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El pulso en la calle contra el fraude de Maduro decidirá si se acaba el chavismo y el futuro de Venezuela

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Este lunes manifestantes derribaron varias estatuas de Chávez y sacaron un cuadro gigante de una oficina pública para quemarlo / capturas de pantalla

La jornada electoral se desarrolló el domingo en Venezuela como estaba prevista: un abrumador voto en favor de la oposición –la mayoría de las encuestas a pie de urna le dieron una ventaja de treinta puntos– y el desconocimiento de Nicolás Maduro de su derrota, como oficializó el chavista Consejo Nacional Electoral, que bien entrada la noche otorgó a Maduro 51,2% de los votos, frente a 44,2% de Edmundo González Urrutia, el candidato aupado por María Corina Machado.

La clave ahora está en cómo hacer efectiva la denuncia del fraude. El Comando con Venezuela, el equipo electoral de la oposición, contaba con un escenario así y asegura tener su hoja de ruta para obligar a Maduro a aceptar la soberanía popular.

Todo hubiera sido más fácil si, a la vista del masivo voto en su contra, percibido abiertamente durante todo el domingo en los centros electorales, con expresiones populares en contra del régimen que superaban el miedo y las extorsiones habituales, Maduro hubiera admitido su derrota. O bien que los militares, encabezados por el igualmente chavista ministro de Defensa, el general Vladimir Padrino López, le hubieran forzado a ese reconocimiento.

La presión internacional, que ya ha comenzado a producirse, puede ayudar en algo a la oposición, pero es esta la que debe movilizar a la ciudadanía en defensa de su voto. Como proclamó María Corina Machado, la victoria opositora «ya pasó», a pesar de lo dicho por el CNE; ahora el pueblo tiene que exigir que el cambio de régimen ciertamente ocurra. De cuán masiva sea esa respuesta de los venezolanos y de cómo esta agriete las alianzas en la camarilla chavista dependerá que el cambio se abra camino. En esto, la pieza fundamental es la actitud de los altos mandos del Ejército y qué disposición tienen a una represión sangrienta.

Posible detención

El hecho de que Maduro haya preferido intentar sostenerse otros seis años más (hasta 2031) recurriendo a un fraude muy difícil de ocultar indica su gran miedo a quedar al albur de una posible detención y una prisión duradera. Cualquier seguridad que podría obtener negociando su retirada con la oposición o con Estados Unidos, donde se le busca por abusos de los derechos humanos y negocios ilícitos (también su causa está en el Tribunal de la Haya), le ha debido de parecer poca. Lo que pasa es que ofreciendo retirarse y negociando durante los seis meses que quedan para el reemplazo presidencial (el nuevo mandato comienza en enero) podría haber obtenido más beneficios que si finalmente es derribado a empujones por presión de la calle.

Puede sorprender que el Ejército, que tiene acceso directo a la totalización del voto antes de que el CNE proclame los resultados, no haya reaccionado en contra de una nueva usurpación de Maduro, si la diferencia «formal» en votos fue tan notoria como dice la oposición. Es posible que, aprovechando la ausencia de millones de emigrantes y su imposibilidad de votar en sus lugares de acogida (solo podía hacerlo el 1% que tiene reconocida la residencia), el chavismo haya generado millones de votos falsos. En otras elecciones ya se han producido esos votos «reales», pues formalmente se llegan a emitir y generar un comprobante, pero que no son «verdaderos». Esto no será fácil de verificar en el caso de que haya un recuento, pero algunas irregularidades podrán salir al descubierto, como ha sucedido en anteriores elecciones presidenciales (Smartmatic, la sospechosa empresa a cargo del voto electrónico en toda Venezuela, ya admitió en 2017 que el CNE había inflado la participación en un millón de votantes).

Puede sorprender que el Ejército, que tiene acceso directo a la totalización del voto antes de que el CNE proclame los resultados, no haya reaccionado en contra de una nueva usurpación de Maduro

A diferencia de lo que ocurrió en las elecciones a la Asamblea Nacional de 2015, donde el general Padrino López forzó el reconocimiento del triunfo de la oposición, esta vez la generación de voto a favor de Maduro era más fácil, pues en las presidenciales se enfrentan en todo el país los dos mismos candidatos, mientras que en las legislativas es más difícil organizar un fraude en favor de multitud de candidatos chavistas en cada circunscripción.

El resultado anunciado por el CNE en la noche del domingo ya se venía venir cuando, tres horas después de abrirse los centros electorales, el chavismo hizo correr una supuesta encuesta a pie de urna que calcaba el resultado luego oficializado. En ese momento, el resto de las encuestas apuntaban a la victoria de la oposición que esta reclama.

Originalmente publicado en el diario ABC de España

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