El jueves 24 de octubre de 2023 la Asamblea Nacional chavista designaba los nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral. Sin que exista motivo para la sorpresa, de los cinco rectores tres son conspicuos operadores del régimen chavista, a saber Elvis Amoroso, Carlos Quintero y Rosalba Gil. Los otros dos serían adjudicados a grupos vinculados a la PU/MUD, específicamente a Acción Democrática (Ramos Allup) y Un Nuevo Tiempo en las personas de Juan Carlos Delpino y Aime Nogal, respectivamente.
Esta designación fue alabada por Jorge Rodríguez como “…el resultado de un amplio consenso”. Sin embargo, nunca quedó claro los factores que participaron en ese “consenso”, sobre todo en la parte que corresponde a los dos rectores vinculados a la oposición.
La negociación que permite la designación de Juan Carlos Delpino y Aime Nogal en la directiva del CNE chavista no fue la que se desarrollaba casi en forma paralela entre chavismo y oposición PU/MUD en el marco de los llamados Acuerdos de Barbados. No se tiene noticia que en esas negociaciones siquiera se haya conversado sobre la conformación del nuevo CNE.
Entonces ¿de cuál negociación o consenso salieron los nombres de Juan Carlos Delpino y Aime Nogal para integrar esa directiva en representación de la oposición? Evidentemente, esto no fue el resultado de una transacción directa y formal entre la PU/MUD y el chavismo porque de ser así los dos rectores designados habrían reflejado la diversidad y las mayorías en juego dentro de los factores que conforman la llamada Plataforma Unitaria.
No se puede creer que la PU/MUD haya acordado postular a dos candidatos a rectores del CNE relacionados con dos partidos que no solo están en minoría dentro de esa plataforma, sino que además son identificados como socialdemócratas, por citar tan solo una noble afinidad.
Lo más probable es que esta designación de los rectores Delpino y Nogal haya sido el resultado de dos negociaciones bilaterales y separadas entre el régimen chavista con Henry Ramos Allup (AD judicializada) por una parte y Manuel Rosales de Un Nuevo Tiempo por la otra. El interés del régimen en hacerle estas importantes concesiones a Ramos Allup y Rosales habría estado enmarcado dentro de la estrategia de manipular e influir directamente en el resultado de la elección Primaria de la PU/MUD.
Asignarle un rector a Acción Democrática (Ramos Allup) y otro a Un Nuevo Tiempo tiene repercusiones distintas. Para la AD no judicializada era un avance en el tortuoso camino de recuperar la tarjeta y la capacidad de postular candidatos en las elecciones regionales de 2025, aunque esto no descarte la posibilidad de un arreglo para compartir la franquicia con la AD de Bernabé Gutiérrez. Todo en nombre de la unidad, pero ante todo y por sobre todas las cosas para recuperar la capacidad para postular.
En el caso de Un Nuevo Tiempo se trata de mantener las concesiones que le ha otorgado el régimen siendo la más importante un reconocimiento al estatus político de Manuel Rosales como referente de la oposición. Esto pasa necesariamente por respetar su gobernación del estado Zulia, independientemente de repartos que pueda hacer el régimen a partidos de la oposición en otros estados.
Seguramente con candidez e inocencia tanto Ramos Allup como Rosales le comunicaron a sus colegas de la PU/MUD que habían sido sorprendidos con esas designaciones, garantizando seguidamente que estos rectores sin ninguna duda siempre estarían al servicio de la causa de la llamada unidad más allá de sus vinculaciones partidistas. Sobre esto solo podemos especular por los elementos que se conocen públicamente pero es posible que nunca sepamos con exactitud su desarrollo.
Lamentablemente para los implicados (régimen, Ramos Allup, Rosales) la elección del candidato de la PU/MUD se salió de control y no hubo forma de influir para lograr que Manuel Rosales fuese el seleccionado, tal como siempre quiso y jamás ocultó el chavismo. Allí entraron en juego viejas facturas y peleas intestinas entre Voluntad Popular y Primero Justicia contra Manuel Rosales por los manejos en Monómeros provocando un realineamiento de factores dentro de la PU/MUD que le otorgó la mayoría a María Corina Machado y dejó aislados a AD (Ramos Allup) y Un Nuevo Tiempo. Pero ese será el tema de otro artículo.
El balance final es que ni Henry Ramos Allup ni Manuel Rosales lograron ejecutar el encargo. No por falta de ganas, sino porque la situación en términos políticos era sencillamente inviable. Hacer más implicaba quedar grotescamente en evidencia como marionetas del chavismo, un precio demasiado alto para quienes están obligados a mantener las apariencias a la hora de cazar votos y evitar los crueles castigos de la impopularidad. Sin embargo, en los dramáticos días que siguieron a la inhabilitación de Corina Yoris, Manuel Rosales hizo un último y desesperado intento para cumplir su parte del trato y ser el candidato opositor. La maniobra de inscribirse a última hora quedó truncada y escueta dejando a Rosales en la incómoda posición de justificar la maroma como “un intento por salvar la tarjeta de la MUD”.
Sin todo este recuento es imposible entender las declaraciones del rector Juan Carlos Delpino denunciando lo que todo el mundo ya sabe: que el operador del régimen chavista en el CNE, Elvis Amoroso, no reúne a la directiva para tomar decisiones sino que éstas se preparan, se cocinan y se anuncian en forma unilateral. Entonces, lo que tiene que llamar la atención del rector Delpino no son las obviedades que dijo sino su silencio cómplice desde el día en que fue designado rector hasta el día en que decidió hablar.
El silencio de Juan Carlos Delpino se parece mucho y coincide con el mutismo discursivo de Henry Ramos Allup y solo podrían ser interpretados como actos de prudencia para avanzar en lo único y lo que realmente le puede importar a la Acción Democracia judicializada y esto es la recuperación total o parcial de su tarjeta y su capacidad para postular en las elecciones regionales de 2025. ¿Por qué? Porque un partido de naturaleza esencialmente clientelar como Acción Democrática necesita su tarjeta para postular tanto como el aire, el agua y sal son esenciales para la vida. Sin eso, no hay nada. Y esto aplica igualmente para el resto de los partidos judicializados que están en la PU/MUD.
El trasfondo de esta dinámica es el objetivo que se ha trazado el régimen chavista de liquidar política y electoralmente a los partidos de la PU/MUD quitándoles su capacidad para postular candidatos en las elecciones regionales. Sin ninguna perspectiva de recuperar las negociaciones bilaterales con el chavismo y con la liquidación definitiva de los Acuerdos de Barbados la fuerza que sostenía tanto a Juan Carlos Delpino como a Aime Nogal en ese CNE se ha desvanecido y lo más probable es que ambos salgan de esa directiva en cualquier momento. Si tienen suerte, y la furia imperial de los hermanos Rodríguez no decreta otra cosa, quizás lleguen al 28 de julio, pero eso nadie lo puede garantizar.
La estrategia del chavismo es darle vida y reconocimiento formal al otro sector de la falsa oposición, los llamados alacranes. Con ellos se firmarán los futuros acuerdos y a ellos se les dará representación en una futura directiva del CNE. Con ese reconocimiento institucional por parte del Estado chavista los partidos que han sido judicializados y que controlan las tarjetas y la capacidad para postular recibirán en los próximos meses recurrentes oleadas de clientelas que viven del negocio de la política y que ya no tienen motivos para seguir a los que han sido despojados de la franquicia.
Las declaraciones del rector del CNE Juan Carlos Delpino son una constatación de obviedades sobre el fraude electoral en marcha, que a pesar de ser suscritas por un funcionario de alto rango ya ni siquiera generan sorpresa. Por el contrario, su prolongado silencio y el momento que escoge para romperlo dice mucho del contubernio que siempre ha caracterizado las relaciones del chavismo con su falsa oposición. Esta práctica le ha rendido buenos resultados al régimen chavista que ahora se prepara para seguir en lo mismo pero con nuevos socios e interlocutores.