Un país esperanzado, unido y firmemente decidido a deslastrarse de sus opresores, ha logrado capitalizar una cifra ventajosa, sólida e inalcanzable de respaldo en torno al candidato Edmundo González, apuntalado y acompañado por María Corina Machado, que evidentemente genera en el oficialismo todo tipo de situaciones llenas de conflictos, divisiones, contradicciones y desaciertos que permiten que a 10 días de las elecciones presidenciales, el ejecutivo y los factores de poder que le rodean y presionan comiencen inevitablemente a manejar la derrota como una realidad, producto de sus fracasos y ensañamiento contra el humillado, engañado y vejado pueblo venezolano.
En medio de un ambiente viciado y tóxico inducido, plagado de premeditados abusos, traducidos en desmedidos atropellos contra todo aquel que en el camino y desarrollo de esta gesta libertaria ha osado acompañar o colaborar con ella, demuestra la compleja situación que no pueden superar los que a realazos enarbolando la bandera del autoritarismo y arbitrariedad, pretenden revertir lo que ya está consumado.
Lógicamente quienes ostentan el poder ejercen su derecho a patalear y aplican todo el poder, mecanismos y estrategias para mostrar una fortaleza, a la vista inexistente, que les permita controlar y arengar permanente a sus seguidores y por otro lado tratar por todos los medios posibles e inimaginables, desestimular la participación de la oposición que en este caso tampoco han tenido resultado, caso contrario diariamente sin techo establecido aumenta la intención del venezolano de ir a votar como una respuesta al abuso desmedido de los sectores y autoridades oficialistas.
La clase política en su gran mayoría sin solidez, cuestionada por los cuatro costados, tarifada, desacertada e inmoral viste su mejor traje para acompañar a la moribunda revolución.
Este proceso inédito pronostica que el sentimiento popular y el deseo de cambio y transformación de los venezolanos, están silentemente ganando la batalla contra quienes convirtieron a la nación por error, omisión o conchupancia en un sin igual referente de ilegalidad, corrupción, destrucción y pobreza que trascendieron a niveles colosales, quizás nunca antes vistos en la historia mundo civilizado.
Es cierto que el régimen cuenta con muchas herramientas logísticas y financieras que emplean obsesivamente a diario, constancia de esto la podemos obtener en el desarrollo de esta campaña. Partidos políticos degradados, orbitando en torno al continuismo de la revolución, muchos de sus dirigentes y candidatos desembolsando grandes capitales en pírricas y poco representativas movilizaciones, medios de comunicación, redes sociales, distribuyendo costosísimos materiales de propaganda electoral que difícilmente pueden justificar su origen, pero que todo el país conoce y sabe de dónde vienen.
La distorsión y depravación absoluta del proceso electoral genera todo tipo de especulaciones que generan un permanente debate entre los venezolanos dentro y fuera del país el cual podemos resumir en una gran batalla entre la indetenible fuerza ciudadana contra la maltrecha e inmoral y poco ética y deshumanizada furia bolivariana.
Otra perspectiva es lucha entre el militarismo y el civilismo que evaluada en todo su contexto y sustentada por decenas de estudios estadísticos refrendados por los venezolanos en la calle manifestando sus preferencias dan por descontado el peso determinante e invencible del voto, arma ciudadana que igualmente vastos sectores del militarismo también asumen en esta era convulsionada, como instrumento y mecanismo de protesta constitucional ante el deterioro y politización de la fuerza armada inmersa en un limbo ideológico decadente y cuestionable, cuyas cúpulas sustentan el horror que viven los venezolanos.
También está sembrado y en la mente y pensamiento de los venezolanos la entrega de la soberanía a los cubanos, iraníes, rusos, chinos y para rematar fuerzas irregulares que se nutren de las bondades y riquezas de nuestra nación. El régimen imperante que no solo abrió las puertas a sus iguales o similares ideológicos sino que sin consultarle a los venezolanos algunos forman parte de las funciones de gobierno y toman decisiones en cuanto a los programas miserables de control social y de política interior y exterior. Todos tenemos conciencia que lo aquí señalado es una realidad y son situaciones que vamos a vencer por la via democrática saliendo de esta era entreguista, sin ningún sentido patrio y mucho menos nacionalista.
Desde otro punto de vista se plantea una lucha de más de 30 millones de venezolanos víctimas del hambre, la división, el control y desasistencia social, la migración, sin oportunidades de progreso y bienestar contra un sistema corrupto, cruel, inhumano que no ha cumplido con ninguna expectativa de la población y que pretende continuar vaciando y desviando los recursos de los venezolanos para beneficio de unos pocos que exhiben ostentosamente todo lo de lo que han privado de gozar, lograr y disfrutar a cada ciudadano en este país.
También ha sido tocado, debatido y asumido el tema de la lucha del bien contra el mal. Es parte determinante de las grandes conquistas, cuando se reconoce por todos que es una lucha espiritual. Este régimen ha sido irrespetuoso e inconsecuente con las creencias y prácticas cristianas y católicas arraigadas en las familias venezolanas. Quienes deben dar ejemplo al país como autoridades son promotores y practicantes de los antivalores que han sobrepasado los límites de lo racional. La fe, la confianza, el amor verdadero, la solidaridad, el respeto, la consideración, el afecto, la bondad y solidaridad nuevamente florecen en el terreno estéril que está dejando la revolución socialista engañosa y falsaria.
Diferentes ópticas y puntos de vista se debaten y etiquetan, para llegar a la conclusión de la necesidad impostergable de salir del modelo socialista, su nefasta historia y sus máximos exponentes, para dar paso a una alternativa viable de bienestar, progreso y desarrollo, sustentada en una reforma profunda en la forma de conducir y administrar el país, que logre la descentralización y minimice el tamaño ineficiente, perturbado, monstruoso y burocrático del estado.
El compromiso y deber ciudadano en este proceso inédito y atípico ya ha dado resultados muy positivos que han fortalecido esta lucha evidentemente desigual que pese a todas las circunstancias adversas hoy responsablemente podemos decir que se impuso ante la barbarie. Hemos logrado triunfar en todas las fases de precampaña y campaña electoral. Solo nos falta transitar el proceso electoral este 28 de julio y minimizar las pretensiones de manipulación y fraude con la acción y presencia activa en todos los centros y mesas electorales.
Todos estos elementos, circunstancias, realidades y acciones abominables todas imperdonables e injustificables y totalmente contrarias al interés nacional que aquí señalamos, están en el sentimiento de cada uno de los venezolanos víctimas de la revolución bolivariana, que esperan ser reivindicados. Pareciera que son muchas las cosas que hay que enfrentar pero la realidad es que cada señalamiento que hacemos representa pequeñas minorías, conceptualmente llenas de voracidad y maldad que se habituaron a la teta del Estado fallido, que llegó a su fin por decisión de la voluntad popular.
Somos más de 30 millones de venezolanos dentro y fuera del país a los que nos han sido violados nuestros derechos constitucionales, vulnerados en nuestra vida cotidiana y proyectos de vida, que esperamos salir definitivamente de esta pesadilla que cobró vidas , encarceló a cientos de personas, arruinó la economía familiar y el aparato productivo del país, sembró la discordia, la división y el mal vivir que afecta a cada ciudadano venezolano sin importar su edad, desde los niños recién nacidos que crecen en estado de desnutrición, los que van a la escuela pública a recibir 2 días de clase, los adolescentes que desertan del sistema educativo para dedicarse a cualquier otra cosa, al igual que los estudiantes universitarios plagados de necesidades con recintos sumidos en una crisis severa y ni hablar de los profesionales que no consiguen trabajo ni oportunidades de desarrollo y finalizando por los maltratados y abandonados ciudadanos de la tercera edad que viven una vida cercana a la indigencia y la mendicidad. Esa fue la era chavista que devastó a una nación entera y ayudó a sembrar en el continente el castrocomunismo, modelo originario y responsable de la miseria de los pueblos. Recuerden y tengan siempre presente que el Maduro candidato promete lo que el Maduro presidente no ha querido hacer o resolver. La única base sólida que le queda a la revolución es la mentira continuada, sostenida e institucionalizada y las promesas electorales efectistas, fantasiosas y faraónicas certificadas como incumplibles.
En este viaje y transitar político donde todos somos protagonistas del cambio dejaremos en el pasado la basura político partidista dominante y la complaciente para que con la ayuda de Dios, la Virgen y José Gregorio Hernández pongamos a Venezuela a valer.
Finalizo con esta consigna: ¡Voto masivo y defendido mata fraude! Recordemos siempre lo expresado por María Corina Machado, no se trata de una elección, se trata de liberar a Venezuela. Hagamos lo que nos corresponde siguiendo las instrucciones del nuevo y acertado liderazgo, sin miedo, con coraje, valentía y deber para con nuestra patria. Vamos fervientemente y bien representados… ¡Hasta el final!
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