PSUV perdió cerca de 1,9 millones de votos en comparación con las votaciones regionales de hace cuatro años. Las divisiones en la oposición se hicieron más evidentes con los resultados del domingo. No obstante,,Maduro continúa ganando en minoría gracias a las divisiones en la oposición, que obtuvo 4.429.137 votos (54.3%) y se traduce en lo cuantitativo en mayoría.

Lo que se llamó el  anclaje popular del chavismo se ha debilitado profundamente con el paso de los años. El gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela está enfrentando dificultades para motivar a sus dirigentes comunales, UBCH y promotores del voto en las zonas de bajos estratos sociales D/E. Sin embargo, con una alta abstención y con solo mover con apoyo de su Big Data lo que les queda de militancia tuvo suficiente para ganar la mayoría de gobernadores y alcaldes.

Pero también es significativo resaltar que existe una oposición en crisis, interpelada, a la que las elecciones le pasaron factura por los errores: perdieron músculo electoral en cuatro años de boicot, anunciaron la participación demasiado cerca de la fecha de la contienda y llegaron a la misma divididos y peleados. Esto conecta. No hay mucha motivación en la población de votar tal vez como por la falta de verdaderos líderes políticos acorde con el momento histórico.

En síntesis, el oficialismo continuó en baja electoral, sus números de votación se desplomaron en balance con procesos electorales recientes. Según el primer boletín del CNE, la tarjeta del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) obtuvo 3,7 millones de votos, cuando, en las regionales de 2017 sumó cerca de 5,6 millones de boletas a su favor. La oposición venezolana suma 117 alcaldías de las 335 que estaban en juego el pasado domingo; según el último boletín oficial: la Mesa de la Unidad Democrática, ganó 59; Alianza Democrática, 37; y otros partidos 21.La oposición acudió a las elecciones regionales y municipales con diversos candidatos, con unidad según los números la oposición hubiese ganado en más de 14 estados de Venezuela, fue una oportunidad para mirar el 2022 año para convocar un referéndum presidencial, el 21N fue una rendija.

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