“La transición será producto de la reconciliación. Una transición en donde quepamos todos, una transición donde están todos los venezolanos, que no haya exclusiones de nadie. Esa es la transición que aspiramos”. Edmundo González
Por las muchas argucias y vías de hecho de las que se ha valido el régimen, así como por sus afirmaciones, no quieren hacerlo. No está en sus genes. Muy pronto se percató Chávez de que para sus fines debía corregir lo de los mandatos limitados -una verdadera camisa de fuerza para su ambición- y para ello lanzó a granel la reelección indefinida que por supuesto apoyaron con fruición los entonces gobernadores, diputados nacionales y regionales, así como alcaldes y concejales. Resultó ser una total incongruencia con el principio constitucional de la alternabilidad.
Además de esa tara genética, el otro factor predominante para no querer entregar el poder, es el pavor que le produce a quienes lo han ejercido en altos cargos con deshonestidad, vileza y crueldad, amparados en la impunidad que les brinda su omnipotencia. Basta referir, que estos expertos en trapisondas, obstruyeron con vallas de todo tipo la ruta electoral que la verdadera oposición se trazó, convirtiendo un simple proceso de postulación, que en cualquier país democrático constituiría una reafirmación de su esencia, en una experiencia kafkiana. Superamos esa valla. María Corina sin titubeos, les postuló a Edmundo.
Aún nos quedan una valla por salvar. El propio proceso electoral que medía entre esta fecha y el 28 de abril, en el que deliberadamente plantan la incertidumbre de otra posible inhabilitación o anulación, de tarjetas, partidos y hasta del candidato. Otra, de mayor entidad, sería la de suspender las elecciones para correr la arruga. Eustoquio Contreras, en una entrevista concedida a El Nacional, lanzó una alerta cuando expresó: «No descarto que bajo ese laberinto que presenta la no disposición de entregar el poder, la angustia de que los votos no le dan para ganar el 28 de julio, (el gobierno) podría sucumbir a la tentación de suspender las elecciones. Y eso sería una cuestión demasiado grave para la tranquilidad política en el país».
Coincidimos con él en que suspender la ruta electoral bajo cualquier pretexto, sería en la práctica darla por terminada, caer en un bucle siniestro. El madurismo se había hecho un traje a su medida adelantando el proceso porque creyó tener asegurada la no participación de María Corina y la oposición verdadera. Eso le garantizaba resolver con prontitud las elecciones presidenciales, con candidatos plegadizos a sus resultados “legítimos”, y la continuidad del alivio de las sanciones. Les salió el tiro por la culata.
Hoy no quieren contarse, se les va la vida, pero tendrán que hacerlo. Perderán, y es factible que no quieran entregar, pretendiendo gobernar de facto. Sería la última valla en esta carrera de obstáculos, tenemos que cobrar el triunfo electoral tal cual lo ha dicho con mucha firmeza Edmundo. Gobernar de facto ya no es una opción viable. El peso de la comunidad internacional y de los organismos que procesan estas graves situaciones no les asegura ningún futuro. Y aquí cabe tener presente aquellas célebres palabras que Talleyrand, ministro de Relaciones Exteriores de Napoleón, le dijo un día al emperador: «Señor, con las bayonetas se puede hacer cualquier cosa menos sentarse sobre ellas”
X@vabolivar
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