La gira emprendida por el presidente (e) Juan Guaidó que lo llevará a Colombia y a varias capitales europeas es una decisión acertada y valiente.
Una de las consecuencias negativas del régimen chavista es la progresiva conversión del Estado venezolano en uno forajido, proceso que ha avanzado tanto hasta constituirse en una verdadera amenaza internacional. Y ese avance se debe, entre otras razones, a que las respuestas al respecto de la comunidad internacional democrática han sido insuficientes en magnitud y grado. Ya no basta con las condenas públicas, los llamados al diálogo y a la negociación -verdadero mantra con el que la comunidad internacional pretende resolverlo todo, aun cuando su viabilidad sea saboteada o instrumentalizada por una de las partes, como sucede con el chavismo-, tampoco las sanciones personales a capistotes y relacionados de los diversos regímenes forajidos existentes. La insuficiente reacción internacional a los viejos y nuevos actos y atropellos rojos a la Asamblea Nacional confirman la insuficiencia de la que hablamos.
El régimen ha pisado el acelerador en su propósito continuista porque confía (tal como hemos afirmado en otras ocasiones) en que la reacción internacional se mantendrá dentro de los mismos parámetros, que no afectan de manera significativa la gobernabilidad del país.
Entiendo que la gira del presidente Guaidó tiene como objetivos reforzar la solidaridad con la causa democrática en Venezuela, explicar con claridad la situación actual y los propósitos del chavismo, construir una mayor y mejor coordinación con los aliados, lograr un incremento de calidad en la presión hacia el régimen sobre todo de parte de la Unión Europea… Y nada mejor que hacerlo in situ, cara a cara con los líderes democráticos del mundo. Es por ello que calificamos de acertada la gira presidencial.
Es valiente también, porque hay que recordar que sobre su persona pesa una ilegal prohibición de salida del país decretada por la dictadura. Por tal contravención el viaje no está exento de riesgos tanto personales como políticos. Entre los últimos está la posibilidad cierta de que se le impida el regreso al país o que sea privado de libertad, amenaza proferida varias veces por voceros de la nomenclatura; en lo personal porque no se puede descartar que su integridad física puede ponerse en riesgo a su regreso.
Hacemos fervientes votos porque tal iniciativa redunde en beneficio de la lucha por el cambio político.