En una temporada de confusión, aparente pérdida de rumbo, para algunos es augurio del fin de las esperanzas, gente rota por el aparente cierre de salidas, en ese turbulento mar hemos entrado paradójicamente en el tiempo de la desobediencia. Repitiendo a Rafael Quiñones: Rotos. Han perdido la esperanza en un cambio democrático en el país. Han perdido la esperanza en que los venezolanos dejen de vivir en una tiranía que los hambrea y mata. Han perdido la fe en un futuro mejor, en democracia y en libertad. Están rotos, mutilados. Desesperanzados de forma absoluta. Sin embargo, lo trascendental del momento está en otra instancia, radica en el hecho, en el acontecimiento que representa que por primera vez de forma contundente, tranquila y silenciosa la gente ha tomado la decisión de desobedecer a la institución más poderosa que hayamos construido desde 1958. Desacataron las órdenes del régimen que ostenta el control del Estado venezolano, un aparato gigante, dueño de las instituciones, de los recursos financieros, del petróleo, las minas, los ríos y los mares. Con un poder concentrado, sin juego ni equilibrio de contrapoderes, sin ninguna presión que obligue a informar a los ciudadanos, mejor dicho, a los habitantes del territorio sobre las decisiones que impone cada día, como gasta los recursos, adonde van dirigidos, quien se beneficia y quien pierde.
No es un secreto ni una denuncia que merezca castigo reconocer que en Venezuela no existe el Estado de derecho, los jueces y el Tribunal “Supremo” de Justicia están a las ordenes del ejecutivo. El poder legislativo es una oficina más que recibe instrucciones del poder central y trata con su característica ineficiencia de cumplir y obedecer sin ninguna muestra de respeto a quienes deben servir. Como ejemplo está el denigrante trabajo para eliminar las organizaciones (ONGs) que desde la sociedad civil trabajan arduamente para ayudar y proteger la abandonada población.
Las Fuerzas Armadas son hoy un apéndice del Poder Ejecutivo, en plena contradicción por lo pautado en la actual Constitución:
“Artículo 328 :La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación en el desarrollo nacional, de acuerdo con esta Constitución y con la ley. En el cumplimiento de sus funciones, las FANB están al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna. Sus pilares fundamentales son la disciplina, la obediencia y la subordinación”.
El actual ministro de la Defensa nos repite incansablemente que el cuerpo que dirige no aceptará un gobierno distinto al actual, manifiesta que su misión es cumplir con los objetivos del socialismo del siglo XXI, un destino totalmente contrario a lo designado por nuestras leyes.
La sumisión de los poderes en Venezuela es total, incluye por supuesto al poder electoral, debemos ser uno de los pocos países del mundo donde el manejo electoral está bajo control del grupo en el poder, quien decide cuándo se vota, quiénes pueden ser candidatos, cuáles partidos pueden legalizarse y algo quizás trágicamente folklórico, impone quiénes controlan los partidos políticos, unas instituciones típicas de la sociedad civil. En Venezuela desde el poder central se decide en manos de quién estarán los partidos políticos. Como un dato para las estadísticas de Ripley están las aspiraciones de un personaje, partidario del gobierno, que pide afanosamente que por favor le entreguen el partido político de la candidata elegida por el país. «¡Entréguenme Vente!», exclama sin ningún recato.
En este clima político calificado como dictadura ocurrió el hecho sin precedentes de que la gente se atreviera a desobedecer lo que parecían hechos cumplidos, acudieron multitudinariamente a las elecciones primarias y se negaron en la consulta sobre el Esequibo. No sirvieron de nada los millones de dólares invertidos por el gobierno para disuadir a la gente, convencerlos de no participar en las elecciones primarias, ni tampoco el inmenso caudal de propaganda, uniformes, piezas comunicacionales para promover la participación en el tema del Esequibo.
El régimen se estrelló contra la voluntad de la gente, sin televisión, sin radio, sin periódicos, solo propaganda oficial invitando a obedecer. De forma tranquila y pacífica la gente desde sus hogares asumió sus decisión de actuar con autonomía.
Este acto de desobediencia de la gente se une a una expresión más profunda y expresiva del sentimiento popular, la convicción en la valoración de una candidata que se había colocado al lado de la gente, visitado cada pueblo, oyendo las quejas, transmitiendo esperanzas a un país en estado de abandono, en medio de la hambruna, con crisis permanente en sus condiciones de vida, sin agua, electricidad y en medio de un empobrecimiento casi total, penalizados por hecho de tener los trabajadores el salario más bajo del mundo, con maestros en huelga permanente por la imposibilidad de cumplir con su misión de educar, con hospitales en ruina y con sentimiento total de inseguridad, al extremo que en cualquier zona popular cuando se invita las personas a reuniones, estas responden” Si de aquí al día de la reunión estoy vivo, asistiré, si no me han asaltado o matado”
La gente cuando eligió a su candidata lo hizo valorando el tesón, la valentía, la tenacidad de vencer obstáculos de la persona electa. Cuando las fuerzas represivas intentaban cerrar caminos, el paso, las carreteras, siempre surgía una trocha y un vehículo, una moto, una bicicleta para llegar al sitio donde el pueblo esperaba ansioso el mensaje de quien venía a escucharlos y a ponerse a su lado en la lucha por el rescate de la libertad. Más que hacer proclamas, escuchaba.
La única opción que pudo esgrimir el gobierno para detener esa decisión del pueblo fue apelar a los oficios de un servil tribunal negando la posibilidad de participar a la candidata elegida por el pueblo libremente, en uso del ejercicio humano de desobedecer las órdenes del régimen que lo intenta esclavizar. La acusaban de no haber declarado la recepción de las bolsas CLAP y los bonos miserables que reparte el gobierno. (En realidad, ignoro si esas dos medidas populistas forman parte del patrimonio de cualquier persona).
Al igual que María Corina, la gente reconoció el valor y la constancia de Andrés Caleca, un luchador fajado en defensa del derecho a elegir. Acompañado de Delsa Solórzano y Andrés Velásquez en un trabajo permanente para crear la conciencia sobre la necesidad de resolver la crisis venezolana por la única ruta democrática, la vía electoral.
Con este balance de la actuación de los venezolanos, a partir del 22 de octubre podemos reconocer que un gran cambio se ha producido, el pueblo usó su poder de decidir, escogió a MCM, no votó en el Esequibo y reconoció, valoró la tenacidad, valentía y la impecabilidad de la candidata que finalmente eligió.
La única rendija de defensa que le ha quedado a los representantes del gobierno ha sido mentir, deformar los hechos, anunciaron una participación de 10 millones de votantes en la consulta sobre el Esequibo, ante un país asombrado por la dimensión de la mentira. En el episodio de la inhabilitación de María Corina pretenden imponer la idea de que la medida contra la candidata electa es “un hecho cumplido, juzgado”, tal como declara el gobernador de Miranda en su fallido discurso en el que anunciaba que no había alternativa porque el TSJ había decidido. Es una orden, aceptar, no protestar, no reclamar Justicia. Para cumplir con esta fechoría designaron como presidenta del TSJ a una activista del PSUV, sin los méritos requeridos como jurista para ocupar esta alta posición, pero sí capaz de firmar el ignominioso fallo. “El personaje elegido para presidir este tribunal es precisamente quien formuló el decreto contra la elección primaria. No es de extrañar que su primer acto público a través de los medios de comunicación sea dirigir un saludo a su partido. Su hoja de vida refiere que tiene rato haciendo política, no es un juez imparcial. En diciembre de 2018 fue electa concejal por el Circuito 3 del municipio Libertador del Distrito Capital que corresponde a las parroquias El Recreo, San Pedro, Santa Rosalía y San Agustín, en representación del Partido Socialista Unido de Venezuela, el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP), el Movimiento Político Alianza para el Cambio (MPAPC) y Unidad Popular Venezolana (UPV). Fue antes presidenta de la sala electoral del TSJ quien se pronunció contra las elecciones primarias “El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela ordenó suspensión de «todos los efectos del proceso electoral conducido por la Comisión Nacional de Primarias».
Frente a esta ignominia es vital que reconozcamos el sentido que tienen las acciones decididas por la gente, porque son una muestra objetiva, indiscutible de que hemos aprendido una lección, que podemos descubrir las mentiras y las trampas y sobre todo que difícilmente caeremos en los engaños del populismo que podría sobrevenir de manera brutal. si el régimen obtiene los recursos para intentar comprar conciencia y votos de quien ya los ha juzgado por sus hechos. Una avalancha de comida importada, sin pagar impuestos, aranceles, ni control de calidad pueden aparecer en los mercados, artefactos del hogar, bonos de todo tipo puede sobrevenir, en desmedro de nuestros productores agrícolas, del comercio honesto y de los emprendedores, estemos atento a ese despilfarro corrupto y reforcemos los procesos culturales en marcha descubiertos por la conciencia del pueblo al decidir con base a la realidad, a la experiencia y al reconocimiento de la destrucción el fracaso que ha significado los gobiernos de Chávez y Maduro.
No es útil seguir concentrándose en errores, en la desunión, descalificación, acusaciones entre quienes protagonizan la lucha al régimen, llegará el momento de asumir responsabilidades, pero ya la gente en todo el país, en las barriadas populares ha ejercido su libertad como ciudadanos. Será muy difícil en adelante que la opinión popular cambie, se pliegue por efecto de las políticas compra votos, ya saben que es pan para hoy y hambre para mañana.
Quizás nos falta algún trecho por recorrer, y acuerdos que materializar para avanzar hacia la libertad del país, pero es menester que tomemos conciencia del valor de nuestra gente, ahora sí ciudadanos de verdad, capaces de valorar, rechazar, aceptar las propuestas que signifiquen el cambio, la esperanzas. La gente sabe que está decidiendo la vida presente hoy, pero también esta optando por el futuro. En nuestros hogares se vive la tragedia de un país sin escuelas, signadas por el escándalo de los horarios mosaico, maestros en huelga, con salarios miserables dependiendo de las migajas populistas de las bolsas CLAP y bonos de miseria con los cuales no pueden alimentarse un sólo día, unido a la desesperación de los millones de hogares fragmentados por la diáspora.
Una experiencia muy costosa, con sacrificios humanos, gentes encarceladas, torturadas, sin juicios, pero también con un pueblo que se manifiesta con valor, rechaza el chantaje y la mentira de las cifras y ofertas falsas de bienestar a cambio de la libertad.
Como dice María Corina: “Vamos a escuchar nuestro corazón para dirigir nuestras cabezas”; significa poner el espíritu ciudadano a comandar la batalla como ya comenzó a ocurrir entre nuestra gente. Sin miedo conscientes de que acabamos de librar una gran batalla por nuestra libertad cuando heroicamente decidimos desobedecer.