El país se encuentra con las mayores posiciones antagónicas que hayan existido entre los partidos vigentes que se recuerden en nuestra historia política desde la fundación de la República.
Esto nos indica que no existen los consensos necesarios para lograr algunos acuerdos básicos, aunque sea por parte de los partidos que se consideren afines, en sus posiciones ideológicas. Es evidente entonces que estamos en un tira y encoje político que no facilita formas de entendimiento entre las distintas dirigencia partidistas; donde cada quien se considera con el derecho de exigir aceptación a sus puntos de vista sin permitir los desacuerdos a sus planteamientos.
Tenemos actores políticos que se presentan como opositores, pero que no cuentan con el necesario apoyo para conformar las estructuras de partidos que les permitan actuar en representación de la base popular a la cual están dirigidas sus planteamientos. A otros les afecta la ambivalencia que han asumido al momento de haber ejercido posiciones de liderazgo y no haber logrado los resultados esperados a las propuestas anunciadas.
El liderazgo oficial no escapa a la complejidad política, observándose desacuerdos crecientes con los partidos que conforman la alianza del oficialismo. Tan poco se conocen de resultados concretos de las conversaciones que han venido realizando con distintos sectores políticos, sociales y económicos. Observándose cómo algunas decisiones políticas resultan antagónicas a lo expresado por los voceros oficiales.
Existe inconformidad en una parte importante del país que manifiestan su desacuerdo con las políticas públicas aplicadas y que solo han logrado desmejorar la condición social y económica de la población.
Es evidente que estamos en un tira y encoje político que intenta sostenerse en el tiempo, observándose cómo buena parte de los dirigentes de partidos esperan que la propia dinámica política, y no sabemos de qué tenor, logre las soluciones que el país reclama en paciente espera.