¿Sorpresas? Ninguna. Tal como lo ha hecho en estas dos décadas el régimen chavista sigue un patrón de conducta altamente predecible. Antes de cada elección de alcance nacional el chavismo siempre hace los ajustes que corresponden para asegurarse que el fraude electoral a perpetrar es eficientemente ejecutado. Para esto se requieren operadores que no solo sean fieles a la macolla (Maduro, Rodríguez, Padrino) y no tengan lealtades cruzadas con otros grupos del ecosistema chavista. También deben ser eficientes en las tareas encomendadas. Esta es la razón, y no otra, por la cual el Estado chavista renova en este momento la directiva de su Consejo Nacional Electoral. En otras palabras, se trata pues de ajustarle las tuercas al aparato del régimen que cumple una de las funciones más delicadas.
Los miembros del CNE que renunciaron públicamente son los vinculados directamente al régimen. Bueno, decir que renunciaron es un mero formalismo. Es evidente que se les ordenó presentar su renuncia para facilitar el ajuste. La lealtad de estos rectores al régimen chavista y su disposición de cumplir órdenes para llevar a cabo el fraude electoral de esta temporada están fuera de discusión. Quizás el régimen tuvo razones para dudar de las competencias y habilidades de estos rectores para llevar a cabo una operación de esta magnitud con la maestría que en el pasado demostraron el propio Jorge Rodríguez, Tibisay Lucena y Tania D’Amelio, entre otros.
Muy probablemente los nuevos rectores oficialistas tendrán una identidad pública y notoria bien nítida con el régimen (para que no haya dudas de su filiación chavista) y un cúmulo de credenciales luego de haber pasado por las estructuras electorales del PSUV y algunos cargos en los gobiernos chavistas (garantía de su competencia). En suma, lo que el régimen quiere asegurarse con los nuevos rectores en su CNE es básicamente lealtad y eficiencia para emprender, una vez más, una operación de fraude electoral masivo cuya ejecución sea eficiente y sus resultados lo más creíbles que se pueda.
Este ajuste de tuercas en el CNE chavista sin duda tiene otros efectos colaterales. Uno de ellos es el impacto en la realización de las elecciones primarias de la falsa oposición. El hecho de que ahora las llamen “autogestionadas” no quiere decir que el chavismo pierde su derecho a manosear la elección primaria para influir en su resultado final. Ya hemos explicado varias veces, hasta el cansancio, que estas elecciones se celebran dentro del riguroso marco de la legalidad chavista el cual la falsa oposición y todos sus precandidatos presidenciales, sin excepción, aceptan, suscriben y celebran con indiscutible sumisión. De manera que esta elección primaria de la falsa oposición será autogestionada y tutelada por el chavismo.
El régimen chavista cuenta con un amplio abanico de opciones para intervenir “legalmente” en el proceso de selección del candidato de la falsa oposición. Y a ésta representada por la llamada Plataforma Unitaria (antes MUD) no le quedará otra opción que aceptar. Aceptar mansamente y con absoluta sumisión. Ya circulan en el TSJ chavista varios papeles de trabajo (borradores) que prefiguran cómo sería esa intervención.
Hay quienes aseguran que el cambio de los rectores oficialistas en el CNE solo busca incorporar chavistas de más alto perfil para desestimular al electorado opositor en las primarias y en las generales. Esta tesis no se puede aceptar porque asume que los venezolanos no han asimilado las experiencias de los anteriores fraudes electorales a lo largo de estos veinte años, lo cual no es cierto cuando se revisan las cifras de la abstención. Para los venezolanos en general resulta irrelevante a quien nombren en el Consejo Nacional Electoral chavista. Da igual quienes sean porque a la final se trata de operadores contratados para seguir instrucciones precisas en la articulación de otro masivo fraude electoral el cual, como es obvio, estará “blindado legalmente” por el régimen jurídico-político del Estado chavista.
Muchos venezolanos se niegan a votar y atender el llamado de la falsa oposición no porque haya chavistas declarados en el CNE. Es más que todo porque hay conciencia de que se enfrentan prácticamente solos a una maquinaria político-militar que usa el fraude electoral para seguir en el poder con un viscoso barniz democrático. Uno de los aparatos de esa maquinaria político-militar es el Consejo Nacional Electoral cuyas tuercas había que ajustar para que produzca eficientemente los resultados que el Estado chavista espera.
Mientras se mantenga intacto el actual régimen político en Venezuela es una mera fantasía para engañar incautos hablar de una transición o incluso prometer un cambio democrático de gobierno por vía electoral.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional