OPINIÓN

El susurrador del camino

por Alejandra Jiménez Pomárico Alejandra Jiménez Pomárico

Las vivencias tipo anecdóticas de la vida proporcionan un gran reservorio de ejemplos y píldoras de sabiduría a quien se encuentra expectante e inspirado para aprender. Hay palabras y momentos que cambiarán el curso de todo un evento conforme las concibamos y según la sensibilidad con la cual escuchemos. Nunca es suficiente porque cada temporada tiene su demanda renovada, por lo cual siempre se puede inquirir por lo mejor, si se está dispuesto.

Las experiencias, a temprana edad de infante y juventud, suelen marcar y codificar un tipo de respuesta específica, una forma de salir al ruedo, una manera de resolver, y en tantas oportunidades se es más valiente de lo que se imaginó, sin siquiera percatarte. Hay momentos que parecen asignados por Dios, para que aquello que se ha formado dentro de ti brille, pero hay otros en los que no te corresponde intervenir, aun pudiendo hacerlo, debido a que el trasfondo de esa situación es oscuro y posee intenciones malignas que se ignoran a priori.

No se trata de quedar impávido ante las circunstancias apremiantes, si estas en la capacidad de hacer algo al respecto; se trata de no dejarte llevar por la túnica, esa capa de heroísmo que muchos tejimos a lo largo del camino y de la cual es difícil despojarse para desnudez, fragilidad o reposo del alma. Estados en los cuales se evidencia nuestra humanidad y la sublime necesidad de abrigo que todos poseemos. Aun estando a cargo de otros se necesita quien exprese el mismo cuidado por ti.  Son de esas sutilezas que dan equilibrio material y energético a la vida.

En esta invaluable ocasión, me permito la osadía de hablar de una persona especial,  quien si le permites se constituirá como el susurrador del camino, te dirá las cosas que nadie puede contar, alertará tu espíritu frente a los riesgos inminentes y aun estando en la posición de resolver una crisis, te inspirará no hacerlo, cuando el trasfondo de la misma se constituya una trampa que enlace para tu tiempo, alma y pensamiento, y cuyo propósito sea desenfocarte de la misión que ya te fue asignada.

Él susurra con gran amor y elegancia, nunca irrumpe con agresividad ni domina la voluntad, es como quien aconseja con verdadero amor, en medio de una conversación, quien sostiene la mirada y convence, más por la buena intención que lees en la partitura de su voz que por el contenido de sus palabras. Se trata del Espíritu Santo, asignado por el cielo para rondar la tierra y prestar socorro a quienes aprenden a caminar con justicia, y en sus corazones no albergan malicia. Escucharle es un ejercicio de toda la vida, aprender a diferenciar su voz de la voz propia interna, o la de otros parlantes malignos, puede ser un arte, probablemente muchas veces pensaremos que fue Él quien nos habló y no será así, pero otras tantas puede que sí.

Él será el resultado del clamor secreto de un corazón que desea una intervención pública a su situación. Será el mejor vestido del lugar, pero solo unos pocos se percatarán de su presencia y hablará con la mayor autoridad carente toda autorización o accesos humanos. Se manifestará conforme el plan de quien lo envió y brindará paternidad a los corazones huérfanos, abrigará con espesa compañía lugares desolados, y también alertará del peligro inminente a quienes estén dispuestos a sacrificar su seguridad por salvar una vida. Todo esto lo hará con el único propósito de inclinar nuestro corazón cada día más al Padre en una profunda dependencia y adoración. Dando sentido y manifestando su gloria, en una reducida temporalidad asignada con una misión, y una sonrisa final de regreso a casa.