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El precio de una huelga de hambre

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Después de diez días, el diputado Edgar Zambrano, primer vicepresidente de la Asamblea Nacional encarcelado por motivos políticos, tomó la decisión de terminar una huelga de hambre que había iniciado para reclamar sus derechos. ¿Por qué cambió de parecer? ¿Estaba jugando, recobró la razón y pidió de nuevo la frugal comida que ofrecen en las celdas?

El diputado Zambrano cambió su decisión porque obtuvo un primer objetivo digno de atención. Logró que los carceleros permitieran la visita de sus familiares y el acceso de su abogado. Logró que cesara una severa reclusión que lo mantenía alejado no solo de sus seres queridos y del profesional que lo defendía, sino del resto de la sociedad. Que cesara en su determinación debido a la obtención de los beneficios que se deben conceder a cualquier detenido, da cuenta de los rigores de su cautiverio y, como se supone, de muchos presos políticos que pasan por el mismo trance inhumano.

Tuvo que negociar. Cambió la presión que quería ejercer ante los carceleros por la posibilidad de vincularse con elementos fundamentales de su peripecia personal y con los requisitos mínimos que requiere un ciudadano para procurar la libertad. Si cesas la huelga podrás reencontrarte con los de tu casa y los de tu sangre, seguramente le propusieron. Si acabas la presión, recibirás la visita de tu defensor, continuó la oferta, y el diputado aceptó para no sentirse abandonado en su ergástula, para salir un poco de la oscuridad de las prisiones del usurpador, para tener la posibilidad de pensar con alguna tranquilidad en el futuro.

De transacciones como esta depende el destino de los presos políticos de la “revolución”. La libertad depende de los pequeños pasos que dan los carceleros cuando no les queda más remedio, cuando el encarcelado lucha a su manera por sus derechos en medio de inmensas privaciones. Si esto sucede con un político renombrado, con el primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, ¿qué cosas terribles sacudirán las vivencias de los presos menos conocidos?, ¿qué deberán hacer no solo para ver de nuevo la luz, sino también para sentirse vivos?

 

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