Postergadas o no, todo indica que habrá elecciones fraudulentas. El timo parlamentario y libertad de presos políticos marcan la agenda en las diferentes oposiciones, mientras la conducción castro comunista, con desvergüenza socialista, cinismo e incapacidad bolivariana intensifican carencia, pobreza y miseria. Vayan quienes acudan a votar.
Similar a las estafas anteriores, que en nombre de la ciudadanía hicieron creer libres y democráticas. Pero la población no olvida ni es tonta. Hay políticos que no quieren elecciones porque es legitimar al régimen tramposo, otros las desean con frenesí para optar ellos, aunque se legitime la dictadura, lo deseable para la tiranía cubana.
El aparecido, sediento de satisfacción, y también dicen de venganza, cayó en la fullería fatua, logrando el opresor oxigenarse a pesar de las exigencias ciudadanas y organismos internacionales, sobre pulcritud y transparencia.
Una elección no se certifica ni legaliza por los muchos que participen o la cantidad de candidatos. Se legitima si realmente es creíble y refleja -sin duda- la voluntad ciudadana; solo se consigue si existe confianza, seguridad, independencia de poderes y soberanía. En Venezuela no hay libertad ni confidencia en el acto de sufragar. El control del proceso y supervisión están parcializados, contaminados de arbitrariedades, violaciones y abusos. Carece de condiciones que generen el obligatorio equilibrio. En definitiva, no hay ambiente apropiado para mantener elecciones libres y transparentes.
Con el Poder Electoral y su alzada judicial, Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia, sometidos, bajo control, no importa quiénes ni cuántos acudan, el régimen gana, porque cada elector es también un legitimador. Sea chavista, opositor, antitodo, indiferente, militante, independiente, un votante es un ciudadano ejerciendo su derecho. Antes, durante y después estarán presentes las trampas, es un pillaje continuado, pero el voto como tal es un acto de legitimación.
Comenzó la habladera de sandeces, justificación estulta, aceptar la usurpación y la de sus cómplices nacionales e internacionales. En el fondo titiriteros y bolichicos financistas de apaciguadores, no tienen intención para salir de esta tragedia, por el contrario, la cohabitación innoble e incivil es el objetivo. Comienza a emerger la excusa torpe del simplismo numérico: “Si la dictadura tiene más de 80% de rechazo, “abstenerse es regalar la elección; si votamos, arrasamos”. El resultado de 2015 es el mejor ejemplo de que la dictadura castrista no acepta castos ilusos ni vírgenes inocentes, violó la Constitución inmisericorde.
Por lo anterior, al castro-chavismo-madurismo o como prefiera llamarlo. pues siempre ha sido comunismo socialista al estilo militar venezolano, le interesan y convienen elecciones. Porque ante el mundo evidencian la diferencia entre castro-represores malos, perversos, y opositores sufridos, esforzados y buenos. Como entre Fidel Castro y José Stalin -escoja a su gusto, pero deje fuera a Mao porque el gato chino se dejó de colores y se puso a cazar ratones-; la Madre Teresa de Calcuta -san Francisco de Asís o san Luis Gonzaga, que murió virgen-. Quizás Juan Requesens, a quien después de mucho reprimir dejan en libertad sin que nadie sepa por qué lo pusieron preso y ahora sueltan, algún pacto en voz baja que nadie revelará. Al final se sabrá. Las conversaciones se dieron y continúan, los pactos se acordaron, aprobaron y ejecutan según lo convenido.
Para el régimen que -excepto corrupción e incompetencia- tiene el control, hasta que el PSUV no logre por sí mismo mayoría parlamentaria es una ventaja, no solo porque tienen la certeza de que la oposición está fragmentada, confundida, sin estrategia ni liderazgo, sino que ni siquiera unida logrará lo necesario. Pendientes de pactos, babeados por el cajón de bagatelas, desperdicios del llamado Polo Patriótico, que votico a votico satisfacen apetencias y suman ordenadamente.
Pero, además, con una minoría controlada se mostrarán como el mayor partido del país, y el control real de poderes, podrán decirle al mundo lo demócrata que son; convocaron, realizaron elecciones con observación internacional en las cuales no lograron mayoría, y chillarán excitados ¿somos o no democráticos? Y los sumisos contrincantes asentarán la cabeza cual borregos idiotizados.
Retarán a la oposición, que trata de perpetuarse en el Poder Legislativo si son o no democráticos y respetan la voluntad del pueblo. Asunto arreglado. O sea, legitimado. ¿En qué se basa Trump para sancionar un gobierno legítimo?
El planteamiento de participar en unas elecciones en las que la inmensa mayoría está convencida de que el proceso está amañado, sin garantía de legitimidad, soberanía ni separación de poderes; es solo para los interesados en privilegios y negociados ilícitos; por tanto, si aún queda dignidad partidista deberán ser expulsados y sancionados por quienes reconocen al interino presidente.
@ArmandoMartini