OPINIÓN

El retorno al “realismo” de parte de EE UU y otras notas

por Jonathan Benavides Jonathan Benavides

Hace un par de semanas y en orden al análisis que sobre las declaraciones de Trump en punto a Canadá, Groenlandia y el Canal de Panamá, expresamos que con esta administración Republicana el “realismo” político regresaba a Washington. Prever el retorno del realismo era lo “razonable” luego de los estragos que alejarse del mismo generaron para Estados Unidos y Occidente y que en este espacio de opinión hemos descrito como creo ningún otro (o muy pocos) en Hispanoamérica.

Ese realismo es el propio de cualquier Gran Potencia y también de las Potencias Medias, y algo que incluso naciones por décadas irrelevantes debieran cuanto menos entender. Ahora bien, ese regreso al realismo no se hace en “solitario” sino que se debe concretar en un mundo donde tanto Rusia como China vienen apelando al mismo no desde ayer, sino hace décadas; y en ese camino generaron situaciones favorables a sus intereses aprovechando un Estados Unidos que no dejaba de generar desconfianza en su credibilidad estratégica también desde hace décadas. Teniendo en cuenta ese mundo, es lógico que Estados Unidos busque tanto “enfriar” los hotspots como al mismo tiempo “reconstruir” su preeminencia en el espacio fundamental donde esa situación tiene que existir que conforma el hemisferio occidental.

Ello se refleja en todo lo mencionado respecto a Canadá, Groenlandia y el Canal de Panamá; que en los términos en que una Gran Potencia se maneja son su “periferia inmediata”, es decir un espacio donde su supremacía no puede ser cuestionada sin que arriesgue su condición de Gran Potencia, tal y como los rusos establecen en sus documentos de Conceptos de Política Exterior como “Extranjero Cercano” a esa periferia fronteriza que desde el siglo XVI ha sido su zona de influencia. Para ser extremadamente claros que China administre el Canal de Panamá es inadmisible para Estados Unidos, como sería para Rusia una Ucrania en la OTAN o para China que tropas de Estados Unidos estuvieran posicionadas en lo que conocemos como Corea del Norte.

¿Esto es injusto para Panamá, Canadá o Dinamarca? No es esa la pregunta, pues la misma se apoya en consideraciones de orden moral que son absolutamente inexistentes en la puja entre Grandes Potencias (a mis amigos del progresismo latinoamericano: bienvenidos al mundo real). La pregunta quizás sería, ¿hasta qué punto Estados Unidos está decidido a retomar su condición de Gran Potencia indiscutida en el Hemisferio Occidental? Y ahí todo dependerá más de la convicción de Washington que de lo que Rusia o China puedan hacer.

Con relación a esto dudo que la fuerza sea la herramienta que se emplee, pero en modo alguno puede descartarse, especialmente en el caso panameño; donde en 1989 la misma fue utilizada y teniendo al Canal como centro de ese accionar (sí, no hubo ninguna “invasión yankee”, ellos ya estaban allí). Sí diría como consejo a mis amigos progres que si van a cuestionar por esto a Estados Unidos lo hagan con Rusia, que aplica exactamente el mismo criterio. Consejo que extiendo a los que desde el “ingenuo” pensamiento latinoamericano cuestionan a Rusia y piden que la ONU en una Asamblea resuelva el tema.

Vencer a los enemigos: misión de las Fuerzas Armadas 

Otro aspecto que mencionó Trump y que bien podrían asimilar todos los inútiles que por décadas condujeron la materia de Defensa en Latinoamérica, sean civiles o militares, es que el único fundamento de una fuerza militar es prepararse para pelear. Todo otro cometido, toda otra aspiración aleja a las mismas de su razón de ser. En Estados Unidos ese desvío ha tenido resultados muy malos para ellos, pero en modo alguno comparables a los de América Latina; lugar donde directamente las Fuerzas Armadas carecen absolutamente de capacidad militar alguna, situación que arrastran desde hace décadas con el beneplácito de unas élites políticas patéticas y una ciudadanía entre apática o ignorante.

Recambio de mandos militares en Israel 

En Israel vemos sin dudas una pausa de acciones militares de envergadura, por lo que es lógico que se de un recambio de mandos que vienen estando a cargo de operaciones complejas desde al menos el 7 de octubre de 2023. Esto insisto es lógico por diferentes razones: La responsabilidad de la inteligencia militar de no haber procesado adecuadamente los indicios que desde la misma se produjeron respecto a la inminencia de un ataque a Israel en ese fatídico octubre de 2023; El accionar que distintos mandos han tenido en las operaciones que hacen que se “mueva” la estructura en función de rendimientos de cada uno de ellos. Todo este proceso es gradual y se irá desenvolviendo a lo largo de varias semanas. No tiene mayor relevancia que lo mencionado, al menos a mi juicio.

Expectativa en Rusia y China ante Trump 

Mientras desde Rusia surgen mensajes “reafirmando” la interacción entre Moscú y Beijing, lo cierto es que no parecen claras todavía las formas en que Trump enfrentará la guerra europea. De nuevo o bien redobla la ayuda militar en la forma que hemos mencionado varias semanas atrás o bien busca cerrar la guerra para abocarse a China. Siguen siendo contradictorias las señales: Por un lado el negociador designado por Trump es alguien que pretende tener dureza con Rusia y por otro llegan reportes de la remoción de quienes estaban por la línea dura en el Pentágono. Claramente hay que esperar.

Dos salidas posibles a la guerra europea: Siguen estando vigentes dos salidas; a) Que Estados Unidos acepte que Ucrania no ingrese a la OTAN y que los oblast asimilados por Rusia sean reconocidos como tales. Esta alternativa es lisa y llanamente aceptar la victoria de Rusia y sinceramente no creo que Estados Unidos acepte eso hoy; b) Que la guerra se prolongue con un menor aporte de Estados Unidos o bien uno mayor: Este caso es el más probable a mi juicio aunque dudo en cuál variante. En cualquiera de ellas dudo que Estados Unidos se comprometa a fondo como Biden sugería, aunque luego se echaba para atrás. Es que al final del día la apelación al arma nuclear está presente y Ucrania no es en modo alguno un tema vital para Estados Unidos, y si lo es China. Lo cierto es que las próximas semanas nos indicarán qué camino tomará Trump respecto a la guerra europea. Biden le dejó el tema en una pésima situación, con una Ucrania devastada en hombres y recursos. El esfuerzo necesario para recomponer esa situación va en contra de contener a China, salvo que Estados Unidos decida tomar como algo insalvable la relación que Rusia y China tienen hoy (gracias Biden!!) y proceda a operar contra ellos en una Guerra Fría 2.0.

Cerramos con la acostumbrada recomendación de lecturas de nuestra “inútil biblioteca”: LA DIPLOMACIA por Harold George Nicolson, Un gran clásico de la materia que representa un breve y lúcido estudio donde Nicolson esboza una historia de la diplomacia; es decir, del arte de conducir la política exterior por medio de negociaciones. Su desarrollo es analizado por el autor desde los más remotos orígenes hasta la época moderna, cuando su práctica se ha vuelto compleja y es regida por estrictas convenciones. El autor describe asimismo al diplomático ideal y explica los diversos tipos de diplomacia y los cambios que se han dado en lo relativo a los procedimientos; AMERICA IN THE WORLD: A HISTORY OF U.S. DIPLOMACY AND FOREIGN POLICY por Robert Zoellick, Estados Unidos tiene una larga historia de diplomacia, que abarca desde Benjamin Franklin, Alexander Hamilton y Thomas Jefferson hasta Henry Kissinger, Ronald Reagan y James Baker. Ahora es la oportunidad de ver el impacto que estos estadounidenses han tenido en el mundo. Al relatar los actores y acontecimientos de la política exterior estadounidense, Zoellick identifica cinco tradiciones que han surgido de los encuentros de Estados Unidos con el mundo: la importancia de América del Norte; el papel especial que desempeñan las relaciones comerciales, transnacionales y tecnológicas en la definición de los vínculos con otros países; las actitudes cambiantes hacia las alianzas y las formas de ordenar las conexiones entre los estados; la necesidad de apoyo público, especialmente a través del Congreso; y la creencia de que la política estadounidense debe servir a un propósito más amplio. Estas tradiciones enmarcan un repaso final de las presidencias posteriores a la Guerra Fría, que Zoellick prevé que servirán como puntos de referencia para el futuro. Este texto es una obra exhaustiva sobre la historia y una guía reveladora sobre la diplomacia estadounidense pasada y presente, sirve como compañero informativo y asesor práctico para los lectores que buscan comprender los desafíos estratégicos e inmediatos de la política exterior estadounidense durante una era de transformación.

@J__Benavides