El lado humano toma el poder y con él las fuertes dosis de las emociones más negativas que agobian a cada hermano venezolano todos los días de esta pesadilla. Amanecí dominado con aquello que combato cada segundo en la batalla más difícil que nos toca superar, pero el fénix no ha logrado renacer, hasta el último suspiro de su alma intentó resistir pero sus cenizas fueron aniquiladas en el incendio nacional, su intento solo deja anécdotas cargadas de ira, de rabia, de indignación, de frustración y más, pues el holocausto ha comenzado, muchos lo tratan de negar y otros en medio del brindis se sientan a disfrutar.
El territorio criollo se ha torcido y convertido en un campo de exterminio, sus cifras siguen aumentando, interminables almas en pena caminando hacia el abismo de lo absolutamente aterrador, nos convertimos en lo que juramos combatir, cuerpos sin esencia sólo con el tatuaje que aumenta la estadística, miradas perdidas en la fila que rayan en el dolor y en la mísera de una mente que apenas puede recordar.
Cada tic tac que pasa la situación no se suaviza. Las despedidas a los seres queridos se triplican. Parecemos convictos contando en vez de los días los “nos vemos pronto” en nuestra celda. Los carcelarios siguen perjudicando despiadadamente nuestro núcleo. La familia venezolana se fractura como una galleta en el bolsillo de un niño. Nos damos cuenta que los ideales no son la morfina que creíamos y las convicciones empiezan a ser cuestionadas cuando esos momentos se cruzan en nuestro porvenir. ¿Hemos perdido? Quizás, pues la palabra Fe ya no existe en nuestro diccionario y la esperanza fue arrasada por la vorágine de la indiferencia y de la costumbre. ¿El perdón? No fue concedido ni por casualidad ni misericordia ya que no existió alma libre de pecado ni de culpabilidad en una Gomorra modernamente criolla.
El canibalismo se ha convertido en un estilo de vida y el asfalto de las calles se mancha con la sangre de una nueva víctima como en los jardines de la caída de la antigua Babilonia, la honestidad fue despedazada aun cuando su recuerdo se creía tan invencible como el mítico imperio de Roma. La historia no logró absolver a ninguno, pues lo único que sintió fue repudio. No hubo llanto, no hubo contemplación, solo hubo silencio en los cuatro puntos cardinales de esta conocida ex nación.
Aunque parezca la carta de despedida de una tierra con dudoso futuro para muchos, los que aún creemos mantenernos firmes contra las fuerzas del miedo y la reacción y, centímetro a centímetro, tomar de nuevo la tierra en nuestras manos: valientes en la convicción de que ningún obstáculo es demasiado grande, ningún enemigo es demasiado poderoso, ninguna cordillera de desolación y muerte es insuperable.
Cada uno de nosotros ocupa un espacio de calma en medio de la turbulencia, cada uno de nosotros tiene algo que contribuir, nuestras propias murallas que cruzar si hemos de prevalecer. Las gloriosas notas de nuestro Himno Nacional son más que frases vibrantes e inmortales. Debemos afinar nuestra vista y si se tiene la valentía, los recursos y la imaginación suficiente, nada en este milagroso mundo es imposible.
@JorgeFSambrano