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El secreto del rotundo éxito de A Quiet Place II de John Krasinski

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A Quiet Place II de John Krasinski finalmente llegó a la pantalla grande y se convirtió en un éxito de taquilla. Tanto como para que incluso el director del clásico El Exorcista William Friedkin la alabara desde su cuenta Twitter como “una película de terror clásica”. Pero ¿qué ha hecho que la secuela de la película de 2018 se vuelva todo un fenómeno de taquilla? 

A Quite Place II de John Krasinski se convirtió en el fenómeno de taquilla de este fin de semana. Y no ha sido poca cosa: se trata de todo un acontecimiento que demuestra que el cine en salas todavía no está muerto. El considerable rendimiento en taquilla de la secuela de la película de 2018 demuestra que hay una real posibilidad de recuperación de la industria.

Pero, además, dejó en claro algo más. El cine de género del terror sigue siendo un punto de considerable importancia a la hora de crear fenómenos de audiencia y público. En especial, el tipo de cuidadoso suspenso con algunos toques de terror clásico que Krasinski mostró en su nueva película. Se trata de una revisión a los puntos más altos de lo terrorífico, a los que además, añade elementos de ciencia ficción.

El resultado es una sólida propuesta que se convirtió en un estreno de considerable importancia, con 100 millones de dólares recaudados en el mercado internacional. Todo un logro si se toma en cuenta que todavía el mercado sufre los rigores de la pandemia.

A Quite Place II no es un espectáculo al nivel de Godzilla vs Kong o Mortal Kombat. Tiene más parecido con una película de autor experimental del género de terror y por ese motivo, su éxito resulta más sorprendente. Tanto, como para que el director de la icónica El exorcista, haya recurrido a su cuenta Twitter para insistir que se trata de un “clásico”. Pero ¿qué ha causado tal revuelo?

Un largo, complicado y duro trayecto a la pantalla grande

Como otros tantos proyectos, A Quiet Place II sufrió un considerable retraso antes de llegar a la pantalla grande debido al coronavirus. Pero mientras otras películas terminaban por llegar al streaming o terminaban en el limbo de las fechas aplazadas, Paramount asumió el riesgo del estreno en salas. Se trató de un movimiento arriesgado.

A Quiet Place (2018) había sido un gran éxito de taquilla, pero en comparación a otros tantos, era más una curiosidad rentable. Con una inversión mínima, había logrado quintuplicar las ganancias netas hasta convertirse en espectáculo digno de inversión. Las noticias para una secuela llegaron pronto. Y de hecho, se habló incluso de una trilogía que analizó con cuidado la concepción del nuevo cine de terror. Como si se tratara de una herencia indirecta de la productora Blumhouse, la película pareció atenerse a una fórmula. Invierte poco, estrena en un circuito amplio de salas.

Para el finales de 2019, A Quiet Place II se encontraba grabada y lista para su estreno. Se anunció una considerable campaña de marketing y estrenos en la mayor parte del mundo. El trailer entusiasmó a los fanáticos y a los amantes del cine de terror. Lo más probable es que esta precuela, que ampliaría el universo original, se convertiría en un éxito.

Entonces llegó la pandemia y el plan original debió cambiar desde el origen. En especial, para una película que dependía de su estreno en cines — y de su capacidad para convertirse en un éxito taquillero — para resultar exitosa. A Quiet Place II corría el riesgo de solo ser una de las tantas películas de género que pueblan la pantalla.

Hubo continuos retrasos, anuncios de fechas que terminaron por disolverse en la incertidumbre. Aún peor, el tema central de la película —una familia que soporta una situación insostenible semejante a la pandemia— no invitaba a grandes riesgos. ¿Qué reacción podría tener el público con la fórmula del terror claustrofóbico en mitad de la cuarentena?

Mucho peor aún ¿qué podía esperar a la película en medio de filmes con argumentos idénticos? Desde Rental de Dave Franco a Host de Rob Savage, el terror en pequeños espacios en situaciones domésticas ya no era tan impactante. ¿Cómo podría contrarrestar a Quiet Place II la saturación de una misma versión del tema?

John Krasinski encontró la forma y no solo de una manera sutil e inteligente, sino además utilizó un tipo de terror que tiene su propia mitología. La combinación de ambas cosas no solo logró el éxito de taquilla que Paramount esperaba, sino además dar una lección sobre el terror.

¿Qué hace especial y original A Quite Place II en medio del panorama cinematográfico? Quizás cinco cosas específicas.

El buen uso del flashback 

Las películas de terror suelen tener una estructura temporal lineal, a menos que la historia dependa de lo que ocurrió en el pasado para sostenerse. Este último es el caso de A Quite Place II y Krasinski hace un uso impecable de una secuencia completa que contextualiza la historia. Además de hacerlo, el universo se amplía no sólo gracias a las buenas decisiones argumentales basados en recuerdos recientes, sino que sostiene todo lo que ocurrirá a continuación.

La película es una genuina secuela de la original

Lo que quiere decir que a pesar de énfasis en expandir el universo, A Quite Place II pone especial énfasis en continuar su historia. Eso provoca dos cosas a la vez. El filme tiene suficientes elementos nuevos para interesar, pero continúa siguiendo con cuidado lo ocurrido con la familia original. Para una película que se estrenó en 2018, es un punto de interés y además, una forma elaborada de dialogar con el público. No se trata de un salto hacia adelante amenace la solidez que mostró la anterior película, sino secuencias de evolución de considerable potencia.

Un estupendo manejo de dirección

En una película con tan pocos personajes y una trama sencilla, la dirección lo es todo. Y Krasinski lo sabe. De modo que utiliza todos los recursos a su disposición para narrar una historia pequeña pero contundente. El score y el soundtrack funcionan como una experiencia envolvente, a pesar que el silencio es la base del argumento. Pero el uso del sonido es tan preciso que resulta una experiencia total.

Como si eso no fuera suficiente, el punto de vista varía. Desde los miembros de la familia Abbott hasta lo que ocurre a su alrededor, la cámara se vuelve subjetiva por minutos. Los puntos de edición crean un caos perfecto en pantalla.

El presente de la película es una historia sólida 

Aunque el argumento se hace más elaborado en A Quite Place II, sigue siendo una historia de pocos personajes, basado en actuaciones sólidas. Evelyn Abbott (Emily Blunt) se esfuerza por encontrar un lugar seguro, mientras la amenaza se hace más complicada a su alrededor. Además, hay que sumar el hecho de un bebé como punto de inflexión de la trama.

Es el manejo de un elemento de constante amenaza (el llanto del bebé podría ocasionar el caos), lo que sostiene la tensión de la película. Y lo hace de una forma natural, que sorprende por su eficacia. A Quite Place II se basa en la posibilidad de una tragedia a punto de suceder. El guion une los puntos para crear una atmósfera irrespirable y dura cada vez más agobiante.

Las brillantes actuaciones 

Desde Emily Blunt al magnífico Cillian Murphy, la película es un duelo de actuación complicado que se sustenta no en el miedo, sino en la pérdida. ¿Parece complicado? No lo es tanto, cuando el guion ofrece la posibilidad de estructurar sus puntos más altos, en lo que no muestra la cámara.

De hecho, gran parte de la película se sostiene en el miedo de lo que está ocurriendo fuera del frame. Y es esta fórmula, unida a los que los Abbott deben sufrir, lo que termina por convertir la película en una pequeña joya del terror. Las inteligentes actuaciones hacen el resto.

 

 

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