Según Danny Paskin, en su trabajo publicado en el Journal of International Communication, Volume 16, de 2010, y titulado ¿Cómo es la cosa?: un análisis de los comentarios de los lectores en los periódicos estadounidenses más vendidos (Saywhat?: Ananalysis of readercomments in bestselling American newspapers), desde su primera presencia en línea, los periódicos estadounidenses han hecho todo lo posible para que los lectores se involucren más con sus historias. Entre las muchas herramientas utilizadas, los periódicos comenzaron a permitir que los lectores publicaran sus comentarios sobre artículos en línea, no solo para ser más inclusivos, sino también para revitalizar el concepto de periodismo ciudadano, en el que los lectores pueden contribuir activamente y ayudar a la cobertura de las noticias.
Unos años después, específicamente el 25 de septiembre de 2015, apareció en The Guardian un artículo titulado «¿Es aconsejable que los sitios web de noticias impidan que la gente comente los artículos?» (Is it really wise for news websites to stop people from commenting?), por Roy Greenslade. Y es que un grupo de periódicos canadienses decidió desactivar su sistema de comentarios en línea: la cadena Sun, que tiene títulos en Toronto, Ottawa, Calgary, Winnipeg y Edmonton, anunció que había eliminado la posibilidad de hacer comentarios.
En efecto, James Wallace, vicepresidente editorial de la cadena para ese entonces, escribió: «Nos enorgullece recibir críticas, especialmente cuando provienen de nuestros lectores. Sin embargo, el uso cada vez mayor de los paneles de comentarios de Sun para ataques personales anónimos, negativos e incluso maliciosos, aunque sea por una minoría, nos ha llevado a concluir que nuestro actual sistema de comentarios no sirve a los intereses de la mayoría de nuestros lectores. Por tanto, hemos decidido, por el momento, no permitir más comentarios en la mayoría de los artículos en línea hasta que encontremos una forma mejor y más responsable para que nuestros lectores interactúen con nosotros y entre ellos».
Apartando el controversial tema de la censura, el artículo de Greenslade suministra un par de argumentos con base en los cuales es posible inferir que no es buena idea eliminar los comentarios. Un argumento es que una buena comunidad de lectores representa un buen potencial de monetización. En consecuencia, decirle a dicha comunidad que se vaya al carrizo deprime el potencial de monetización. El otro argumento es que los comentarios de los lectores, al menos los comentarios de una gran mayoría, constituyen también contenido.
En la actualidad, y relacionado con el tema de los comentarios, queda un tema sin resolver: el del anonimato. Algunos creemos que el anonimato conduce a veces a un comportamiento no-civilizado y a una mayor probabilidad de ver o experimentar agresión verbal, o la falacia ad hominem, en los comentarios. Lo cierto del caso es que la mayoría de los editores y escritores toleran y aceptan el comportamiento no-civilizado en la sección de comentarios. Esto se debe al hecho de que tal comportamiento es subjetivo, y eliminar esos comentarios puede conducir a acusaciones de parcialidad y censura.
En Hilos en deliberación: un análisis textual de comentarios de noticias en línea (Threads of Deliberation: A Textual Analysis of Online News Comments), su trabajo de grado presentado a la Facultad del Colegio de Comunicación Scripps de la Universidad de Ohio, para obtener su título de Maestría en el año 2013, Suzanne R. McMillen presenta un estudio exploratorio sobre las propiedades deliberativas de la interacción social en los hilos de comentarios en línea. En el trabajo McMillen encuentra que, en su forma más extrema, los foros de comentarios son un caldo de cultivo para expresar la frustración, y materializar la hostilidad y los ataques personales.
Ahora bien, el hecho de que más de 75% de los comentarios incluidos en su estudio se publicaron como respuestas a otros comentarios, sugiere que los foros de comentarios en línea no solo se utilizan para que las personas expresen furibundamente frustraciones y opiniones sobre lo que leen o creen: muchos usuarios parecen estar prestando atención a lo que otros están diciendo y luego respondiendo, respetuosamente, en consecuencia.
Sin embargo, ese no es el caso del lector con el seudónimo Danilo Tortosa. Este lector no sabe hacer otra cosa que materializar sus comentarios utilizando la falacia ad hominem. Los argumentos ad hominem se clasifican como un subtipo de la falacia de la irrelevancia, ya que contienen información que no es directamente relevante para la discusión en cuestión.
Hay que decirlo, y en algunos casos, los argumentos en contra de la fuente de información pueden ser relevantes para la discusión. Mientras sean relevantes, y mientras la persona que los usa explique por qué son relevantes (he aquí el pequeño detalle), el uso de tales argumentos no es lógicamente falaz. Sin embargo, este tampoco es el caso de Tortosa.
Sus permanentes falacias ad hominem permiten inferir que estamos en presencia de un peculiar «sabelotodo». En consecuencia, quizá la raza humana, en general, y los venezolanos, en particular, nos beneficiaríamos todos si Danilo Tortosa, con su inteligencia mayor que la media del resto de los lectores, comenzara a inundarnos con su sabiduría y conocimientos, mediante artículos que, seguramente, El Nacional le publicaría con gusto y probado que saliera del anonimato. Pero no, su necesidad de destacarse dañando, o tal vez su temor o su intolerancia a ser cuestionado (un psicólogo bien podría decir que se trata de un PhD con problemas de autoestima) le hacen preferir lanzar botellas desde las gradas: es más cómodo y lo que es mejor, más seguro.
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