OPINIÓN

El régimen del terror toma las universidades

por William Anseume William Anseume
Presupuesto aprobado a la UCV corresponde 2,27 % del monto solicitado

Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV. Foto: Diego Perdomo

 

Esta no es solo una toma simbólica. Aunque las acciones más recientes expresan mucho de ello. Constituye la ejecución lenta pero segura de un efectivo, decantado, plan macabro. Por partes, por todas las vías que le son posibles al régimen rojo. De tal modo que cuando finalmente aprueben la Ley de Universidades en la Asamblea Nacional espuria, aquella ley de 2010 ahora maquillada, vetada en aquella época por Hugo Chávez, ya el camino estará suficientemente andado, cuasi irreversiblemente andado.

Haberle arrebatado las nóminas para manipular desde el sistema Patria deja desprovistos a los vicerrectorados administrativos de todas las instituciones universitarias de casi función alguna. Las universidades lucen  neutralizadas, avasalladas (en todos los sentidos). El movimiento estudiantil parece concentrado en otras funciones e intenciones. El profesorado apenas procesa cada nueva sorpresa. Mientras las autoridades se mueven en un péndulo dificultoso. Van de las carantoñas al régimen a las necesidades de las instituciones y el personal en un ahogo que (des)luce paralizante. Mientras, los partidos políticos y la Asamblea Nacional legítima parecen no darse por enterados de lo que acontece en instituciones de fundamental importancia para la democracia y la libertad.

Los presupuestos universitarios, desconocidos, sin aprobación comprobable, ni seguridad de nada, son de las incógnitas más profundas del secretismo propio del Socialismo Siglo XXI. El dinero no llega a las universidades ni siquiera para un mínimo funcionamiento. Así pretenden las más que utópicas clases presenciales. La Convención Colectiva Única recién aprobada, desconociendo hasta las recomendaciones expresas de la Organización Internacional del Trabajo,  no pasa de ser pomposa divulgación manipuladora de las mentiras laborales  del régimen. En materia de sueldos se afincan en la «bonificación» para que no haya incidencia social alguna, mientras en lo atinente a la salud u otras múltiples necesidades estatuidas por años, como vivienda, recreación o deportes el abandono se torna absoluto, sin miramiento alguno, sin ningún pudor que detenga el desastre de este régimen del terror en su vulneración de la institucionalidad universitaria y la provocación de la diáspora del personal docente, trabajador y obrero; hasta de los estudiantes.

Me cuentan que el tomista gobiernero de la Universidad del Zulia ejerce en este momento tres cargos de autoridad: dos vicerrectorados y el rectorado. Por otra parte, dos episodios recientes no debemos dejar pasar por alto en la universidad venezolana. El régimen hizo presencia con uno de sus más elevados representantes en la Universidad Central de Venezuela, no para entregar o anunciar un mayor presupuesto que incluya las reparaciones de la planta física sino que manifiesta arrogante, hasta con su presencia, la apropiación por parte del régimen de esos espacios. Pérez Jiménez terminó de desarrollar el proyecto de la ciudad universitaria. Estos que nada construyen se incorporan a la universidad físicamente, desatendiendo la autonomía. Haciendo ver al mundo que este patrimonio de la humanidad tiene algún doliente directo que se salta a la universidad en sus consideraciones mínimas. Realizó un acto político de toma universitaria, simbólica, política y económica, en la UCV.

En la Universidad Simón Bolívar no va nada mejor el asunto. A las exequias del rector Planchart se presentó quien funge de ministro del área. Aparentemente de sorpresa, supuestamente al margen del protocolo establecido. Nicolás Maduro envió flores para la sepultura de un hombre que fue representante de una institución a la que desprecia tanto como despreciaba al luchador cívico que lo contrarió en todos los últimos años de su vida, fue más de una década de contrariedad e imposibilidad de algún entendimiento. Mientras tanto, de forma desapegada a leyes y reglamentos, el vicerrector impuesto (no miembro del personal académico de la USB) «ejerce» el rectorado.

Las universidades venezolanas, después de la aplicación continua del plan macabro del régimen del terror por todos estos más de veinte años, están tomadas o camino a su toma por parte de estos sátrapas. Las formas de reacción han sido múltiples, tanto como incapaces para detener los atropellos. El involucramiento internacional en el tema ha sido leve y poco efectivo también. Parece obedecer más bien a un planteamiento habitual para países democráticos que a la toma institucional totalitaria que el régimen se propuso y que ahora concreta después de aguardar paciente tantos años de debilitamiento progresivo de alguna fortaleza universitaria.

La universidad venezolana cuando se reconstituya como el país democrático, contrariamente a estas agresiones continuadas que ocurren para acabar definitivamente con el pensamiento crítico, deberá ser centro de libertades plenas. Nunca más lugares tomados con el propósito de implantar un imposible pensamiento único. Por lo pronto, resistimos los embates de las tomas por parte del régimen. Quien no lo acepte, aplica temeroso la técnica del avestruz.