La historia ocurre dos veces, dice Marx, una como tragedia y otra como farsa. Ha debido transcurrir un cuatro de siglo para que los lectores de García Márquez consigan vislumbrar la parábola que encubre su Noticia de un secuestro, un reportaje novelado sobre varias de las “retenciones y ejecuciones” ordenadas por Pablo Escobar, entre 1980 y 1993, bajo los gobiernos de Betancur, Barco y Gaviria, cuando Colombia fue secuestrada por los narcos, hasta el colmo de haber redactado una constitución que les ha permitido elegir a unos cuantos presidentes y crear cortes de justicia a su medida. La serie que acaba de estrenar Amazon, dirigida por Andrés Wood y Julio Jorquera con la supervisión y producción del hijo del Nobel, reconstruye lenta y dolorosamente ese momento de nuestra historia. Cuando fue creada y reglada la República del Narco. La manzana de la discordia o el florero de Llorente de este capítulo fue la extradición por Barco de Carlos Lehder, condenado en 1987 por un tribunal de los Estados Unidos, a prisión perpetua, más 130 años.
Desde la toma del Palacio de Justicia en noviembre de 1985 cuando exterminaron a 101 personas y toda la Corte Suprema, hasta la Asamblea Constituyente de 1991, las manos de Escobar parecen conducir los actos del M-19, que ha llegado al gobierno de la nación. Y desde entonces, una campaña sistemática contra las Fuerzas Armadas y de Policía ha ido socavando su poder de combate contra la insurrección, alcanzando, como se sabe, la creación de un tribunal especial y un aparato de propaganda que busca la “verdad”, donde anhelan juzgar y condenar, mediante delaciones, sus cúpulas de los últimos cuarenta años, con la pretensión de alcanzar hasta los mismos expresidentes de la república. Los testimonios entregados a las comisiones que investigaron los hechos indican que Los Extraditables habrían financiado la toma con 2 millones de dólares, y hay un video de 1991 donde el paramilitar Augusto Ramírez Cardona, delegado del M-19 a la Asamblea del 91, recibe varios millones de pesos de Feisal Buitrago, un abogado de Escobar, que afirma que sus otros 36 compañeros de bancada ya han recogido lo mismo.
Los Extraditables secuestraron numerosas personalidades, pero tanto el libro de García Márquez como la serie se ocupan de los padecimientos y asesinatos de la hija del expresidente Turbay; de Marina Montoya, la hermana del todo poderoso secretario, o presidente; de la presidencia de Barco, donde estuvo también César Gaviria, cerebro de la Séptima Papeleta y la irregular votación para crear la Constituyente; Francisco Santos Calderón, hijo del poderosísimo director y propietario de la mayoría de las acciones de El Tiempo; Beatriz Villamizar, esposa del congresista Luis Guerrero y hermana del también representante Alberto Villamizar, promotor de la extradición de los narcos y esposo de la joya de la corona en esta historia de horror, Maruja Pachón, hermana de la esposa de Luis Carlos Galán y directora del codiciado fondo para la financiación de películas Focine. Numerosos choferes y guaruras de tantos personajes perdieron la vida y nadie los recuerda.
Como en Z, de Costa Gavras, la serie de Amazon, Noticia de un secuestro no narra directamente el proceso de cómo Pablo Escobar doblega el Estado colombiano gracias a un inmenso derramamiento de sangre. Gavras presenta como ficticios los hechos que rodean el asesinato de un político griego por la Dictadura de los Coroneles en los años setenta, usando también de una novela de Vasilis Vasilicós, que adapta libremente. En Noticia de un secuestro, las monótonas vidas de los rehenes son el pan de cada día de cada uno de los seis episodios titulados irónicamente: Querido Alberto, La hija del presidente, Divino Niño, Pies descalzos, Entre pregones y chatarras y Mar de Coveñas, donde el 19 de abril del 91, cuando se cumplían 21 años de las elecciones que “robaron” a Rojas Pinilla, inspirador del M-19, y del asesinato del poeta Ignacio Escobar Urdaneta de Brigard, el padre García Herreros invocaba con estas frases la entrega, con cárcel y carceleros propios, de Pablo Escobar: “¡Oh, mar l!¡Oh, inmenso mar! ¡Oh, solitario mar, que lo sabes todo! Quiero preguntarte unas cosas, contéstame. Háblame, tú que guardas los secretos, quisiera hablar con Pablo Escobar… Me han dicho que quiere entregarse, Me han dicho que quiere hablar conmigo. ¡Oh, mar! ¡Oh, mar de Coveñas…”
El resto de los acontecimientos está muy cerca de nosotros para no saberlos. La Constitución del 91, redactada también por abogados y políticos pagados por el Cartel de Cali, eligió a renglón seguido a Ernesto Samper Pizano y sus ministros Horacio Serpa y Carlos Holmes, el primero, dueño de la computadora de palacio y el segundo, destructor de la historia y la literatura colombianas, [aparte de haber administrado a Iván Duque durante 1081 días de su mandato], cuando fueron condenados medio millar de parlamentarios y políticos, pero su jefe, Samper, fue redimido, según ha contado el hijo de Miguel Rodríguez, gracias al pago de 50 millones a cada uno de los 101 parlamentarios que votaron por absolverlo. El cuatrienio de Samper ha sido el mas turbulento y cruel de nuestra historia; hizo que la corrupción, el clientelismo, la ruina de la justicia, el narcotráfico, la enajenación del estado al paramilitarismo, posibilitaran un eventual triunfo de las FARC. Se calcula de causaron 200 mil muertos y 45 mil desaparecidos en cinco décadas de terror, que perdonó el infame Pacto de La Habana.
Ahora, merced a los ocho años de favores a las FARC, el mas grande cartel de la cocaína tras la muerte de Escobar, de parte de Juan Manuel Santos, con el único fin de vengarse de sus primos y darse el gusto de ser Premio Nobel como García Márquez, tenemos de nuevo un gobierno controlado y favorecido en la sombra por estos dos horrendos personajes, Samper y Santos, esquiroles de clase, que harán del gobierno Petro otro fiasco y otro volcán de violencia.
La peregrina tesis del fiscal de Santos, de que ahora todo el que asesina con un ejército, para lucrarse como antes las FARC con una droga ilícita, debe ser considerado sujeto de perdón social, creando tribunales especiales para indultarles, sin acabar con la fuente de sus poderes, la coca, hará retornar a Colombia a los tiempos que retrata Noticia de un secuestro. El Secuestro no de nueve de sus periodista, sino del Estado mismo. Pregunte usted a Cesar Gaviria cómo fue que resultó elegido presidente tras los asesinatos de Jaime Pardo (1987), Luis Carlos Galán (1989), Bernardo Jaramillo (1990), Carlos Pizarro (1990) y casi de Álvaro Gómez
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