«Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una / Y las dos y las tres / Y desnudos al anochecer nos encontró la luna» (JOAQUIN SABINA)
Los hombres no perdemos el tiempo. Unos cuantos hombres de ciencia han sabido cuantificar las cosas que hacemos y medir el tiempo que vivimos. Los babilonios, los egipcios y otras civilizaciones de la Antigüedad ya pensaban en esto. Entre unos y otros crearon relojes de sol, relojes de agua, relojes de arena. Pasaron muchos años hasta que a alguien se le ocurrió inventar el reloj que hoy algunos de nosotros todavía ceñimos a la muñeca del brazo. Este artilugio se encuentra casi en desuso por las generaciones más jóvenes a consecuencia de la aparición del juguete multiusos de moda, ese becerrito de oro diminuto sin el que no sabemos vivir, el smartphone.
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Después de haber sobrevivido a duras penas a la pandemia del COVID-19, quienes seguimos en el planeta Tierra demostramos una capacidad de aguante sorprendente. Nosotros no somos tan fuertes como esos otros miembros de la auténtica resistencia. Los hombres y mujeres que viven en Ucrania, los exiliados, los pájaros, los fugados de países intolerantes, los pobres y los olvidados.
El caso es que esta mañana Edmundo ha descubierto el Reloj del Fin del Mundo o Doomsday Clock. Es un reloj inteligente, digital y universal. Se trata de una máquina exacta que mide el tiempo de un modo peculiar. Este reloj es un reloj inverso, es decir, un reloj de cuenta atrás. De ahí viene su nombre. Un comité de científicos ha establecido en 100 segundos simbólicos el límite de tiempo que nos queda para llegar a la medianoche. Pero,¿el tiempo que nos queda para qué? Supuestamente, el contador mide los segundos, minutos, horas, días, semanas, meses y años de vida del planeta Tierra. El comité científico habla en sentido metafórico. El discurrir de los acontecimientos mundiales no vaticinan un futuro seguro. Los 100 segundos metafóricos son los mismos 100 segundos que marcaba el Doomsday Clock en 2020. No vayamos a confiarnos por haber superado aquello.
Los científicos que forman el consejo son líderes mundiales preocupados por el riesgo nuclear (amenazas veladas de uso de armas nucleares), el cambio climático y mal uso de las nuevas tecnologías, además de otros asuntos globales. Este organismo, presidido por Edmund G. Brown, ha redactado una «Declaración del Reloj del Apocalipsis 2022» con fecha del día 20 de enero del mismo año, en la cual señala «find the world to be no safer than it 
was last year at this time and therefore decide to set the Doomsday Clock once again at 100 seconds to midnight» y que en español quiere decir: «encontramos que el mundo no es un lugar más seguro de lo que era el año pasado y por lo tanto acordamos ajustar el Reloj del Fin del Mundo una vez más a 100 segundos de la medianoche». El boletín puede leerse en inglés tecleando estas palabras en la barra del buscador de su celular: thebulletin.org/doomsday-clock/current-time.*En la cabecera de la página web muestran el icono de un reloj analógico con la aguja de los segundos muy próxima, demasiado próxima, a las 12:00 que angustia bastante.
Nos gusta medir las cosas. Cuando medimos el tiempo nos da la impresión de que somos capaces de controlar casi todo. Usamos relojes**, calendarios y agendas de todo tipo para contar las horas del día y las horas de la noche. El tiempo que vivimos parece ser siempre el mismo, aunque quizás se alargan un poco los minutos durante una espera y se acortan mucho cuando uno se desespera
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* thebulletin.org/doomsday-clock/current-time/
** the time
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