Existe una exposición mediática sobre el reclamo del Territorio Esequibo que no se observaba desde hace varias décadas, específicamente desde hace 40 años, cuando se venció el Protocolo de Puerto España, que había congelado el diferendo y hasta canciones sobre dicha situación se llegaron a lanzar (Grupo Témpano), por lo cual se hace necesario entender este disputa al contexto de la geopolítica actual, para poder validar las intenciones reales del gobierno nacional en esta materia.
Es primordial señalar que se está haciendo un esfuerzo en el peor momento posible de la historia nacional, para poder obtener los resultados esperados.
En primer lugar debemos señalar la catástrofe económica nacional que ha hecho perder entre 70%-80% del PIB y que impide en la actualidad amarrar apoyos de numerosos países, tal como se hizo hace 15-20 años con el dinero del boom petrolero para obtener el apoyo de decenas de gobiernos alrededor del mundo, sin importar la naturaleza del proyecto o tipo de causa que se le ocurriese al gobierno de Venezuela.
En segundo lugar debemos señalar la historia de los países del Caricom que están unidos en torno a Guyana , además de considerar que el mismo gobierno venezolano realizó una inversión de miles de millones de dólares estadounidenses a través de Petrocaribe, que ya no puede ofrecer y si consideramos que defendieron a dicho país sin tener el petróleo que ha sido encontrado, es obvio que ahora se van a atrincherar en favor del mismo y en contra de la posición de Venezuela.
En este sentido, debemos recordar los abusos e infamias que han sufrido los venezolanos migrantes en muchas naciones del Caribe, sin ninguna consideración por las ayudas prestadas.
En tercer lugar, hay que ver la posición de la República Socialista de Cuba, que desde el principio ha apoyado al gobierno de Guyana, desde hace 60 años y que para nadie es un misterio la influencia fundamental que el mismo tiene en el gobierno nacional, desde hace más de 20 años, la cual supera a cualquier gobierno extranjero en la historia de América Latina, siendo una referencia cultural, política y administrativa, que amerita un estudio entero para poder evaluar sus gestiones en la Venezuela del siglo XXI, por lo cual no es exagerado pensar que tiene el «poder» en términos de influencia gubernamental, para cerrar este tema en los medios de comunicación oficiales, si el gobierno de La Habana, lo considera pertinente en un momento dado.
En cuarto lugar, debemos recordar que las empresas mineras y petroleras, tienen entre sus actores fundamentales a empresas chinas, que en los actuales momentos, tienen en medio de la guerra comercial mundial que libran Estados Unidos y China, tienen en su gobierno un defensor implacable, por lo cual se hace muy difícil imaginar al presidente Maduro, que depende económicamente y tecnológicamente del gobierno chino, pensar que van a entrar en conflicto con las empresas de dicho país.
En quinto lugar se presenta el apoyo indiscutible del resto de los países de la Comunidad Británica de Naciones, lo cual impide aplicar mecanismos de coerción y sanciones, debido a que son 58 países, incluyendo miembros del G-20 como el Reino Unido, la India, Canadá, Australia, Nigeria, lo cual le permite al gobierno guyanés, hablar en ese tono «alzao», además de que el recuerdo de la guerra de Las Malvinas (1982) y la Guerra del Golfo (1990-1991), deja por fuera cualquier amenaza de tipo militar o social, como hiciera el Reino de Marruecos contra el Reino de España, con la denominada «Marcha Verde», donde obtuvieron el control del Sahara español.
De hecho, la situación actual de la Guerra de Ucrania, es la demostración más palpable de las posiciones en materia de defensa militar de los países occidentales, por sus razones de Seguridad Nacional.
La sorprendente, rápida y exitosa invasión de Azerbaiyán contra Armenia, demostró la imposibilidad de Rusia de defender un vecino estratégico de vínculos históricos y culturales, por lo cual la idea de conseguir apoyo foráneo, si se aplica una estrategia de fuerza o coerción, no tiene cabida en estas ecuaciones políticas.
En sexto lugar se plantea el desafío presentado por las empresas petroleras estadounidenses, que como otras empresas de dicho país, se enfrentan a la paradoja de un gobierno revolucionario, que no se parece a ningún otro, ya que ha logrado la hazaña de una dolarización informal de la economía nacional, a la vez que le parece normal que muchos de sus actores políticos tengan cuentas y propiedades en territorio estadounidense, como lo demuestra el hecho de la multitud de funcionarios que terminan viviendo en Miami (Florida, Estados Unidos), en vez de irse a vivir a Bolivia, Nicaragua o Cuba.
Esta caracterización es fundamental para entender el porqué de los efectos de las sanciones en la economía nacional, considerando que países mucho más sancionados como la Federación Rusa y la República Islámica de Irán, tienen sistemas económicos que frecuentemente anuncian progresos económicos y tecnológicos, que a su parecer deben demostrar el fracaso de dichas sanciones.
En momentos en los cuales se está hablando de zonas económicas especiales y búsqueda de las inversiones extranjeras se hace cuesta arriba para el gobierno nacional seguir en estado de conflictividad con las empresas multinacionales, sean petroleras o mineras, sean de Europa y Estados Unidos, que controlan las finanzas internacionales.
En séptimo lugar está la dura realidad política de un conflicto político interno de carácter muy agresivo que tiene desde 1999 una exposición mediática y estructural muy radical, lo cual permite una división existencial en la sociedad venezolana que hace muy difícil imaginar una unidad nacional, junto al gobierno de Nicolás Maduro, por parte de los actores políticos opositores, especialmente cuando en muchos sectores se está esperando una acción por parte de la Corte Penal Internacional, que pondría al mandatario nacional en una situación similar a Putin, con lo cual la opción de repetir la gesta de Cipriano Castro de unir a todo el país, en torno a la defensa nacional, se hace en este caso un asunto virtualmente imposible de asumir políticamente.
Finalmente, por todas las razones expuestas, es importante observar hasta dónde piensa llegar el gobierno nacional con la organización del referendo sobre la reclamación del Territorio Esequibo y qué medidas concretas piensa asumir contra las empresas y los gobiernos alrededor de la posición de Guyana.
El costo político y las limitaciones internas y externas, sin duda alguna, marcarán la historia de este nuevo intento de reclamo nacional del Esequibo .