Para los venezolanos no es una novedad lo que afirma el Comité de Familiares de Víctimas en su más reciente informe sobre violación de derechos humanos. Y el ejemplo que confirma lo que dicen es el caso de los cinco detenidos de la organización no gubernamental Azul Positivo.
“Podemos decir que hay una política de Estado que procura, está dirigida, a cerrar los espacios democráticos, estigmatizando a las organizaciones de derechos humanos y a las personas defensoras de derechos humanos como enemigos”, dijo la directora de Cofavic, Liliana Ortega, en la presentación del informe que realizaron conjuntamente con la Organización Mundial contra la Tortura y la Vicaría de Derechos Humanos.
Es una afirmación muy grave que respaldan con números. Pero más allá de las estadísticas, la persecución que mantiene el régimen en contra de los que luchan por hacer respetar los derechos de los venezolanos es palpable todos los días.
Las más recientes víctimas de esta política –en tanto que son acciones sistemáticas que se han mantenido en el tiempo y que pareciera que responden a un plan– son los activistas de Azul Positivo, acusados de asociación para delinquir. ¿Cuál es su delito? Reclamar el derecho a la vida que tienen los portadores del virus de inmunodeficiencia adquirida que, como muchos otros enfermos crónicos, fueron abandonados por el régimen que no hacen nada para proveerlos de los tratamientos que necesitan.
Alzar la voz, exigir el respeto de los derechos siempre ha sido un delito para regímenes autoritarios, aunque les pongan otro nombre. Por eso es que afirmamos que a los venezolanos el informe solamente les aporta números, pero las víctimas son de carne y hueso. Son muchos los activistas de los derechos humanos que han salido en defensa de los ciudadanos y que han encontrado como castigo la cárcel y hasta la tortura. Pero no por eso dejan de levantar la voz y por eso son admirables.
Lo que le molesta a los del régimen es que muchas de estas organizaciones reciben fondos de otras ONG extranjeras para hacer el trabajo que ellos no hacen. Llenan vacíos importantes en cuanto a la atención de los más necesitados. Y esa rabia que generan en la cúpula rojita lo que hace es confirmar que a ellos no les importa el bienestar de los venezolanos, sino todo lo contrario. Los quieren arrodillados y humillados.
Pero mientras existan valientes que se atrevan a señalar a los verdaderos violadores de derechos humanos, como Cofavic, Azul Positivo y muchas otras ONG, el mundo se enterará de lo que el régimen es capaz y de la urgencia que tienen los venezolanos de un cambio.
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