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El trabajo ya no será un lugar: la economía gig y la extinción de las oficinas

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En la actualidad, vivimos en un mundo en radical reinvención debido a los avances tecnológicos. El trabajo no es la excepción y en menos de una década veremos como el trabajo evolucionara de formas inimaginables. La naturaleza del trabajo tal y como la conocemos está ya experimentando una metamorfosis sin precedentes. Según un estudio de MBO Partners, en el 2025 más de 60 millones de estadounidenses (40% de la fuerza laboral del país) serán trabajadores independientes y en la próxima década, 77% de los trabajos podrán ser hechos de manera remota a nivel mundial.

Solo durante 2021, 59 millones de personas se unieron a la «Gran Renuncia» en EE. UU., abandonando empleos tradicionales en busca de mayor flexibilidad y mejor calidad de vida. El trabajo remoto se aceleró y consolidó con la pandemia de COVID-19 demostrando que la productividad no depende de compartir un espacio físico.

Algunos expertos comparan este momento histórico con la Revolución Industrial de los siglos XVIII y XIX. Del mismo modo que las fábricas reemplazaron al trabajo artesanal, la tecnología actual -inteligencia artificial, internet ultra-rápido, 5G, computación ubicua- prometen alterar nuestra relación con las «oficinas».

Herramientas como Upwork, Fiverr y Freelancer han reducido drásticamente las barreras de entrada al mercado de servicios freelance. Plataformas como Uber son indicios de una economía bajo demanda cada vez más distribuida e hiperescalable.

Los defensores de este cambio disruptivo argumentan mayores niveles de autonomía y autorrealización. Por otro lado, sus detractores alertan sobre la precarización laboral, la desigualdad de oportunidades y la necesidad de reinventar las redes de seguridad social diseñadas para empleos de la era industrial, no la era digital.

¿Estamos realmente preparados para un mundo laboral sin oficinas ni jefes? ¿O será este el inicio de un período de caos y disrupción económica permanente?

La economía gig: redefiniendo la libertad laboral en el siglo XXI

La denominada “economía gig” o “economía de trabajos esporádicos” se refiere al mercado de trabajo formado por freelancers, autónomos, consultores, y demás profesionales independientes que realizan proyectos temporales para diferentes clientes.

Esta economía flexible es habilitada por tecnologías de conectividad digital, movilidad sin precedentes, capacitación online y nuevas formas de coordinación. Herramientas tecnológicas usadas por plataformas como UpWork, Fiverr, Uber o AirBnB conectan rápidamente a consumidores y proveedores freelance.

Los trabajadores independientes ganan entre 1.080 y 11.130 dólares mensuales en promedio. En 40% de las empresas estadounidenses, 1 de cada 4 empleados es un freelancer. Sin embargo, muchos independientes carecen de acceso a necesidades básicas como atención médica asequible o transporte. Solo 32% de freelancers accede a seguro médico, versus el 50% de trabajadores permanentes cubiertos por sus empleadores.

Trabajo flexible: ¿mayor libertad o paradoja de la elección?

El trabajo flexible puede sobrecargar por exceso de decisiones. Los independientes o freelancers deben determinar horarios, estructurar su día, definir tarifas. Abundan las opciones generando ansiedad y agotamiento.

Además, no todos acceden por igual a oportunidades: algunos trabajadores enfrentan condiciones precarias, sin estabilidad ni beneficios.

Aunque los emprendedores aprecian poder gestionar su tiempo, tienen que soportar el hecho de tener que tomar decisiones cruciales constantemente. Los freelancers o trabajadores autónomos eligen proyectos y horarios, al costo de inestabilidad financiera. Los conductores de Uber o repartidores valoran la autonomía, pero frecuentemente no acceden a beneficios laborales.

En definitiva, el trabajo flexible presenta una paradoja de libertad y desafíos entrelazados. Es clave encontrar el punto de equilibrio entre ventajas y riesgos.

El humano aumentado: IA, biohacking y neuroimplantes potenciando la productividad freelance

El biohacking y el concepto de «humano aumentado» involucran el uso de ciencia y tecnología para mejorar capacidades físicas y cognitivas más allá de los límites humanos convencionales.

Técnicas como la terapia génica, el ayuno intermitente o la restricción calórica buscan expandir fronteras biológicas y potenciar el rendimiento. Se estima que el mercado de biohacking alcanzará los 60.000 millones de dólares en el 2026.

En paralelo, surgen innovaciones como los chips cerebrales de Kernel o las interfaces cerebro-computador invasivas como los chips de la startup Neuralink de Elon Musk que buscan aumentar la inteligencia, entre otros beneficios. Los extraordinarios avances en neuroprótesis e implantes inteligentes también apuntan a aumentar las funciones humanas.

La Inteligencia Artificial se perfila como colaboradora para potenciar el talento del freelancer. Un profesional independiente con acceso a asistencia de IA experta puede ya adquirir ventajas competitivas frente a sus pares no aumentados.

No obstante, es clave atender dilemas éticos sobre equidad y control de acceso que estos avances transhumanos conllevan. El futuro dirá si una meritocracia mixta humano-IA es factible o simplemente ensanchará la brecha de desigualdad.

La automatización devora empleos, ¿estamos preparados?

Se estima que la automatización podría desplazar 85 millones de empleos a nivel global para el 2030, afectando roles rutinarios susceptibles de predecirse con algoritmos. Solo en Latinoamérica 25% de los trabajos corren riesgo.

Surgen conceptos como la renta básica universal o una transición paulatina hacia una sociedad trabajo-ocio, con semanas laborales más cortas.

La recualificación masiva en habilidades para la economía digital es clave. Se prevén 149 millones de vacantes tecnológicas para el 2025 por falta de perfiles en áreas como datos, ciberseguridad y DevOps. Democratizar el acceso igualitario a capacitación asequible y de calidad es indispensable para enfrentar con inclusión estos desafíos.

Los nómadas digitales también representan una creciente tendencia, desafiando la necesidad de vivir en un lugar fijo por trabajo. Herramientas de conectividad remota mediante coworkings y comunidades profesionales presenciales se complementan con redes digitales globales sin fronteras geográficas para facilitar esta flexibilidad.

El estilo de vida nómada es posible gracias a herramientas de conectividad remota y trabajo flexible. Estos eligen mudarse a ciudades con infraestructura avanzada y buena calidad de vida para teletrabajar, como las “smart cities” o ciudades inteligentes diseñadas para atraer talento, o mudarse a países con visas especiales para nómadas digitales. Por ejemplo, Dubai lanzó visas de un año para trabajadores remotos. Estonia creó el permiso e-Resident con beneficios para nómadas digitales. Berlín implementó visas “freelance” por 6 meses. Otros destinos populares son ciudades como Medellín, Cancún o las playas de Bali con coworkings preparados para nómadas con tecnología avanzada como Wi-Fi ultrarrápido.

Conclusión: El trabajo será una actividad ubicua habilitada por tecnología

Se prevé que en el 2030 el 60% de los trabajadores occidentales se identifique como freelancers, alcanzando los 86,5 millones solo en Estados Unidos.

La economía gig vendría desplazando el concepto tradicional de empleos de 9 a 5. Imparables innovaciones como la Inteligencia Artificial, realidad aumentada, blockchain, computación ubicua y la hiperconectividad 5G potenciarán estas tendencias de manera exponencial. No obstante, la coyuntura actual ya impone retos interesantes: urge reinventar esquemas de protección social pensados para trabajadores de agendas y espacios rígidos. También democratizar el acceso igualitario a oportunidades freelance, regulando tecnologías invasivas antes exclusivas a élites económicas.

Quienes logren adoptar una mentalidad de aprendizaje continuo y cultiven habilidades tecnológicas altamente demandadas, podrán montarse sobre esta ola de cambios hacia un futuro de trabajo deslocalizado, aún más especializado por proyectos, y organizado por plataformas descentralizadas blockchain que faciliten talento freelance bajo demanda. En la era de la revolución tecnológica, la adaptación a las innovaciones, ya no conoce límites, es un constante y apasionante viaje sin pausas.

 

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