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El triángulo eficaz para el desarrollo integral

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El desarrollo integral o desarrollo humano integral se refiere al proceso que promueve la realización plena de cada persona humana y de todas las personas humanas, en armonía con los sistemas naturales de los cuales somos parte. Se trata de una andadura, de una manera de existir y convivir, de un estilo de vida que tiene que ver con el respeto a la dignidad de la persona humana, la búsqueda del bien común, la vigencia del principio de subsidiariedad y la convivencialidad.

Es desarrollo porque busca la plenitud, la armonía y la perfectibilidad de la persona humana y de la sociedad; es integral porque se refiere a que cada quien pueda encontrar en su comunidad las oportunidades de desplegar sus potencialidades. Tiene que ver con el bien común porque el desarrollo de cada individuo sólo se logra en solidaridad con los demás y el adecuado provecho de los bienes compartidos.

También es fundamental en el desarrollo humano integral el respeto al principio de subsidiariedad, entendiendo que cada persona es libre y responsable de su propio proceso de desarrollo, en el marco del lugar donde vive y convive para que todos encuentren las mismas oportunidades. Que la familia y el lugar son el punto de partida de ese despliegue de las capacidades de cada persona y que el Estado, como creación humana, está al servicio de las personas y del bien común. Y la convivencialidad, que es la capacidad de las personas de interactuar de manera autónoma y creativa en el entorno, un concepto que se acerca al de capital social.

Son muchos y diversos los procesos que van marcando los logros del desarrollo integral, pero tres de ellos reúnen en sus concepciones los fundamentales: la sustentabilidad, el capital social y la economía humana. Estos procesos no tienen separación alguna y que se mezclan y entrecruzan continuamente, retroalimentándose mutuamente y desplegando una dinámica virtuosa que potencian los procesos de construcción del bienestar social y ambiental que constituye, al fin y al cabo, los fines del desarrollo. Que todos y cada uno tengamos la posibilidad de una vida digna.

La sustentabilidad es todo aquello que permita que hoy se pueda vivir bien y que esa posibilidad se mantenga en el tiempo. La definición más extendida es la adoptada en los diversos documentos de las Naciones Unidas: “La sostenibilidad es el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones, garantizando el equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social”.

La economía humana es aquella que busca producir bienes y servicios para la satisfacción de las necesidades humanas, que sean beneficiosas en términos financieros, sociales y ambientales, respete la dignidad de la persona humana y los ecosistemas naturales. Es una economía orientada a la producción, distribución y consumo de bienes y servicios que satisfagan las necesidades axiológicas de: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad; y las necesidades existenciales de: ser, tener, hacer y estar, el marco conceptual del desarrollo a escala humana propuesto por Manfred Max-Neef, Antonio Elizalde y Martin Hopenhayn.

El capital social se refiere fundamentalmente al clima de confianza en que viven las personas en su familia, su comunidad y su país; así mismo la calidad de las relaciones entre las personas de una comunidad, la densidad de su tejido social y el grado de participación solidaria por el bien común; también la calidad institucional que se tiene en el país y que merece la confianza de los ciudadanos, esto es nada más y nada menos que libertad, democracia y justicia.

Como se puede apreciar, en este triángulo eficaz, virtuoso y fundamental para lograr el desarrollo humano integral, no está el tamaño del país, ni la cantidad de riquezas que tenga, ni el color predominante en la piel de sus habitantes, ni su idioma o credo, ni los héroes militares que adornan sus plazas. Están, sí, los valores predominantes en su quehacer cotidiano.

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