(1) Independientemente de cuál sea el resultado de la próxima elección presidencial en Venezuela, María Corina Machado merece un reconocimiento especial de los venezolanos y demócratas del mundo entero. Todo el tesón y ánimo que ella ha puesto de manifiesto para que se restablezca la democracia en nuestro país tiene un valor histórico que siempre será recordado. De nada le han valido al régimen de Nicolás Maduro las múltiples marramuncias puestas en práctica hasta ahora. Basta con mencionar una reciente: la pretensión de encarcelar a figuras allegadas a María Corina y que han trabajado sin descanso para ella, las cuales están a buen resguardo en el consulado de Argentina, acá en Caracas. A pesar de los pesares, nuestra líder se mantiene activa y firme, apoyada en un respaldo popular que no ha dejado de manifestarse y crecer a lo largo y ancho del país. Ni más ni menos, estamos hablando de una candidata valiente y guerrera que está apoyada por un pueblo valiente y luchador. Así las cosas, las esperanzas de los venezolanos crecen y crecen, sin parar. ¿Podrá Maduro y su combo voltear la tortilla? Tenemos muy claro que los actuales gobernantes tienen el poder armamentístico para hacerlo, pero el embrollo de marca mayor que se pueda armar dislocaría severamente o incluso acabaría con todos ellos. Lo mejor es que piensen muy bien lo que finalmente van a poner en práctica puesto que, como dicen por allí, los deseos no empreñan y la vida de Maduro y su grupo acá en Caracas o en Cuba, si esto último es lo que prefieren, son sin duda mejores opciones.
(2) Como ya indicamos, compatriotas que asesoran a María Corina (Magalli Meda, Claudia Macero, Humberto Villalobos, Omar González y Fernando Martínez Montolla) se vieron obligados a refugiarse en la Embajada de Argentina, en Caracas. El gobierno del presidente Miley dejó muy en claro que todos ellos habían sido acogidos en dicha embajada y exigió que se les permitiera salir del país rumbo a Argentina. Como siempre ocurre con las dictaduras extremistas, la respuesta fue negativa. El exabrupto no tiene perdón celestial. Sin embargo, ha quedado de manifiesto que el régimen tiembla ante el avance que no para de nuestra prominente líder política. Ante lo acontecido, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) tienen la última palabra.
(3) En un estado de normalidad, nuestro proceso eleccionario sería un festejo de principio a fin: el gobierno acepta su derrota, entrega el bastón de mando en un corto plazo y se retira a descansar. Lamentablemente, quienes dirigen el régimen extremista no hacen más que actuar con alto grado de perversidad. Aún perdiendo la elección presidencial tienen dispuesto por ley que ellos aprobaron permanecer en el “coroto” varios meses. De manera que cualquier cosa puede pasar, especialmente la aparición nada sorpresiva de trampas y marramuncias de todo tipo. Esa es una realidad con la cual nos enfrentaremos y que la cadena de acontecimientos determinará. Lo anterior es más que suficiente para no confiarnos en extremo.
(4) Lo que tenemos por delante son días difíciles, razón suficiente para prepararnos con antelación y no dejarnos sorprender. En ese sentido, el apoyo de las democracias del mundo entero es fundamental. Maduro y los suyos deben recibir el mensaje demócrata: si imponen sus triquiñuelas, medio mundo se les vendrá encima y su días de permanencia en Miraflores estarán contados. Lo que tenemos por delante es un juego duro. Así lo ve este escribidor.