¡Había en una estrella, en un planeta, el mío, la Tierra, un principito a quien consolar! (ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY)
Yo no quería empezar esta columna hablando de política; sin embargo, parece que no voy a ser capaz de esquivar este tema prohibido en todos los manuales de small talk (conversación trivial). Un hombre de negocios bien instruido sabe que, además de su habilidad para tratar asuntos comerciales y económicos, no puede ignorar las reglas sociales de comunicación. En el mundo de los negocios existen muchos factores que inciden en los resultados de una relación. Pongamos un ejemplo: si usted acude a un congreso en una ciudad cualquiera buscando compradores para el producto que vende, la impresión que cause en los otros moverá a los clientes a su favor o en su contra. Por supuesto, contando con un producto de calidad, la imagen que proyecte el representante de la marca es la imagen de la propia marca. Habrá que cuidar la vestimenta –dress code-, el lenguaje formal y también el lenguaje no verbal -que la gente inteligente capta aun sin darse cuenta. Y ahí quiero llegar yo. Lo que se transmite fuera del congreso, es decir, la conversación amena, aburrida o incómoda que ocurre cuando uno de los participantes toca un tema inapropiado (desaconsejado en small talk) como la religión, la economía, la rivalidad política, el sexo o la política. Es bueno conversar con la gente que no se conoce de asuntos triviales, es decir, asuntos que no creen enemistad. Diríamos entonces, que en situaciones de negocios no hay motivos para ponerse intenso ni vehemente dado que la marca está en juego.
Como decía ahí arriba, yo no quería hablar de política, pero el caso es que para hablar de la felicidad -que es el tema de esta columna para El Nacional– pienso en la vida que nos toca vivir este año en el que nos encontramos. El mundo está en guerra o en situación de preguerra. La noticia que me lleva a escribir sobre la felicidad aparece publicada en la BBC el 20 de marzo de este año: «Finland named as happiest country for eighth year»,* Alex Boyd and Robert Greenall. BBC News, 20.3.2025 (Finlandia es calificada como el país más feliz por octavo año consecutivo). Claro, uno lee esta noticia fechada en el mes de marzo cuando se habla en Europa de rearme -o de seguridad según algunos- ante la posibilidad de un conflicto armado con Rusia y, precisamente Finlandia es uno de los países que propone a sus ciudadanos hacerse con kits de supervivencia para 72 horas en caso de guerra o catástrofe natural acompañado de un manual de actuación ciudadana. La situación política actual de Europa y el mundo no parece muy relajada que digamos. Los kits de supervivencia incluyen linterna, celular y cargador, víveres, suministros de agua, cuchillo, radio (de pilas), documentación, ropa de abrigo, útiles de higiene personal, mapas y brújulas.
Después de haber vivido tres meses de este año 2025 los hombres de este planeta ya no estamos seguros de casi nada. Nos encontramos en un estado de incertidumbre porque los países que poblamos han confiado en la buena fe que movía a los dirigentes elegidos en democracia sin haber pensado antes en posibilitar la expulsión urgente de los malos gobernantes. Este es un fallo tremendo de la democracia. Este sistema universal de gobierno convierte a los ciudadanos en elementos vulnerables si no se facilitan medios para salvar a la nación. Existen ejemplos recientes conocidos. El presidente de un país no es ese país. A veces ni siquiera representa a los ciudadanos aunque se lo crea o quiera hacer creer al mundo que sí, que cuenta con el voto y el apoyo incondicional de la nación.
Desgraciadamente, hay países gobernados por los peores mandatarios del mundo. Estos señores deciden nuestro destino y conocemos, gracias al trabajo de la prensa y los medios, la existencia de secuestros, injusticias, fraudes, violaciones, abusos y trastocamiento del lenguaje por parte del poderoso, ya sea presidente o primer ministro, para engañar con impunidad al ignorante.
Como somos capaces de abstraernos de las bofetadas que nos van dando de vez en cuando, volvemos al artículo que habla de la felicidad de los finlandeses. No vamos a pensar en política. Vamos a reflexionar acerca de lo que realmente importa: ¿qué hace que los habitantes de Finlandia sean los individuos más felices del mundo?
El estudio en el que se basa este resultado (UN-sponsored World Happiness Report), explica que el finlandés es amable con los desconocidos y pone de ejemplo el alto porcentaje de billeteros perdidos entregados por los pobladores de ese país en la Oficina de Objetos Perdidos que han sido encontrados. La referencia es buena. Por otro lado, los fineses se caracterizan por cuidarse entre ellos, quererse y una confianza insobornable en el prójimo.
En la lista de los 10 países más felices del mundo no aparecen España ni Venezuela. Tampoco están Italia, Estados Unidos o Rusia. Después de Finlandia se encuentra Dinamarca, y le siguen Islandia, Suecia, Holanda y Costa Rica.
En fin, en Finlandia vive el príncipe feliz y el resto de principitos, tal vez tendríamos que fijarnos un poco más en ellos
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