La guerra entre Nicolás Maduro y Diosdado Cabello es real y es a muerte. Entre risas postizas y abrazos incómodos estos dos prestidigitadores intentan ocultar una lucha por el control del Estado chavista y del PSUV que comenzó el día que el régimen anunció oficialmente el fallecimiento de Hugo Chávez. Maduro logró la ventaja inicial al ser designado por Chávez como su sucesor por encima de Cabello. Este último quedaba así desplazado, pero no neutralizado al recibir el control del PSUV, soporte partidista y clientelar del régimen. Quizás pensando en cómo sostener en el tiempo su modelo político es posible que Chávez haya intentado deliberadamente crear una relación dialéctica entre gobierno y partido donde, al estar en manos de dos de sus operadores con habilidades diferentes, ambos se pudiesen controlar mutuamente.
Más allá de las intenciones que hayan podido motivar las últimas decisiones de Hugo Chávez está una realidad que se ha ido configurando y adquiriendo tonos y matices cada vez más precisos en los últimos años. Nicolás Maduro a la cabeza del Estado chavista emprendió bien temprano una carrera para cambiar a las Fuerzas Armadas de chavistas en maduristas y aislar dentro del régimen y del propio PSUV al único candidato natural a disputarle el poder: Diosdado Cabello. Por su parte Cabello se atrincheraba en su novel programa de televisión Con el mazo dando, desde el cual trataría de posicionarse como más chavista que Chávez y con defensas más lúcidas y elocuentes de las políticas del régimen que el propio presidente Nicolás Maduro.
Por su naturaleza y composición el destino del régimen chavista está irreversiblemente atado a lo que pase en el seno de sus Fuerzas Armadas. Esta premisa es parte del abecé diario en la cultura chavista y debería serlo para todo aquel que desde afuera se quiera aventurar a especular sobre cómo podría terminar esto. Chavistas experimentados como Nicolás Maduro y Diosdado Cabello saben perfectamente que la suerte del régimen y sus cúpulas se decide permanentemente en la arena militar. De la fuerza que tengan esas fuerzas armadas para imponerse sobre la población civil depende la estabilidad del régimen. Quien controle a los comandantes y operadores de la pirámide militar tendrá el control a su vez del Estado chavista y sus estructuras.
El objetivo doble de ganar el control total de las fuerzas armadas y neutralizar a Diosdado Cabello como adversario ha llevado a Nicolás Maduro a represar los ascensos militares para privilegiar la lealtad a su persona por encima del profesionalismo y la capacidad. El resultado es que en los últimos años las fuerzas armadas chavistas han experimentado un inevitable anquilosamiento y decrepitud al perpetuar en posiciones de comando a los incondicionales de Nicolás Maduro relegando a cientos de oficiales a quienes se les pasa el tiempo esperando por un ascenso.
Cualquier oficial que no sea abiertamente madurista y lo exprese públicamente hasta el cansancio es por defecto sospechoso de estar en el grupo de Cabello con lo cual su carrera militar queda prácticamente decidida, a menos que haga actos públicos y notorios de arrepentimiento y conversión. En esto el ministro de la Defensa, general Vladimir Padrino López ha resultado un extraordinario aliado de Nicolás Maduro. Padrino López ha firmado resoluciones para pasar a retiro, castigar y premiar oficiales con ascensos y condecoraciones en base a su lealtad personal con Nicolás Maduro. Padrino López es una suerte de garantía en las Fuerzas Armadas chavistas que ningún impuro se vaya a filtrar en los ascensos.
La totalidad de la promoción del teniente Diosdado Cabello fue pasada a retiro, sin aviso y sin protesto, un buen día de julio de 2020. Aun cuando les quedaban años de servicio, 53 oficiales de esa promoción fueron desactivados sin ninguna explicación. El 8 de julio de 2020 por primera y única vez Diosdado Cabello suspendió la transmisión de su programa Con el mazo dando alegando una supuesta alergia. Ese fue el día que Maduro de un solo plumazo sacó de circulación a los operadores militares de Cabello. Todo un día de especulaciones y rumores el sobre último round entre Nicolás Maduro y Diosdado Cabello terminaba con un dramático y críptico mensaje de este último publicado en su cuenta de Twitter: “La mata de aguacate es de polinización cruzada, es decir, requiere tener cerca otra mata de aguacate para que intercambien el polen y puedan echar aguacates, de lo contrario echarán flores pero no cuajarán frutos”. Para el buen entendedor pocas palabras bastan. Es quizás la única vez que Diosdado Cabello haya reconocido públicamente la guerra sorda en la cual está enfrentado a Nicolás Maduro por el control del Estado chavista.
Años más tarde se repetiría la misma jugada, esta vez para pasar a retiro a los compañeros de promoción de José David Cabello, hermano de Diosdado Cabello. Algunos operadores, civiles y militares, de Cabello que aún quedaban enquistados en diferentes dependencias del Estado chavista han sido removidos. En un rápido repaso del organigrama del Estado chavista se puede apreciar que a Diosdado Cabello ya no le quedan fichas en el Alto Mando Militar, Ceofanb, Tribunal Supremo de Justicia, Consejo Electoral o la Asamblea Nacional donde hasta él mismo fue liquidado para darle paso Jorge Rodríguez, operador de mayor peso e influencia en el régimen.
Para sobrevivir y mientras espera infructuosamente que los planetas le cambien el destino, Diosdado Cabello se ha refugiado en una especie de boxeo a la sombra o una danza de tango obligada donde sin duda Maduro marca el paso. Mientras Nicolás Maduro y la macolla de los hermanos Rodríguez (Jorge y Delcy) se reparten el poder y ya tienen fecha para el ajuste de cuentas definitivo, a Diosdado Cabello solo le queda refugiarse en su programa de televisión Con el mazo dando. Allí proyecta desde años videoclips del político opositor Alberto Franceschi cuidadosamente seleccionados atacando a Nicolás Maduro y la corrupción en las Fuerzas Armadas chavistas. En el fondo Diosdado Cabello le tiene que dar la palabra semanalmente en su programa a Alberto Franceschi para que este le diga a los chavistas lo que Cabello quisiera decir, pero no puede.
Si no hay situaciones sobrevenidas o imprevistas en la economía o en el ecosistema militar la macolla Maduro-Rodríguez-Padrino aspira a celebrar su fraude electoral sin contratiempos en diciembre del 2024. Con una falsa oposición amaestrada y sin resistencias significativas en lo internacional el régimen chavista intentara emprender una purga definitiva en el 2025 para mutar a su fase plenamente madurista. El tiempo que nos separa es lo que en teoría le quedaría a Diosdado Cabello para seguir bailando con Nicolás Maduro un tango a juro o hacer otra cosa.
@humbertotweets