Luego de analizar con máxima reflexión las actuales condiciones políticas del país, después de los resultados de las elecciones regionales ─incluyendo el fraude constitucional y electoral que la “justicia socialista” del madurismo intentó realizar en contra del pueblo de Barinas, y que en “repetición” de elecciones originó que ese electorado enterrara políticamente a los Chávez y al madurismo en la tierra natal del “comandante eterno”─; y también ante la diatriba y división opositora, lo cual se convierte en un hecho de importancia pragmática, y ante las disyuntivas que existen en tales sectores en convocar un referéndum revocatorio para el cual se requeriría un mínimo del 20% de las firmas de la población electoral, o sea, un poco menos del total de votos obtenidos en los recientes comicios para gobernaciones y alcaldías; no queda duda de que lo más conveniente para encontrar un camino que nos permita salir de la crisis sería la enmienda constitucional.
En tal sentido, la enmienda no solo sería un proceso rápido y de inmediata aplicación que necesita el 10% de las firmas de los inscritos en el registro electoral, sino que al tener el electorado solo dos posibilidades de selección, entre SÍ y NO, facilitaría por completo un nuevo cauce político que desea el país, y también abriría sendos espacios con otros actores de manera permanente, y con ello se acabaría por completo la perpetuidad de quienes desean tener el poder como forma de dominio absoluto.
Por ello, la enmienda debería estar centrada en los siguientes tres términos:
1) Eliminación de la reelección indefinida y en cualquiera de sus formas
Así tenemos que la reelección y más la denominada “indefinida” ha sido la principal aberración que ha encontrado el madurismo para hacer con el país lo que le ha dado la gana; porque si tal figura no existiera, personajes tan funestos como Nicolás Maduro o cualquiera de sus derivados no podría seguir ostentando cargo alguno en las estructuras del Estado in sécula seculórum. De hecho, al eliminar la reelección, individuos como los actuales gobernadores reelectos, y otros, no tan “reelectos” de inmediato, pero sí de rostros repetidos en plena senectud como el caso de los “opositores” Manuel Rosales (Zulia), Alberto Galíndez (Cojedes) y hasta el octogenario Morel Rodríguez (Nueva Esparta), tampoco hubieran podido competir con su germen de caudillismo en tales regiones. Verbigracia, y si retrocedemos un poco en la historia, vemos cómo las reelecciones de Carlos Andrés Pérez (1989) y Rafael Caldera (1993) fueron hechos nefastos para la condición de desarrollo del país y, por el contrario, sus presidencias resultaron en buena medida, parte de los grandes males que ahora confronta Venezuela. Eliminar la reelección en todas sus formas es algo que tenemos que extirpar de raíz de la sociedad, porque representa la bacteria que ha contaminado el ejercicio político, convirtiéndola en el centro de las negociaciones partidistas y burocráticas en desmedro de la población, y en plena liquidación del tejido social.
Hay que dejar claro que con la enmienda realizada en 2009 para aprobar la reelección indefinida en tiempos de Hugo Chávez y, que este por razones de salud no pudo optar a una segunda reelección consecutiva, tal decisión del pueblo fue de aplicación inmediata por parte de los órganos correspondientes en materia jurídica y electoral, es decir, que ya existe la jurisprudencia correspondiente, por lo tanto, no podría objetar el madurismo, o cualquier intempestivo “opositor” con algún seudo-recurso interpretativo el poder intrínseco y jurídico ipso facto de la enmienda.
2) Reducción del período presidencial a 4 años
Igualmente, la eliminación de la reelección indefinida debe ir acompañada con la reducción del período presidencial en solo 4 años, y que el mismo siempre sea aplicado para todos los cargos de elección popular, y dejar para tal función, así como de gobernaciones y alcaldías la vigencia de la segunda vuelta para aquellos casos en los cuales no se alcance más de 50% de los votos por parte de quien obtenga mayoría electoral en un primer llamado a elecciones, lo cual daría para quienes resultaran triunfadores máxima legitimidad en cada una de sus funciones. No obstante, hay que reiterar que no vale la praxis que se permita, aunque sea “una reelección”, porque eso es lo que necesitamos eliminar de nuestra realidad, en virtud de que tal hecho ha sido el principal causante de la bazofia política que nos ha gobernado desde la instauración de lo que todavía algunos llaman “democracia”, y con mayor énfasis desde que el madurismo asumió el poder en Venezuela.
3) Eliminación de convocar una Asamblea Nacional Constituyente
Si bien en su momento, especialmente en 1999 cuando se buscó la creación de la Constitución que actualmente nos rige, la figura de la Asamblea Nacional Constituyente fue novedosa y necesaria, el madurismo en 2017 pervirtió esa condición de poder para el pueblo, y la transformó en otra bazofia política de sus ejecuciones, razón por la cual tenemos que eliminar también tal posibilidad, si efectivamente queremos avanzar hacia un nuevo contexto político. Un contexto en el cual apartemos por completo al madurismo como cáncer de la sociedad, quienes en complicidad con un número importante de llamados “opositores” solo han servido para destruir la patria del Libertador en todos sus órdenes económicos y sociales, a partir de la cloaca política que ambos grupos han desechado sobre los venezolanos. O sea, es necesario hacerlo para evitar que nuevamente el madurismo se apropie ilegítimamente con una seudolegalidad de tal figura política para desviar el cauce histórico de cambio democrático que reclama el país.
La sociedad venezolana es la única responsable en lograr la enmienda
En consecuencia, alcanzar el 10% de las firmas para la convocatoria de la enmienda constitucional es algo que no sería muy complicado para la sociedad como factor esencial en tal iniciativa, y que seguramente, al ver que la mayoría de factores políticos se niegan entre el madurismo y quienes dicen “adversarlo”, pero que en la praxis solo buscan cohabitar con el régimen en sus beneficios personales, sería la más práctica de todas las alternativas que aún nos queda en la Constitución, y en donde al ganar por amplia mayoría la eliminación de tales figuras para el contexto político, también sería un referéndum revocatorio para Nicolás Maduro, razón por la cual, quién quita, y el actual mandamás de Miraflores termina siendo tan demócrata como Andrés Manuel López Obrador, quien está pidiendo a sus organizaciones políticas convoquen un referéndum revocatorio sobre su manera de gobernar, justo que ahora está en la mitad del período (1).
En síntesis, ¿será que la oposición apoyaría una enmienda constitucional en tales condiciones, o veremos a algún grupo de ellos hablando de tal o cual “imposibilidad”? Corresponde a la sociedad en general tomar la iniciativa en algo que llamamos Unión Nacional por el Rescate de Venezuela (UnareV), e ir a la búsqueda de un porvenir muy distinto al que estamos confrontando de emigración, hambre, pobreza y miseria. La enmienda es la salida.
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