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El retorno del bono de Pdvsa 2020 

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A partir del 12 de noviembre de 2024, las transacciones relacionadas con el bono de Petróleos de Venezuela, S. A. con una tasa de interés del 8,5% emitido en 2020 serán nuevamente autorizadas. Esta decisión, que se enmarca en la Licencia General No. 5P emitida por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), ha generado una serie de interrogantes sobre el verdadero impacto de esta flexibilización en el entorno sancionador que pesa sobre Venezuela desde 2018.

La Orden Ejecutiva 13835 de mayo de 2018 y su enmienda mediante la Orden Ejecutiva 13857 en 2019 impusieron estrictas limitaciones sobre los activos del gobierno venezolano, incluidos los bonos de Pdvsa. Estas sanciones fueron parte de una estrategia para presionar al régimen de Nicolás Maduro, en un intento por aislar económicamente a su gobierno y forzar un cambio político en el país. El bono de 8,5%, emitido en medio de una crisis económica profunda, se convirtió en uno de los muchos activos inmovilizados bajo el rigor de las sanciones estadounidenses.

Con la Licencia General Nº 5P se abre la puerta a que ciertos actores puedan reactivar transacciones sobre este bono. Sin embargo, es crucial destacar que esta flexibilización no es absoluta. La licencia no elimina las sanciones generales sobre Venezuela, ni permite transacciones o actividades prohibidas bajo otras partes de las Regulaciones de Sanciones de Venezuela (VSR) o el capítulo V del Código de Regulaciones Federales (CFR). Esto significa que cualquier transacción que involucre sectores estratégicos del gobierno venezolano, individuos sancionados o activos bloqueados, sigue estando fuera del marco permitido.

Entonces, ¿qué implica esta medida? Para muchos, podría parecer una oportunidad para reanudar operaciones financieras que estaban detenidas, una señal de que quizás la política de sanciones de Estados Unidos hacia Venezuela está tomando un giro más pragmático. Para otros, este cambio puede interpretarse como una simple reformulación de las sanciones, sin una alteración significativa del status quo. Las restricciones adicionales dejan claro que el objetivo de presión sobre el gobierno venezolano sigue intacto.

Además, el impacto real de esta licencia sobre la economía venezolana es cuestionable. El país sigue sumido en una crisis estructural profunda y la posibilidad de que el mercado de bonos de Pdvsa pueda resurgir depende tanto de las condiciones internas de la compañía como del entorno global. Pdvsa, que alguna vez fue el motor económico de Venezuela, ha estado en declive durante años, con una producción de petróleo que ha caído en picada, falta de inversión y una mala gestión generalizada.

Es probable que los inversores y actores financieros que estuvieron involucrados con los bonos de Pdvsa en el pasado ahora se enfrenten a un dilema. Si bien las transacciones sobre el bono de 8,5% estarán técnicamente permitidas, el riesgo político y económico sigue siendo elevado. La falta de confianza en las instituciones venezolanas, sumado a las sanciones aún vigentes, podría limitar el apetito por participar en este mercado, incluso con la autorización de la OFAC.

La Licencia General Nº 5P flexibiliza, pero no transforma. Permite un pequeño respiro en un marco sancionador que sigue siendo restrictivo, pero no abre las compuertas a una inversión significativa ni a un cambio drástico en la política hacia Venezuela. Más bien, parece una medida técnica que no altera el enfoque estratégico de Estados Unidos hacia el régimen de Maduro. La pregunta clave es si esta medida contribuirá a una solución a la crisis política y económica de Venezuela, o si simplemente se perderá entre las capas de sanciones que siguen limitando el futuro del país.

Mientras tanto, el pueblo venezolano sigue soportando las consecuencias de un estancamiento que ya lleva años, y las transacciones relacionadas con los bonos de Pdvsa, aunque autorizadas, parecen estar lejos de ofrecer una solución tangible.

 

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