OPINIÓN

El rostro del miedo

por Omar González Omar González

¿Por qué afirmo que Nicolás Maduro tiene miedo? Porque se le ve en el rostro y lo demuestra con sus hechos y sus amenazas.

Los coqueteos e insinuaciones de Miraflores sobre un adelanto de las elecciones presidenciales es una mezcla de plan maléfico y de reacción ante el miedo por el crecimiento del liderazgo de María Corina Machado.

Allá en el Palacio de Gobierno pretenden “agarrarnos fuera de base” con un adelanto de los comicios; sin embargo, se quedarán con las ganas, porque ya sea por Re o por Fa, tiene la derrota tatuada con tinta indeleble en la cara.

Tienen miedo y eso se nota; cuando Maduro propone que el nuevo Consejo Nacional Electoral se llame “Tibisay Lucena” es parte de una estrategia –algo tonta– de producir una reacción entre los opositores y que estos sientan antipatía, desconfianza, temor y no acudan a votar.

Algo así como cuando una mamá le dice a su hijo “si no te comes la comida viene el coco”, en este caso el coco es Tibisay Lucena y te saldrá si acudes a votar. Una forma psicológica de manipulación; tal vez una idea salida de la retorcida mente de Jorge Rodríguez.

Además, la cosa no queda allí. Ese afán de Nicolás Maduro de llamar a la unidad a las Fuerzas Armadas descubre un nerviosismo dentro del seno del régimen.

Y ni hablar de la posible activación del Plan República, lo que refuerza la idea de que la cosa no está bien en Miraflores, porque ese planteamiento delata que allá no pueden dormir bien por las noches.

El miedo de los enchufados es patético, ellos tratan de ocultarlo con sus discursos altisonantes; con sus amenazas; con sus bravuconadas. Practican al pie de la letra el manual de Sun Tzu: «Todo el Arte de la Guerra se basa en el engaño»; pero ya el venezolano común y corriente sabe que eso es «mucho chicle, pero poca bomba».

Diosdado habla para atacar; Jorge Rodríguez habla para agredir; Nicolás Maduro habla para amenazar; todos ellos tienen una actitud virulenta y todo lo que demuestran con ello es el pánico que poseen a perder el poder. Y el reloj juega en su contra.

Para los que le gusta el básquet, podemos decir que el régimen está en los últimos segundos del último cuarto y perdiendo por más de 80 puntos. Ya no hay marcha atrás, hagan lo que hagan, perderán la partida.

Por más intimidación que apliquen, por las intervenciones de partidos, por más inhabilitaciones que saquen debajo de la manga de la Contraloría o del TSJ chavista, están con el sol en la espalda, su poder se agotó.

Sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.