Resulta muy sospechoso desde el punto de vista militar en el caso venezolano, y muy suspicaz que ningún jefe del grupo guerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) como Iván Márquez, ahora denominada «Segunda Marquetalia», haya emitido comunicado oficial sobre el presunto asesinato de Jesús Santrich, otrora líder del mencionado grupo terrorista y cuyo hecho se habría realizado en la llamada sierra de Perijá, en territorio venezolano.
De hecho, que sobre el asesinato de Jesús Santrich, este se lo atribuya el supuesto grupo disidente de las Farc que estaría combatiendo con nuestra Fuerza Armada Nacional (FAN) en el eje Arauca- Apure, y a su vez que tales guerrilleros también sean quienes tienen secuestrados un grupo de militares venezolanos, genera muchas interrogantes en tan delicado tema sobre nuestra soberanía y la manera en el cómo ha sido manejada esta crisis por el generalato madurista.
En tal sentido ¿por qué Nicolás Maduro o Iván Padrino, que casi a diario condenan al gobierno de Iván Duque de violar derechos humanos, no han emitido a través de la Cancillería algún pronunciamiento si quienes ejecutaron el asesinato contra Jesús Santrich fueron militares colombianos?
Y si fueron los integrantes disidentes de las FARC que asesinaron a su otrora «comandante», ¿cómo es qué irregulares del vecino país entran a territorio nacional, y se desplazan y ejecutan dentro del mismo cualquier tipo de tropelía, al punto de que mientras algunos se esconden, como el asesinado Santrich, otros vienen hasta acá y buscan a un individuo como una vulgar presa, y luego que la matan, aseguran que la «entierran» en la montaña, y ante semejante acción la cúpula civil y militar del madurismo permanezca en absoluta afasia?
Y si lo anterior, es de suma gravedad, porque reviste una inmensa debilidad en la violación de nuestras fronteras y espacios geográficos por parte de ocupantes externos e ilegales, sean quienes sean, surgen otras interrogantes: ¿Es cierto que los grupos criminales de las FARC que estaban en combate con nuestro ejército y guardia nacional en el sur del país, han anunciado una «tregua», o sea, cese temporal del combate? Y si es así, ¿cuáles son las razones? ¿Es qué la muerte de Jesús Santrich era un precio que debía pagar el madurismo y de allí su silencio sobre tal situación, y que ni siquiera alias Iván Márquez haya condenado el asesinato de su compañero de marras?
¿Será que los secuestrados militares venezolanos por parte de las FARC, luego del asesinato de Jesús Santrich y el condenable silencio del madurismo sobre una evidente violación de nuestra soberanía nacional ejecutada por el referido grupo criminal resultó el precio acordado para la entrega de los funcionarios castrenses?
Ante ello, ¿por qué nadie responde ante las posibles causas y consecuencias del asesinato de Jesús Santrich? ¿Por qué ninguna figura del madurismo, como el gobernador del Zulia ha manifestado mínima opinión sobre tal hecho, si el mismo ocurrió en tal jurisdicción?
Y si todo lo anterior fuera verdad ¿Quién asegura que más adelante, no se repetirán hechos similares? Es decir, que en una futura ocasión, sea Iván Márquez quien venga a «refugiarse» en territorio venezolano, y las llamadas fuerzas fragmentadas de las FARC que ya no están bajo control de este, repitan el libreto aplicado contra Jesús Santrich para sus intereses de expansión y control sobre el eje Arauca-Apure y parte de nuestro territorio.
Muy extraña que esta «tregua» de lucha armada de los militares venezolanos con las Farc se originen posteriormente a la muerte de Jesús Santrich, y que todavía el alto mando castrense de Fuerte Tiuna nada diga sobre el particular, y peor, que el madurismo tan acostumbrado a explanar sendas conferencias con láminas de power point, no haya escrito alguna historia de «realismo» que le explique al país y al mundo, el cómo extranjeros irregulares se matan entre ellos dentro del territorio venezolano, mientras secuestran a nuestros militares.
Por lo pronto, bienvenida la «tregua» entre las FARC y nuestros militares si eso va a devolver la paz en la zona y la liberación de los castrenses secuestrados, y que disminuyan en parte las agonías de nuestro pueblo en esa región llanera, dejando claro que eso no justifica el silencio del madurismo ante estos hechos, porque todo comprueba que el país está abandonado en el control de nuestras fronteras por parte del asedio de grupos irregulares colombianos.
Al final esperemos que esta «tregua» con las Farc no se convierta en un repliegue de nuestra «Fuerza Armada». Ya veremos si las denuncias de presencia de las Farc y otros grupos irregulares en nuestro territorio desaparecen, o por el contrario, continúan siendo objeto del día a día que deben enfrentar los venezolanos de nuestras regiones fronterizas.
Por ahora, al parecer el precio por la liberación de los militares secuestrados ha sido la entrega del Apure a sus secuestradores de las disidencias de las FARC.