Pasarán todos los años que le quedan de vida y seguro estoy de que Diosdado Cabello jamás olvidará su viaje a Corea del Norte. Primero, porque tenía tiempo que no salía del país. Viajó a Brasil hace tres años para hacer un negocito con una carne brasileña y unos perniles por miles de millones de dólares.
Bueno es decir que el pernil nunca llegó, la carne vino podrida, la que vino en pie se ahogó en el Amazonas. Ese fue el último viaje de Diosdado a un país democrático, luego vino su viaje a Cuba y ahora este a Corea del Norte. Y es que el mundo se le está poniendo chiquito, como quien dice, el mundo llega hasta El Furrial.
En segundo lugar, porque allí en Corea del Norte, según él, aprendió muchas cosas. Y eso preocupa, porque yo me pregunto y díganme ustedes qué le pudo enseñar el dictador norcoreano a Diosdado Cabello, eso preocupa y muy seriamente.
En Corea del Norte, igual que en Venezuela, no hay libertad de opinión ni de expresión; allí, Kim Jong-un no tiene nada que enseñarle al “nuestro”, pues durante el tiempo que estuvo en Conatel y presidiendo la Asamblea Nacional, en tiempos de mayoría pesuvista, se hizo hábil en eso de dar y quitar el derecho a la palabra cuando le venía en gana y no darle cabida al debate parlamentario para no escuchar la opinión de los opositores.
Como en Corea del Norte, en Venezuela tampoco hay libertad de elegir, pero allí es poco lo que tiene que decir el norcoreano al nacido en El Furrial, quien es todo un maestro en eso de no salir electo, ni siquiera por sus correligionarios, y ocupar el cargo para el que no fue votado. Ahora, si no le enseñó nada en áreas donde él es un discípulo aventajado, qué digo discípulo aventajado, él es un maestro, qué cosa pudo enseñarle el gordito de Norcorea al gordito de El Furrial.
He allí la preocupación, pues noticias hay aterradoras, como aquella del tío al que acusó de traición a la patria y asesinó echándole una jauría de perros hambrientos. Este parece el método que más le gusta al norcoreano, pues se divierte muchísimo y goza una y parte de la otra mientras los perros se almuerzan a sus enemigos políticos de turno.
Kim Jong-un es un estudioso de la tortura en las diferentes etapas de la historia política de la humanidad. Así, por ejemplo, se adentró en las peores torturas que se infligían en la Santa Inquisición, de allí retomó y modernizó con tecnología de punta “el Potro”, esa clásica tortura medieval que consistía y consiste en que “la víctima era atada de pies y manos a los dos extremos de un aparato. Era estirada lentamente hasta que todas sus articulaciones se dislocaban”. Se fanatizó con la llamada “la Cuna de Judas”, muy utilizada por la Santa Inquisición y que realmente era y es espeluznante: “Ataban a las víctimas por las muñecas, las levantaban con una polea y después las dejaban caer sobre una pirámide muy puntiaguda…”. El dictador norcoreano se ha paseado por los más crueles métodos modernos, como el “submarino” o ahogamiento, “el walling”, “el aislamiento”, etc.
Claro, hay que decir también que de las cosas que había que aprender en eso de torturar al prójimo, los cubanos han sido unos maestros de nuestros cuerpos de seguridad y policías locales en las más sofisticadas técnicas que a ellos les han rendido mucho fruto en la isla. Pero a lo mejor el régimen podría estar pensando que le hace falta la sabiduría oriental, en aquello de perseguir a sus enemigos y hacerlos desaparecer.
Confieso que de allí mi preocupación con esa afirmación de admiración y entusiasmo por el régimen norcoreano, por más nada. Afortunadamente el mismo Diosdado ha dejado claro que lo que más le impresionó de Corea del Norte fueron sus calles limpiecitas, sin un papelito y sin una hoja de árbol. Cuestión que ha hecho que Maduro ordenara el viaje de una comisión integrada por los alcaldes y gobernadores, naturalmente chavistas, para que al menos aprendan a barrer y recoger la basura y eliminen la mugre que hoy llenan las calles del país. Realmente me había asustado.
Nota al margen: Está demás decir que tal comisión será presidida por el mismo Diosdado, quien al parecer ya ha buscado cupo para la escuela de sus nietos y él mismo se ha inscrito para comenzar en enero en el “centro electrónico del idioma coreano”. El coreano parece muy difícil, aunque se me ha informado que después de la cena le dijo al dictador: “Hwajangsil-i eodie iss-eoyo? Es lo único que aprendió a decir, obligado por la ingesta de la comida coreana y que traduce: “¿Dónde quedan los baños?”.