La arrogancia, el abuso, la soberbia, el despilfarro, la corrupción, la presión permanente, el hambre, la pobreza, la mentira, la precariedad, la manipulación, la humillación incesante y el control social que ejercen, desarrollan y practican todos los líderes del oficialismo encabezado por el candidato Nicolás Maduro, han establecido una ruptura total, visible, tangible e irreconciliable de la sociedad venezolana con el modelo fracasado, inhumano, revolucionario y socialista que ilusoria y forzadamente pretende dar continuidad a la agonía, desmantelamiento y destrucción de una nación, secuestrada, asfixiada, devastada, dividida y saqueada sin misericordia por más de dos décadas.
El fenómeno político avasallante, sin precedentes, encarnado por María Corina Machado, sustentado en el innegable respaldo popular y general del país, creó una crisis y desestabilización estructural y emocional en los cimientos de la revolución bolivariana que llegó, como una maldición, para dar inicio a una era trágica en la historia de Venezuela. Hoy, debido a sus escasos resultados, abusos e injusticias, vive su peor momento y se prepara para recibir una derrota contundente, impulsada por la vía electoral pese a las circunstancias de ventajismo obsceno, manipulación y control del sistema electoral y la crisis global del estamento político partidista en Venezuela, tanto del degradado y desgastado oficialismo como de la oposición. Esta última vulnerable, disminuida, desarticulada, judicializada que en sus diferentes vertientes o grupúsculos toman aire, pactando con el gobierno de turno o medrando en las orillas del oportunismo ante el fuerte rechazo plenamente identificado, donde los venezolanos se declaran antipartidos y entregan su esperanza a la dirigencia emergente que ha dado muestras claras de compromiso, respeto y cohesión, con lo que esperan más de 30 millones de venezolanos, que en líneas generales anhelan y quieren ser corresponsables y protagonistas del cambio, la transformación, la depuración, la correcta aplicación de la justicia y una reforma profunda del Estado que erradique la corrupción y la desigualdad, reinstitucionalice el país, fomente y consolide la descentralización para darle bienestar a las familias venezolanas y poder a las regiones de acuerdo con sus potencialidades, librando así a la nación del nocivo centralismo y la blinden contra el comunismo pervertido y la izquierda populista y degenerada, que hace estragos en Venezuela y el mundo.
Las familias fragmentadas, vulneradas por las políticas fallidas de Chávez y su heredero Nicolás Maduro se han manifestado contundente, sostenida y progresivamente en impulsar, respaldar y consolidar un cambio aportando sus esfuerzos en torno a lo que representa el sentimiento y liderazgo de María Corina Machado y Edmundo González, quienes junto al pueblo venezolano en la calle, acertadamente han sorteado y vencido todos los obstáculos que ha puesto su adversario y la institucionalidad que maneja y controla a su antojo y satisface vergonzosamente todos sus caprichos.
Un presidente que aspiraba reelegirse por la fuerza y la intimidación, que se rodea de militares y policías para en teoría impactar y pretender potenciar su figura de esa manera, finalmente da un mensaje revestido de debilidad, inseguridad y a la vez de exacerbado autoritarismo, de mayor entrega al militarismo desnaturalizado y desnacionalizado que desplazó al civilismo en el ejercicio de la función pública, no precisamente para bien, que obviamente mostrando este escenario promete en el fondo un control férreo de mayor grado, que superaría el hasta ahora conocido, hacia el futuro en un supuesto negado de ganar las elecciones. Cosa que nadie quiere, la mayoría de los venezolanos rechaza y que contraviene el texto constitucional mil veces violado por la revolución desdibujada y engañosa de la que todos ellos forman parte.
El candidato también presidente que abierta y públicamente se expresa inadecuadamente frente al país, con expresiones y ofertas efímeras, estrafalarias y en el mayor de los casos incumplibles, sin medir las consecuencias y contraviniendo todas las y normas formas que debe guardar un primer mandatario que se respete y respete a la población que pretende cautivar se puede considerar que perdió la perspectiva, reconoce su desgobierno y está tirando los restos.
Un candidato que dice que ama a los venezolanos pero los maltrata bajo un esquema de control social severo y los priva de sus derechos constitucionales, que los igualó a todos en la pobreza y los despojó de su bienestar y oportunidades de progresar, sin ninguna política salarial y de beneficios acertada, lógicamente no goza de popularidad y mucho menos de respaldo o alguna consideración.
Luego de más de una década de ejercicio del poder del madurismo, basado en echarle la culpa a otros, en especial al imperio norteamericano, todos antagónicos a quienes han invadido nuestro territorio como los cubanos, chinos, rusos, turcos, fuerzas irregulares entre otros, la mentira y la indolencia cabalga en todos los poderes públicos, todos tolerantes y permisivos con el autoritarismo a todas luces entreguista que ha jugado en contra de los intereses del país y en beneficio de una nueva clase social y política, donde todos sus integrantes se convertidos en los máximos exponentes y promotores de los antivalores, enemigos de la democracia y carceleros de un pueblo hoy decidido a liberarse del yugo del mal.
Cada ciudadano, sin importar su edad, lleva una profunda herida, marcada y dejada por la revolución y en este momento electoral cada venezolano habilitado para votar, consciente y nacionalista, pasará su factura, para por fin reivindicarse en unidad nacional, luego de sufrir, padecer y aguantar tanto daño infligido por quienes se adueñaron del país, maltrataron y desmoralizaron a su población y obligaron a millones a migrar forzados ante el futuro incierto que se vive y siente con Maduro y el socialismo retrogrado en el poder.
Edmundo González y María Corina Machado representan el antagonismo al madurismo su oferta electoral se basa en lograr el reencuentro entre los venezolanos, la atención urgente a la crisis humanitaria que está arraigada y enquistada en la población y se ha intentado invisibilizar por la irresponsabilidad de quienes la crearon, fomentaron y sostienen de manera inhumana, quienes hoy, gracias a Dios y el esfuerzo de todos, están de salida del poder y la conducción del país.
Quien pueda leer esta líneas lo estará haciendo a pocas horas del día de la libertad, el 28 de julio del año 2024. Tantos años de carencias y violaciones de derechos, muertes de venezolanos buscando la libertad, de centenares de presos políticos, miles de hombres y mujeres con sus familias en el exilio, injusticias cometidas por la revolución en detrimento de los venezolanos, degradación de nuestra historia republicana, saqueo de nuestras riquezas y tantas cosas de las cuales hemos sido víctimas todos los venezolanos y que nos llevaría miles de páginas para describirlas tenemos el deber de agotar todas nuestras fuerzas con nuestro empeño en que la elección del nuevo presidente que será Edmundo González Urrutia sea un éxito rotundo, inviolable, innegable, impostergable, invulnerable, incuestionable y contundente pese al ventajismo y las adversidades que sabemos que vamos a vivir
No permitamos que la manipulación, la presión y la desinformación nos saquen del foco de atención. Todos a votar temprano y masivamente. Un día de cola, participación activa y colaboración en cualquier área involucrada en este proceso electoral, dedicado a la libertad de Venezuela, de la cual todos formamos parte, con la seguridad que nos libraremos del mal que nos agobia y donde convertiremos en historia la trágica y falsa era revolucionaria. Bien vale la pena ser protagonista de este relevante hecho histórico, que marcará pauta y se convertirá en ejemplo para otras regiones que padecen y pueden hacer lo mismo. Parece mentira esta realidad que estamos viviendo, producto de la unidad ciudadana y que ya tenemos en puerta y en las manos de cada uno de nosotros. Todas las circunstancias principalmente el declive, desgaste, resquebrajamiento, desmoralización y desmotivación de las también afectadas y víctimas fuerzas revolucionarias, sumadas a la voluntad inquebrantable del oprimido pueblo venezolano, quienes con tiempo asumieron este compromiso con renovada fe y esperanza. Como un hecho inédito ambas tendencias en pugna histórica y permanente han venido convergiendo para darle respuesta al país de manera directa o indirecta, con conocimiento de causa o simplemente aportando por omisión, teniendo claro que 6 años más de Maduro en el poder sería un error imperdonable para quienes tienen la posibilidad de salir de él y lo que representa.
Los ojos del mundo están puestos en Venezuela y su proceso electoral presidencial las encuestadoras nacionales, regionales e internacionales dan como ganador por amplia e inalcanzable ventaja a Edmundo González y pese a los discursos del candidato oficialista y sus colaboradores que subestiman la realidad, Maduro finalmente imposibilitado de ganar las elecciones reconocerá el resultado que ya se tiene desde hace meses y que todos lo conocen incluyendo la comunidad internacional, pero que se hará oficial por el anuncio del cuestionado ente rector siempre considerado como apéndice del chavismo.
Todo lo planificado estratégicamente por el oficialismo no ha surtido un efecto importante entre sus disminuidos seguidores y mucho menos en el electorado global del país y sus pretensiones conocidas por sus actuaciones arbitrarias no podrán finalmente materializarse y les corresponderá asumir su derrota para alivianar la carga que representa las ya incalculables acusaciones y señalamientos que pesan sobre ellos en el país y en otras regiones del mundo.
Vamos a ganar. Los primeros que conocerán el «Hasta el final», consigna de María Corina Machado, son los oficialistas, que el 28 de julio verán llegar al final la inefable y casi extinta revolución bolivariana que objetivamente no cumplió los objetivos planteados y tendrán que pasar, por ahora o quizás para siempre, a la oposición.
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