La invasión de Rusia a Ucrania ha puesto al descubierto las limitaciones en el campo militar de un país que, bajo el liderazgo de Putin, sobreestimó su capacidad bélica y desdeñó la respuesta de un país que antes fue integrante de la URSS.
La ofensiva militar rusa, que vulnera el derecho internacional, fue presentada como una «operación militar especial» en nombre de la seguridad nacional, con la certeza de que sus resultados en el plano militar serían concluyentes en pocos días. Durante la llamada «Guerra Fría», la URSS y los gobiernos de los países de Europa del Este sometidos al Kremlin presumieron de una supuesta estabilidad económica generadora de bienestar en sus pueblos; sin embargo, la verdad era otra.
Hoy Rusia evidencia que, más allá de contar con un inmenso arsenal nuclear que representa una amenaza latente para la seguridad internacional, su poderío militar es limitado. Además, sus tropas, en el pasado disciplinadas y nacionalistas, están marcadas por el desánimo y la apatía. No existe proporcionalidad entre el lugar que ocupa la economía rusa en el concierto internacional y el peso político que aún mantiene la Federación Rusa en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Luego de la disolución de la URSS, existió un exceso de confianza e incluso ingenuidad por parte de Occidente, al creer razonable que Ucrania cedería a Moscú el arsenal nuclear que mantenía en su territorio hasta entonces. Ucrania mira hacia Occidente, contando con el apoyo militar de los países miembros de la OTAN y el respaldo político de un sector importante de la comunidad internacional.
Sin embargo, el tirano de Moscú no está solo, ya que más allá de Bielorrusia, en la actual coyuntura internacional, es clave el apoyo tácito del gobierno de la República Popular China. La participación del Grupo Wagner, liderado por Prigozhin, revela cómo es inviable para Moscú sostener una ofensiva militar sin el concurso de «mercenarios» financiados por los llamados «oligarcas», amigos de Putin, que representan a los «nuevos ricos» surgidos después del fin de la economía centralizada soviética.
Por otro lado, la economía rusa está siendo afectada por las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y Occidente, y su ejército carece de incentivos y motivaciones idealistas. Además, la estabilidad del gobierno de Putin fue desafiada por el Grupo Wagner, que llegó a movilizarse hasta las cercanías de Moscú, cuestionando a los mandos militares responsables de la invasión.
Rusia ha invadido a Ucrania, violando la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional. Sin embargo, cuando hace pocos días un misil lanzado desde Moscú impactó en un restaurante, matando e hiriendo a decenas de personas, se consumó una flagrante violación al derecho internacional humanitario. La muerte de la joven escritora ucraniana Victoria Amelia, que compartía la misma mesa con tres ciudadanos colombianos (el escritor Héctor Abad, el ex negociador Sergio Jaramillo y la corresponsal Catalina Gómez), ha puesto en jaque las relaciones entre Rusia y el gobierno de Colombia. La reacción política del presidente Gustavo Petro no ha tenido la contundencia esperada, siendo claro que para el exintegrante del M-19 resulta muy incómodo condenar abiertamente al gobierno del Kremlin.
Rusia no es una democracia. El liderazgo de Putin ha sido desafiado por el Grupo Wagner recientemente. Sin embargo, actuando con realismo, no se puede desdeñar a Rusia. Moscú cuenta en América Latina con el apoyo militante de los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela. La actitud complaciente de Brasil y la tolerancia extrema por parte de Colombia también son preocupantes.
No podemos olvidar que el pueblo ucraniano jugó un papel decisivo en la Segunda Guerra Mundial y hoy se mantiene unido frente a la agresión rusa. El gobierno de Kiev no es ni fascista ni seguidor de los principios del nacionalsocialismo. Por el contrario, el liderazgo del presidente Zelensky se consolida internacionalmente, mientras que el de Vladimir Putin declina. El tirano de Moscú sobreestimó su poderío.
Artículo publicado en el diario El Reporte de Perú
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