El país entró en una especie de letargo, que muestra una paralización o minimización drástica de la actividad económica en general.
Vamos a tocar algunos puntos, por ejemplo, el sector turístico a medida que pasa el tiempo se deteriora y las ofertas en las diferentes regiones del país son aún más escasas e inalcanzables para la mayoría de la población, que simplemente subsiste, con grandes y excesivas dificultades y todos perciben y aseguran que la situación política impuesta corroe toda posibilidad de alcanzar un bienestar social y promete sí, degradar aún más la economía familiar y su división a causa de la migración forzada.
Otro ejemplo es la actividad relacionada con todas las áreas de producción agropecuaria y su comercialización, de todos los rubros existentes. El consumo de los mismos ha disminuido y las cadenas de distribución tienen serias dificultades por razones obvias, situación que preocupa ante el bajo poder adquisitivo y el creciente incremento de precios y desajustes cambiarios que crean un índice imaginario no cónsono con la realidad.
La población venezolana se ha replegado y trata de estabilizar sus ingresos ante los bajos salarios y el desempleo, a través de los llamados y promovidos emprendimientos, que fracasan finalmente en 90% debido a la afectación directa del ingreso de cada uno de los venezolanos en todos los niveles , profesionales, técnicos o de cualquier oficio que no permiten dinamizar y estabilizar la economía.
La desconfianza que existe en la inoperancia, impericia y desatinos de las políticas y conductas oficialistas demandan un cambio de rumbo en la conducción del país.
Los venezolanos empresarios o no que han escuchado año tras año que llegaría una recuperación económica, saben que bajo este régimen de promesas falsas y fracasos visibles y tangibles, jamás vendrá y de allí el resultado electoral del 28 de julio que delineó un sentimiento general de la población.
Los ciudadanos borraron de sus mentes la resignación y la apatía. Reconfiguraron su sentimiento de lucha apuntalada con la fe, la confianza y el compromiso con la familia, la patria y la democracia, esa que décadas atrás conquistamos y que nos fue arrebatada por un modelo que ya conocemos, por estar todos hoy sufriendo y padeciendo las consecuencias de las acciones del mismo y tener que enfrentarlos como lo hemos hecho, con grandes riesgos y dificultades, para lograr la titánica tarea de librarnos de este capítulo tenebroso, cruel, oscuro y doloroso.
Miles de opiniones surgen a cada minuto en torno a nuestro país y su futuro. La balanza de la objetividad, legalidad y constitucionalidad tienen su veredicto que no favorece al modelo socialista donde sus máximos representantes decidieron tomar un camino equivocado, desconociendo con todo tipo de artimañas institucionales la decisión soberana del pueblo venezolano.
Quienes están distantes a la verdad y abiertamente puestos en evidencia de cada una de sus actuaciones ante el país y el mundo, persiguen enfriar el ferviente y encendido carácter de lucha del demócrata pueblo venezolano que decidió cambiar. Es cierto que la permanente amenaza a la oposición ha tenido sus efectos, donde el flujo de información a través de las redes ha disminuido considerablemente pero no ha cesado. El control y cerco mediático que se ha consolidado en el tiempo tiene sus limitantes y el silencio aparente es ensordecedor y tiene su razón.
La conquista del poder e instauración de un nuevo modelo político, social y económico es inevitable, la reforma del Estado es imprescindible y pensar que el país puede continuar en esta situación y bajo este modelo prescrito por sus resultados es irreal e inaceptable.
Si bien el Poder Ejecutivo vence su periodo en enero de 2025, los otros poderes mantendrían su vigencia por un tiempo determinado. ¿Convocar una nueva elección con este viciado Poder Electoral deslegitimado por su incapacidad sería posible? Otra pregunta sería, ¿para dirimir cualquier controversia judicial en el futuro, sería este TSJ el que hiciera justicia? ¿El asalto a la nación que nunca fue, ni ha sido contenido por el contralor general de la república, seguirá siendo cómplice de tantas escandalosas fechorías? Estas y otras muchas preguntas están en la mente y el silencio de la gente que entiende y propulsa el cambio profundo y que no cesará en su justo reclamo del triunfo documentado de Edmundo González.
El plomo y el escandaloso y ruidoso atropello vienen de los colectivos y fuerzas del orden público, los demócratas del país quienes nos apegamos a la Constitución como coraza para la defensa, acción y exigencia de nuestros derechos consagrados en ella seguiremos luchando hasta que se respete la voluntad popular y se cambie esta perturbadora y anacrónica situación.
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