Son las 20:00 horas (8:00 pm) del 28 de julio de 2024. Los ojos de Venezuela entre Castillete y Punta Playa, isla de Aves y las cataratas de Huá, y de los 8 millones de venezolanos que hacen parte de la diáspora alrededor del mundo están fijos en la baranda del CNE. Todos esperan al rector presidente y al resto de la directiva para el anuncio de los resultados de las elecciones presidenciales de ese día con la tendencia irreversible. Ya todas las mesas cerraron y los centros electorales están vacíos de colas. El régimen hizo el acostumbrado contraataque después de las 6:00 pm que obligó a mantener algunos centros abiertos. Todo está a punto. Y entonces se anuncia una rueda de prensa de la oposición y aparece en pantalla todo el comando de campaña presidido por el candidato sonriente rodeado de los miembros de los partidos políticos en una doble fila. Todos exteriorizan felicidad en una sonrisa contenida que describe un carómetro de triunfo. De victoria. De motores encendidos listos para la caravana y los cohetes. Ya se regó la especie del desmontaje de la tarima frente a Miraflores y la presencia del carómetro de derrota en los pasillos del palacio. Hay un discurso que reaviva la esperanza a punto de explotar mientras se espera a Elvis y su combo de rectores. Todas las actas ya están procesadas en los resultados de los escrutinios, según el portavoz opositor, y están en mano con los números finales. No pueden anunciarlos antes del CNE por ley, pero aquí están los resultados y levanta una carpeta abultada, siempre con la sonrisa Pepsodent del triunfo. Después se van todos de la pantalla sobándose entre todos con los abrazos eufóricos de una victoria aún no cantada. ¡Aquí están todas las actas de escrutinio! y desaparecen lanzando papelillos al aire mientras en la pantalla de los televisores vuelve a presidir la famosa baranda.

Son las 01:00 horas (1:00 am) del 29 de julio de 2024. Y los ojos de Venezuela entre Castillete y Punta Playa, isla de Aves y las cataratas de Huá, y de los 8 millones de venezolanos que hacen parte de la diáspora alrededor del mundo todavía están fijos esperanzados en los anuncios que van a difundirse cuando en la baranda del CNE aparezca Amoroso y el resto de la banda del CNE. Llegó el momento de la tendencia irreversible después de que en Caracas y el resto de las capitales del país se ha cernido una tenue desesperanza y se han cruzado todo tipo de rumores que van desde Fuerte Tiuna, triangulándose con el palacio de Miraflores y la sede del CNE. Aparece Elvis y compañía, toman asiento frente al grupo de medios y observadores y se hacen los anuncios. Después de haberse recibido el noventa y tantos por ciento de las actas en la sede del CNE con una tendencia irreversible (la palabra maldita) el candidato Nicolás Maduro con el cincuenta y tanto por ciento, etc., etc. En ese momento, los ojos de Venezuela entre Castillete y Punta Playa, isla de Aves y las cataratas de Huá, y de los 8 millones de venezolanos que hacen parte de la diáspora alrededor del mundo, a sabiendas del gran fraude cometido van a preguntar ¿y ahora qué se hace? ¿Cuál es el plan? Los chicos de las dos filas con la sonrisa Pepsodent del triunfo cercando al candidato desaparecieron, tampoco las actas con los resultados. El carómetro de la derrota se ha mudado y nadie se atreve a decir un número, una cifra que soporte la victoria que se estaba anunciando en la rueda de prensa con los dientes pelados a las 8:00 de la noche. Y la pregunta sigue acosando mientras entra por completo la madrugada y la decepción empieza a arropar a Venezuela entre Castillete y Punta Playa, isla de Aves y las cataratas de Huá, y a los 8 millones de venezolanos que hacen parte de la diáspora alrededor del mundo. Esa ha sido la historia electoral en 25 años. ¿Cuál es el plan? ¡Coño!

Son las 08:00 horas (8:00 am) del 2 de junio de 2024 mientras tecleo este texto. Faltan aún 56 días para ese momento de la baranda del CNE. Probablemente ante la pregunta de ¿cuál es el plan para ese día? algunos corazones solitarios acusarán que existe, pero es secreto. Y otros más alcahuetes indicarán que hay que confiar en que sí hay un plan.

Las elecciones presidenciales se enfrentan desde los dos organismos oficiales en tres fases: preelectoral, electoral y poselectoral. El CNE y la FAN con el Plan República diseñan su planificación y la ejecutan con esos tres impulsos. Sobre esa secuencia montan toda la logística del acto electoral. Y allí, la revolución bolivariana, el régimen y su candidatura superpone toda su maquinaria de aspiración antes, durante y después para garantizarse el triunfo el 28J, salga sapo o salga rana. Allí montan todo el poder popular, las misiones, las unidades de batalla Bolívar-Chávez, los patriotas cooperantes, las emisoras comunitarias, los bots de las redes, los influencers rojos, sus puntos rojos, los empleados públicos, la milicia nacional y su experiencia de 25 años. Eso es un plan. Lo conoce hasta el último rojo rojito en la escala revolucionaria sin ninguna clasificación de secreto y de abierta difusión. Allí no hay ninguna presunción de que existe. Simplemente existe. Contra eso en la oposición hay que montar un plan. ¿Cuál es el plan?

En líneas generales ha existido un plan para la defensa del voto montado sobre el padrón electoral para garantizar los miembros de mesa que representan a la oposición en las 39.427 mesas electorales, los tres testigos (principal y dos suplentes) en los 13.651 centros electorales y la logística que significa apoyar para la comida, el agua, el teléfono y su carga, y los relevos de nuestros colaboradores. Eso ha funcionado parcialmente el día de las elecciones. En 25 años de revolución no se ha cubierto al 100%. ¿Qué pasa con la etapa preelectoral? ¿Y los días poselectorales? Esos vacíos que corresponden a días críticos en caso de eventos sobrevenidos deben cubrirse con tareas, metas y con responsables claramente definidos. Y la logística de las actas de votación con los chorizos de las máquinas en la transmisión de las datas desde la mesa en tiempo real. Los resultados deben divulgarse públicamente y con presencia real y efectiva desde la mesa, desde el centro, desde las parroquias, desde los municipios y desde los estados para defender el sufragio. A nivel central las redes sociales deben servir de plataforma para la libre circulación de los resultados sin esperar la baranda y la sonrisa Pepsodent desde el CNE.

Sobre eso de la clasificación del plan y etiquetarlo de secreto jugando a la guerra, a los soldados y a los espías. Los principios generales para el establecimiento de una información de abierta difusión para el 28J están contenidos en el artículo 5 de la Constitución nacional donde se señala que la soberanía reside en el pueblo y esta expresión vive en plenitud en el ejercicio del sufragio. La defensa del voto como información no requiere ningún tipo de protección ni mordaza en el acceso para los ojos de Venezuela entre Castillete y Punta Playa, isla de Aves y las cataratas de Huá, y de los 8 millones de venezolanos que hacen parte de la diáspora alrededor del mundo. No debe haber algo como divulgación no autorizada. Eso no es secreto. Si lo hacen secreto cómo se va a saber qué hacer cuando quieran robarse el voto original. Entonces, ¿cuál es el plan?

A la fecha faltan 56 días. Todavía se pueden hacer muchas cosas para ensamblarlas en un diseño de planificación que garantice la victoria y la cobre en la taquilla del CNE sin o con presión. Es eso o acreditar seis años más de revolución para la Venezuela situada entre Castillete y Punta Playa, isla de Aves y las cataratas de Huá, y para los 8 millones de venezolanos que hacen parte de la diáspora alrededor del mundo.

Entonces… ¿Cuál es el plan?


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