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El «tercer Rodríguez» de la satrapía bolivariana

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Foto: Archivo / EFE

A Sánchez se le ven las costuras más que al muñeco de Michelin embutido en un traje de Pablo Motos, dicho sea por su recortada figura y por estar de plena actualidad por la rivalidad catódica con mi paisano Broncano.

Las costuras de Sánchez no mienten. Son la viva imagen de la impostura con la que va por la vida. Es una fábrica inagotable de incoherencias, contradicciones, medias verdades y mentiras.

Se justifica en la falta de consenso europeo para no reconocer a Edmundo González Urrutia como presidente legítimo de Venezuela, pero le da igual la misma ausencia de consenso y, por tanto, de una posición común europea sobre el conflicto que enfrenta a Israel con Hamás, para reconocer por su cuenta el Estado palestino y jugar a líder del mundo mundial contra Israel.

Se excusa en la no publicación de las actas electorales para no dar el paso de distinguir al ganador de los comicios y por tanto al presidente electo venezolano, como han hecho los parlamentos de España y de la Unión Europea, cuando sabe de antemano que esas actas jamás verán la luz porque evidenciarían la derrota electoral del sátrapa Maduro.

Sánchez no habría dudado en tildar de dictaduras los regímenes de Pinochet y Videla pero se niega a hacer lo propio con el del «presidente del pueblo» chavista a pesar de la represión y muerte que acreditan sus persecuciones a opositores y disidentes forzados a la diáspora cuando consiguen no ser detenidos, torturados y encarcelados.

Algún día se sabrá el papel jugado por Sánchez y su ministro Albares, con Zapatero al mando de las operaciones, en la forzada salida de González Urrutia de Caracas rumbo a España, coaccionado y amenazado por los siniestros hermanos Rodríguez ante la presencia del embajador español en su residencia, donde se grabaron imágenes y audios, sin o con su consentimiento, lo que sería aún más grave.

Y conoceremos entonces el alcance del débito de Sánchez con la satrapía chavista a cambio de qué y por qué. El que más sabe de todo ello, sin duda, es el «tercer Rodríguez» del régimen de Maduro, Zapatero, perejil de las salsas con las que intenta maquillar desde las cocinas de Miraflores la crueldad de la dictadura fuera de sus fronteras y de la que se lo está llevando «calentito».

El otrora «bobo solemne», así definido por Rajoy, que anhelaba en convertirse en «supervisor de nubes» tras su paso por la Moncloa , ha devenido en un eficaz y desvergonzado lobista al servicio de los gobiernos iberoamericanos autocráticos y populistas de extrema izquierda empezando por el venezolano.

El «tercer Rodríguez» de la banda que forma junto a los perversos hermanos Delcy y Jorge, es el mullidor- negociador de la obligada salida de Venezuela del presidente electo. La impopularidad de Zapatero, dado el trabajo e influencia que despliega por España y otros países en favor de Maduro, entre los millones de exiliados venezolanos es imaginable por la indignación que les genera.

«Zp» se lo está llevando crudo de Maduro, de un dictador asesino, y esa colaboración y connivencia con un presidente perseguido e investigado por narcoterrorismo debería ser suficiente para que la Audiencia Nacional admitiera la querella presentada contra él esta semana por venezolanos asilados en España.

Es una investigación pendiente y necesaria para aclarar, más allá de los dimes y diretes sobre las concesiones de minas de oro o explotaciones petrolíferas , el verdadero alcance de la factura que el «tercer Rodríguez» del régimen bolivariano cobra por los favores prestados a la dictadura chavista.

El PSOE pretende presentarnos a Zapatero como una suerte de ONG que despliega sus buenos oficios humanitarios de forma altruista para librar a un opositor de la cárcel y sacarlo del país, cuando lo cierto es que su mediación fue de parte y a favor de Maduro a cambio de que Edmundo González, para poder viajar a España, firmara un documento, bajo chantaje, presiones y amenazas, admitiendo al sátrapa como presidente legítimo por orden del chavista Tribunal Supremo.

Y si Sánchez y Albares conocieron por Zapatero, que tenía a un enviado en la reunión, el proceder gansteril y mafioso de los hermanos Rodríguez en la residencia del embajador español, también ellos son cómplices indirectos, por más que lo nieguen, de la negociación que ha permitido a Maduro librarse del vencedor de las elecciones y de paso blanquear, de puertas adentro, su golpe de Estado.

Artículo publicado en el diario El Debate de España

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