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May 9, 2025


El salto no esperado

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Estados Unidos entró en otra etapa: su política arancelaria disruptiva es una estocada al sistema multilateral de comercio. Aumentar aranceles, lo que pudo haber sido una negociación bajo la estructura misma de la OMC, tiene un propósito más político que económico. Se resume en que Donald Trump, al satisfacer por una parte las ansias de su electorado y al poner en jaque a muchas economías del mundo, obliga a una política del ruego, que bien la describió en días pasados cuando afirmo que “otros países le están besando el trasero para negociar aranceles”. 

Estados Unidos, como faro de democracia, economía abierta y libertades, ya no es una prioridad, no será un objetivo en estos próximos tiempos. Empoderarse a nivel global, hacer nuevas alianzas y minimizar la esencia de la democracia interna basada en la institucionalidad y los contrapesos pareciera no ser más el objetivo de su existencia. En apenas dos meses hemos visto actitudes y acciones que se parecen más a lo que pasa en otras partes del mundo que lo que ha caracterizado la conducta de las instituciones norteamericanas. 

“América primero” también significará “América sola». La reacción de la nueva administración hacia los aliados tradicionales, Canadá,  Panamá , Europa, entre otros, demuestra no solo que estamos entrando en un nuevo Orden Internacional distinto al que se creó después de la Segunda Guerra Mundial, sino que el principal faro de democracia del planeta recoge sus velas y se enfila hacia donde siempre supimos que está la verdadera naturaleza de la visión de  las relaciones internacionales que maneja  esta nueva administración, en sus intereses particulares, no hay necesidades vitales, “ni amigos eternos”, como diría Lord Palmier en su siempre citada frase. 

Una pregunta que está por responderse, toda vez que se implemente esta nueva estrategia de Estados Unidos, es qué  forma podría tomar este nuevo orden. Creo que estaremos viendo el fin de la multipolaridad, entiendo esta como la superación de la  unipolaridad por algunos actores regionales claves y la creación más segmentada de grupos de países, lo que he denominado la microbalización, percibida esta como “la opción de integrar en todo parcialidades homogéneas dispuestas a mantener previsibilidad ante acuerdos y visión de mundo”. Como entienden diferentes temas de la agenda internacional, por ejemplo, comercio, derechos humanos, comunicaciones, integración, entre otros, generarán unidades de países “like minded” o coaliciones que dibujarán un orden internacional que se imponga sobre el multilateralismo y un sistema internacional basado en reglas.

Esto, por supuesto, puede abrir la opción de conflictos directos y generar supremacía en aquellos países más capaces militarmente. Podríamos estar presenciando un mundo bastante caótico, de ingeniería  variable, con instituciones multilaterales debilitadas, grupos regionales redefinidos y, sobre todo, mucha desconfianza. 

Un mundo así puede ser más peligroso. Con poca capacidad de articulación ante crisis globales, amenazas comunes como pandemias, cambio climático o ciberataques. En definitiva, el MAGA cambiará no solo a Estados Unidos, no sabemos si para bien o para mal, pero lo que es seguro es que este mundo se hizo más complejo y difícil que en tiempos previos.  

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