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El retorno de Donald Trump

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Atentado contra Trump

Foto AFP

El fallido atentado contra el expresidente de Estados Unidos Donald J. Trump ha profundizado la leyenda del mismo dentro de sus seguidores como un líder implacable, valiente y decidido que enfrenta por igual a mafiosos inmobiliarios, empresarios codiciosos, políticos envidiosos, presidentes mediocres y pare de contar en su pintoresca y larga vida que lo ha llevado desde su época de promotor inmobiliario en los años setenta, pasando por figura social de la ciudad de Nueva York -lo que explica su aparición en la película Pobre Angelito en el Lobby del hotel Plaza- hasta su consagración como figura de la televisión como protagonista de su propio reality show, derivando en su polémica presidencia y posterior salida en 2021, que desde 2016 hasta hoy no ha dejado de ser noticia de primera plana en los periódicos de todo el mundo.

Por tales razones, muy potenciado por su victoria en el histórico debate contra Joe Biden, cuyo impacto político puede terminar siendo comparado con el célebre primer debate televisado, donde Kennedy derrotó a Nixon en 1960, cambiando el curso de la campaña y del mismo modo, este debate causó un gran malestar y confusión entre muchos financistas y figuras  mediáticas que apoyan al Partido Demócrata, destacándose el consejo editorial de los periódicos The New York Times y The Washington Post, lo que ha permeado a grupos crecientes de políticos de dicho partido, que entienden que la candidatura está “sentida” y otra derrota mediática en el segundo debate, puede ser devastadora para muchos representantes y senadores que se hundirían con un fracaso electoral pronunciado de la campaña presidencial de Biden, por lo cual es posible que esta candidatura sea abortada y con ello genere otro hecho en la “leyenda histórica” de Donald Trump.

No es exagerado decir que ningún otro candidato genera alrededor del mundo mayor cantidad de situaciones comunicacionales y políticas por las expectativas y temores que despierta su figura alrededor de concepciones simples de lo que el ciudadano espera de los líderes políticos, bien sea que sus ideas sobre lo que pueda acontecer, estén bien fundamentadas o no.

Esto comienza en Europa, donde los gobiernos de la Unión Europea tienen el temor de que una nueva administración Trump le dé un impulso determinante a los grupos políticos de ultraderecha y los lleve a un crecimiento definitivo que les permita ser gobierno a mediano plazo, lo que apuntaría al derrumbe definitivo de políticas asistencialistas ligadas al concepto del Estado de Bienestar que están asociadas a la forma política y administrativa de Europa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. En este sentido, es muy probable que varios presidentes de izquierda se lancen abiertamente a apoyar a Joe Biden, de la misma forma como Pedro Sánchez desde España se lanzó contra Javier Milei en la campaña presidencial argentina.

Un asunto central de Europa es el problema de Ucrania, cuyo presidente Zelenski se negó a investigar las denuncias de corrupción contra Joe y Hunter Biden por sus supuestas vinculaciones con corporaciones ucranianas, lo que sin duda hubiera causado un escándalo que hubiera garantizado  la victoria de Trump en 2020 y que sin duda Zelenski tiene muy en consideración dada sus relaciones diplomáticas, tratando de equilibrar, debido al radicalismo de la lucha entre los partidos Republicano y Demócrata, por lo cual sin duda el gobierno más preocupado de Europa por la campaña electoral estadounidense es el de Ucrania, pues la dependencia militar y financiera de la asistencia estadounidense es tan grande que su cierre implicaría la destrucción de Ucrania como nación independiente en la guerra contra la Federación Rusa, por lo cual es la administración estadounidense la que puede parar dicho conflicto bajo un acuerdo Rusia-Estados Unidos, que implique la entrada de Ucrania en la Unión Europea y la OTAN a cambio de la entrega de los territorios conquistados por Rusia, la devolución de prisioneros de guerra y niños trasladados a territorio ruso, levantamiento de las sanciones comerciales y financieras y acuerdos amplios de no agresión entre la OTAN y Rusia, recordando que a pesar de las declaraciones de aumento del gasto militar en el continente, demasiados partidos políticos de izquierda, desean volver a reducir los gastos militares como es el caso de muchos partidos políticos del actual gobierno de España, situación que se repite en otros países.

Para Vladimir Putin, que ha tenido que observar una enorme pérdida del prestigio militar y tecnológico de Rusia, sumado a la pérdida de los mercados comerciales y las confiscaciones de bienes muebles e inmuebles de los más de 900 oligarcas rusos, la inmensa mayoría de ellos aliados estrechos de Putin, dentro de los 48 países que apoyan a Ucrania, sería una gran oportunidad detener la sangría de recursos humanos y materiales, antes de que hagan una “metástasis” de la economía rusa, lo que le permitiría presentarse como ganador del conflicto dentro de la opinión pública doméstica rusa, presentando como resultados el reconocimiento internacional de la anexión de las provincias orientales y Crimea y el fin del gobierno de Zelenski.

Tal posibilidad de ser rechazada por Putin llevaría a una guerra de desgaste que no puede ganar y eventualmente colapsaría su economía de guerra y su gobernabilidad, poniendo incluso en peligro la existencia de la Federación Rusa.

En el mismo orden, la República Islámica de Irán tiene una preocupación fundamental en que una nueva administración Trump no herede una guerra en Gaza y el Líbano, puesto que el liderazgo del Partido Republicano no dudaría en apoyar una guerra que destruya para siempre la amenaza atómica en Oriente Medio, acabe con el financiamiento y entrenamiento de grupos extremistas y muy especialmente vengue todos los desafíos y tropelías del régimen de los ayatolás, comenzando con el secuestro de los integrantes de la Embajada de Estados Unidos en Teherán, que le costó el gobierno a Jimmy Carter en 1980.

En Latinoamérica, los gobiernos de Ecuador, El Salvador y Argentina serían los más beneficiados con una victoria de Trump, mientras que los gobiernos de izquierda de México, Colombia y Brasil estarían obligados a ser mucho más prudentes en sus tradicionales políticas de desafíos verbales y diplomáticos contra la política exterior estadounidense.

Los casos de Nicaragua, Cuba y Venezuela ameritan de un artículo completo para ser desarrollados, por lo cual se tratarían en un artículo posterior.

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