La usurpación venezolana pretende dictar una cátedra de contagio de covid-19 al iniciar las clases, en medio del incremento de casos de coronavirus y de la llegada de la variante ómicron.
A Nicolás Maduro –sin lugar a dudas– le tiene sin cuidado la salud de los venezolanos y mucho menos la vida de nuestros muchachos.
A él solo le importa mantener la ilusión de tranquilidad y de estabilidad para seguir con su discurso internacional y sostenerse por mucho más tiempo en el coroto.
A Maduro le importa un bledo la salud de la gente, a él solo lo mueve su afán de seguir adelante con su régimen de oprobio y mentira.
Con el posible regreso a clase, se incrementarán aún más los niveles de contagio y propagación del virus en Venezuela, el número de enfermos se incrementarán y más pronto de lo que se cree estaremos nuevamente con todos los centros de salud abarrotados de pacientes.
Maduro está desesperado por dar la sensación de prosperidad y tranquilidad, él quiere lucir ante los ojos del mundo como un mandante (en su caso usurpador) que controla la situación interna y que su gobierno logró paralizar la hiperinflación y la crisis humanitaria.
Maduro sabe que el retorno a clases es un riesgo, pero está dispuesto “a correrlo” porque le importa más su plan político, y este se resume en su permanencia en el poder.
Nicolás Maduro conoce muy bien su poca popularidad, la debilidad estructural del PSUV y la carencia de recursos para mantenerse por mucho más tiempo en el poder. Sin embargo, también sabe que el apaciguamiento de la gente es clave para torear todos sus obstáculos y quedarse sentado un rato más en la silla de Miraflores.
El inicio de las clases le sirve para la aclimatación de la sociedad, para anestesiar a los venezolanos, para que estos sigan con sus vidas sin que se ocupen de su administración y de los males que su gestión causa a la inmensa mayoría de los ciudadanos. Es un plan político diseñado para distraer a la gente y acostumbrarla a sobrevivir en el día a día.
La decisión de Maduro de abrir los salones de clase se transformará en una tragedia, pues todas las aulas se convertirán en laboratorios del virus, extendiéndose y contaminándolo todo.
Es una soberana irresponsabilidad y una acción plenamente criminal por parte de quienes están ocupando el poder en Venezuela.
Ahora, quiero preguntar –padre y madre de familia– ¿está dispuesto en dejar ir o llevar a su hijo a un salón lleno de otros niños?
Usted, docente, ¿está decidido a ir a clase a arriesgar su vida por el mísero sueldo que obtiene todos los meses? ¿Usted, personal administrativo y obrero del sector educación, están asimilando las consecuencias de retomar las labores diarias? Todos tienen que ir respondiendo a estas preguntas que toman cada ve más importancia.
Los venezolanos debemos tomar decisiones y posiciones, debido a que no podemos ir como corderos al matadero mientras el ocupante del Palacio de Miraflores sigue inventando y errando con la integridad de toda la nación. ¡Basta ya!
Quienes controlan el poder no quieren ni el bienestar ni la tranquilidad de los venezolanos, solo optan por enriquecerse cada día. Solo pretenden eternizarse y consolidarse, sin interesarle en lo más mínimo el futuro de la sociedad.
Maduro usa a los venezolanos como trampolín, como escudo, como herramientas para alcanzar el poder, mantenerse en el poder o construir más poder para él y para todos sus cómplices. ¡Así de claro!
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